I
Bitácora
personal del comandante Lawrence Norn, a 2 de junio del año de
Nuestro Señor de 1840.
En
el día de hoy podré, finalmente, iniciar mi nueva singladura como
primer oficial en el navío estelar de la Marina Británica
HMSS-James T. Kirk. Nuestra misión, la exploración de la zona
desconocida tras el agujero de gusano recién descubierto en las
cercanías del protectorado de Bajor. Estoy impaciente por empezar
nuestro viaje y descubrir nuevos mundos para añadirlos al Imperio,
como nuevas joyas para la corona de Su Graciosa Majestad la reina
Victoria, a quién Dios guarde muchos años.
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Alcé
la mirada y contemplé las bellas líneas del JTK mientras me
acercaba en la chalupa de embarque. La estilizada curva de su casco
en el que se podían adivinar las troneras de sus cañones, ahora
cerradas y sus tres mástiles, que en el momento de la partida
desplegarían sus velas, acrecentando así, cuando estas se hincharan
gracias a los vientos solares, la belleza del bajel. Repasé
mentalmente sus especificaciones:
HMSS-James
T. Kirk-NCC 71884.
Clase:Victoria.
42
cubiertas.
10
cañones lumínicos por banda
2
arponeras fotónicas. Una a proa y una a popa.
300
arpones fotónicos.
185
oficiales, 775 tripulantes y 373 civiles la mayoría de ellos
familiares de la tripulación. Pero la JTK podría albergar hasta
5000 almas.
Su
estado mayor estaba conformado por los siguientes oficiales.
Capitán
Esther La Rouge: No se dejen engañar los ávidos lectores por el
apellido de nuestra capitán, este proviene de algún lejano
antepasado proveniente de ese pequeño país de comedores de
caracoles que no pienso mencionar. Esther La Rouge es la última
exponente de una larga saga de oficiales de la Marina Real Británica.
Nacida en Bristol, hija del archialmirante Noah La Rouge, ingresó en
la academia de la flota así que su edad se lo permitió, destacando
en sus estudios y en formación física. Se graduó como nº1 de su
promoción.
Por
debajo de ella, como primer oficial, se encuentra este que os narra
esta increíble aventura. Soy el comandante Lawrence Norn. Una vez
más debo evitar confusiones respecto a lo que podría parecer a
vuestras mercedes un apellido. Norn es el nombre del simbionte de
Trill con el que cargo debido a circunstancias que contaré a los
lectores en un momento más oportuno. Nací como Lawrence Selvy, en
Canterbury.
Teniente-comandante
T'Brell: Segundo oficial y jefe de la sección científica. Como ya
habrá adivinado el lector avispado, se trata de una nativa de la
colonia británica de Vulcano.
Teniente
Mina Lars: Jefe de ingenieros. Proveniente del protectorado de Bajor.
También en esta ocasión debo de hacer una aclaración. Los
bajoranos tienen por costumbre usar el apellido por delante del
nombre de pila.
Teniente
Adam Grant: Jefe de seguridad y primer arponero, nacido en las Indias
Occidentales, en la ciudad de Nueva York.
Dr.
Julián Bashir: Médico jefe, proveniente de la India.
Dra.
Ezri Dax: Psicóloga de la nave y esposa del Dr. Bashir. Nativa de la
colonia británica de Trill, es la unión de la humanoide Ezri y el
simbionte Dax.
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Me
despertó de mi ensimismamiento el joven piloto que manejaba los
remos fotónicos de la chalupa. Se trataba del subteniente Ren,
primer timonel del JTK, un nativo de la Confederación Ferengi, que
se había alistado en la Marina Real huyendo de su gobierno por
asuntos políticos.
-Es
una bella dama. ¿No lo creéis así señor comandante? -dijo.
-Una
auténtica belleza señor Ren -respondí. -Pero no se si el apelativo
de dama es el más adecuado, después de todo, tiene nombre de varón.
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Cuando
abordé el JTK, T'Brell estaba esperándome para darme la bienvenida
oficial.
-La
capitán se disculpa por no venir a recibiros personalmente
comandante -dijo. -Ella está muy ocupada ultimando los preparativos
para nuestra pronta partida. Debéis presentaros en su despacho tan
pronto como os sea posible. Permitidme que, en nombre de toda la
tripulación, os de la bienvenida a bordo.
Agradecí
la bienvenida a la vulcana y encargué a un alférez que llevara mi
equipaje a mi camarote. Seguidamente me dirigí al despacho del la
capitán, el cual estaba anexo al puente de mando.
-Oficial
en el puente- todos los presentes que estaban trabajando para que la
nave estuviera terminada dejaron lo que estaban haciendo y se
pusieron en posición de firmes.
-Sigan
con su trabajo-dije, y dirigiéndome al joven teniente que anunció
mi llegada, añadí -¿Está el capitán en su despacho?
-Afirmativo,
señor.
Llamé
a la puerta.
-Adelante.
Abrí
y pasé al interior.
La
capitán La Rouge era una mujer atractiva. A sus 45 años no
aparentaba mas de 30. Llevaba el pelo rubio recogido con el estricto
peinado de las oficiales femeninas, aunque eso no disminuía su
atractivo. Ojos verdes que refulgían como dos esmeraldas en el
estilizado óvalo de su cara, nariz respingona y labios carnosos. Un
bello rostro que coronaba un cuerpo voluptuoso que, a pesar del
severo uniforme en el que estaba enfundado, era capaz de provocar
pensamientos libidinosos a cualquier hombre que se preciara de serlo,
y que ella mantenía en forma practicando las artes marciales en las
que era una consumada maestra.
-Comandante
Lawrence Norn presentándose al servicio.
La
capitán La Rouge sonrió y me indicó una silla frente a su mesa.
-Siéntese
Sr. Norn. ¿Le apetece un té?
-Gracias
señor.
La
Rouge torció el gesto.
-No
soporto que me llamen “señor”, comandante, lo encuentro una
incongruencia, dado mi género.
-¿Señora?
-Capitán
sera suficiente.
La
Rouge me sirvió el te en una bonita taza de porcelana china.
-He
echado un vistazo a su expediente, realmente excelente. También
recibí una recomendación del comandante Ssert, parece que le tiene
a usted en gran concepto.
-Intento
hacer mi trabajo lo mejor posible, se... ah! ..capitán.
-No
espero menos que eso de mis hombres, comandante.
La
Rouge me observó atentamente, supongo que intentando evaluarme.
Aguanté estoicamente el escrutinio de mi superior. Finalmente la
capitán sonrió.
-¿Ya
se ha instalado, comandante?
-He
hecho llevar mis cosas a mis aposentos, capitán. Pero he creído
conveniente venir a veros antes que nada.
-Relájese
comandante, verá que aquí no llevamos la disciplina a extremos
elevados.
-Agradezco
esas palabras, capitán pero, sin ánimo de ofenderos, en lo
concerniente al cumplimiento de mis funciones, prefiero no relajarme.
-Tampoco
quería decir exactamente eso.
-Lo
siento, capitán, yo...
-Está
bien, está bien. No se preocupe. Solo quería indicar que no soy uno
de esos capitanes que hacen moverse a todos a toque de silbato.
Valoro la disciplina como el que más, pero también espero un poco
de iniciativa por parte de mis hombres.
-No
os defraudaré, capitán.
-Estoy
segura de ello. No le molesto más, querrá usted instalarse, puede
retirarse comandante.
-Capitán
-me levanté y me dirigí a la salida, solo había dado tres pasos
cuando escuché la voz de la capitán.
-Una
cosa más sr. Norn.
-¿Capitán?
-Bienvenido
a bordo.
-Gracias
capitán.
II
Bitácora
personal del comandante Lawrence Norn, a 4 de junio del año de
Nuestro Señor de 1840.
Tras
dos días de intensos preparativos estamos prestos a partir. La
tensión a bordo es casi palpable, todo el mundo está deseoso de
emprender viaje. Toda la tripulación de guardia está en sus
puestos. La capitán no se hace presente en el puente de mando hasta
el último segundo.
-¿Todo
a punto señor Norn?
-Todos
en sus puestos aguardando vuestras órdenes capitán.
-Bien,
todo el imperio tiene sus ojos puestos en nosotros, no les hagamos
esperar más. Dirija la maniobra de partida comandante.
Sin
perder un segundo empecé a dar órdenes a través del transmisor.
-Señor
Ren, al timón...Suelten amarras...Larguen velas...
Algo
iba mal, el trinquete y el palo mayor desplegaron sus velámenes
pero...
-Ingeniería,
¿Qué pasa con el palo de mesana, porqué aún tiene el trapo
replegado?
-Dadme
unos segundos señor comandante... -La voz de la teniente Mina sonó
clara a través del altavoz pegado a mi oído.
-Teniente,
sea lo que sea soluciónelo, ¡ya!
-¡Listo!
La
mesana desplegó por fin sus velas y estas se hincharon al acoger los
vientos solares.
-Señor
Ren, fije el rumbo.
-Rumbo
fijado comandante.
-Leven
el ancla!
El
JTK, libre ya del último punto de unión que tenía con el muelle
espacial salió en pos de las estrellas. Me volví hacia La Rouge.
-Capitán,
hemos zarpado con éxito.
-Bien
hecho comandante. Sr Ren, magnífica maniobra.
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Horas
más tarde, camino del comedor de oficiales, coincidí con la
teniente Mina en uno de los ascensores.
-¿Qué
ha sucedido esta mañana con el velamen teniente? -pregunté.
-Las
drizas de mesana se enredaron señor. No volverá a suceder.
-Eso
espero.
Aproveché
para echar un buen vistazo a nuestra ingeniera jefe. Medía alrededor
de 1.80 metros, pelo negro, las arrugas de su nariz, típicas en la
gente de su raza, la hacían aún más atractiva cuando te
acostumbrabas a ellas, boca grande y un cuerpazo capaz de derretir un
sandwich de queso desde el otro lado de la habitación.
El
ascensor llegó a su destino y cedí el paso a la oficial. Aproveché
la ocasión para observarla, por primera vez, desde atrás. Debo
decir que me gustó lo que vi. Se me ocurrió que, tal vez, esa mujer
podría hacerme olvidar a Lilandra.
------------------
Ya
que he mencionado a Lilandra, tal vez sea el momento de aclarar al
lector el motivo por el que cargo con un simbionte de Trill. Todo
sucedió durante mi anterior destino en la estación espacial
“Espacio Profundo 7”
Fue
en esa época que conocí a Lilandra Norn, es decir, la unión de la
humanoide Lilandra y el simbionte Norn. Intimamos y nos enamoramos.
Fueron tres de los mejores meses de mi vida. Vivimos un auténtico
romance, de hecho, ya estábamos haciendo planes de matrimonio.
Entonces sobrevino el ataque de los corsarios de Orión.
Lilandra
resultó herida de muerte, pero el simbionte que cargaba, Norn,
resultó ileso. Lo malo es que no había ningún trill disponible
para trasplantar a Norn, el único que había en la estación en ese
momento ya estaba unido. Yo me ofrecí voluntario para esa unión.
Sabía
que Norn conservaría los recuerdos de Lilandra y eso sería como si
ella siguiera viva de alguna forma. La unión solo debía de durar un
par de días, hasta que llegaran un cirujano trill y un nuevo
anfitrión. En solo pocos días esa unión no sería definitiva y
podrían separarnos sin poner en peligro nuestras vidas. Tres días
más tarde llegaron los trill, el nuevo anfitrión era un hombre
llamado Jórum. No se porque,pero yo esperaba una mujer. Supongo que,
inconscientemente, esperaba continuar mi relación con el nuevo
anfitrión.
El
caso es que todos nos llevamos una sorpresa. Cuando ya estaba todo
preparado para el trasplante, el cirujano trill, no recuerdo su
nombre, descubrió algo sorprendente. Por lo visto el simbionte
reaccionó de un modo anómalo con mi fisonomía humana y la unión
ya estaba completa. Si extirpaban a Norn, Lawrence Selvy moriría.
Y
así fue que me convertí en Laurence Norn, ya que decidí, en
recuerdo de mi amada, adoptar la costumbre trill y substituir mi
apellido por el nombre del simbionte. Los primeros días fueron muy
difíciles, no solo recordaba mi amor por Lilandra, también
recordaba el amor que sentía Lilandra por mi. Además, no se
imaginan vuestras mercedes lo que es recordar siete vidas. Al
principio no sabia si era Lawrence, Lilandra, Torin o cualquiera de
los otros.
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Por
fin llegamos a Bajor y la capitán dio permiso a la tripulación
durante la tarde. Pedí a la teniente Mina que me guiase en una
visita a los lugares más interesantes de su planeta natal. Ella
aceptó y debo decir que es una magnífica cicerone. Bajor es un
planeta realmente hermoso y su arquitectura antigua es notable. Debo
confesar al lector que aproveché la circunstancia para intentar
intimar con ella y que, hasta cierto punto, logré mi propósito.
Y,
aunque no tengo pruebas fehacientes de ello, creo que fue durante esa
breve estancia en Bajor cuando embarcó un indeseado polizón.
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III
Bitácora
personal del comandante Lawrence Norn, a 7 de junio del año de
Nuestro Señor de 1840.
Esta
mañana hemos atravesado el agujero de gusano cercano a Bajor. Ha
sido una experiencia fascinante. Se dice que el pasadizo está
habitado por unos seres atemporales de energía pura, aunque yo no he
sido capaz de ver nada parecido.
Ahora
navegamos por esta zona inexplorada. Este es el verdadero inicio de
nuestra misión. ¿Qué encontraremos ahí fuera? ¿Con cuantas
nuevas civilizaciones haremos un primer contacto? Ahora se lo que
sentían los primeros exploradores: Archer, Pike o el hombre en cuyo
honor fue bautizada nuestra nave, Kirk...
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Me
encontraba en el puente, al mando de la nave mientras La Rouge
descansaba cuando el comunicador de Grant emitió un pitido.
-Aquí
Mina- La voz de la hermosa bajorana sonó a través del comunicador
con un tono de angustia.- Se trata de un miembro de mi personal, la
alférez Li, tendría que haberse presentado a su puesto hace quince
minutos. No responde a mis llamadas. Creo que puede haberle pasado
algo malo.
-Tranquilícese
teniente -respondió nuestro jefe de seguridad. -Veré que puedo
hacer
-Gracias,
señor Grant.
-Grant
a la alférez Li.- No hubo respuesta.
-Señor
comandante, si me permitís -intervino nuestro timonel.
-Adelante
señor Ren. ¿Sabe algo de la alférez Li?
-Nuestros
camarotes se encuentran en el mismo pasillo señor. Cada mañana
coincidimos en el ascensor al comenzar nuestro turno. Esta mañana no
la he visto, tal vez aún se encuentre en su camarote.
Grant
me miró y le hice un gesto afirmativo.
-Vaya
señor Grant.
-Quiero
a dos miembros de seguridad en el nivel 6 puerta 23, ahora. -Dijo a
través del comunicador y salió disparado al ascensor y se dirigió
al nivel 6.
Quince
o veinte minutos después mi comunicador emitió un silbido.
-Aquí
Norn.
-Soy
Grant comandante
-¿A
encontrado a la alférez Li?
-A
lo que queda de ella.
-¿Cómo
dice?
-Señor,
será mejor que vengáis vos y la capitán, no puedo decir más por
el comunicador.
-Vamos
para allá.
Avisé
a la capitán y nos reunimos con Grant en la habitación de la
alférez desaparecida. En el pasillo de la cubierta 6 nos cruzamos
con la teniente Mina, parecía muy alterada, pero se limitó a
saludarnos con una leve inclinación de cabeza y desapareció por el
ascensor sin pronunciar una palabra.
Encontramos
a Grant sentado en un sofá con el rostro hundido entre las manos.
-¿Qué
ha pasado aquí Sr. Grant? -preguntó La Rouge.
-Capitán,
espero que tenga vuestra merced el estómago fuerte y lo mismo va por
vos comandante.
Grant
nos señaló el dormitorio y la capitán y yo entramos en él. Lo que
vimos allí nos dejó horrorizados.
La
joven alférez estaba tendida en medio de un charco de sangre. Tenía
un gran corte a la altura del estómago por el que sus órganos
internos se habían derramado. Parecía una herida de sable y solo
los oficiales tenían permiso para usar tales armas cuando vestían
el uniforme de gala. Lo comenté con Grant.
-No
es concluyente señor -respondió. -Muchos tripulantes poseen armas
de ese tipo. Casi siempre cedidas por algún familiar que había
servido en la flota y ahora retirado. Las traen como amuleto o como
elemento de decoración en sus cabinas a la espera de ganar su propio
sable y el derecho a portarlo.
-¿Qué
clase de criatura puede haberle hecho eso a esa chica? Era casi una
niña. -La voz de La Rouge temblaba de horror y de rabia.- Lo que le
han hecho a esa joven es una obscenidad que clama a todos los dioses.
Grant
nos miró a ambos.
-No
se quien o qué ha hecho esto, pero lo averiguaré y cuando lo tenga
en mis manos ni todos esos dioses a los que vos clamáis, capitán,
podrán salvarlo de mi justa ira.
------------
Dos
horas más tarde, el doctor Bashir nos presentaba el informe de la
autopsia a La Rouge y a mi.
-¿Qué
puede decirnos doctor? -pregunto la capitán.
-Que
la herida no fue infligida por un sable, de hecho, la alférez Li no
fue asesinada por un arma.
-Explíquese.
-Veréis
capitán, lo primero que hice fue examinar la herida con mi tricorder
en busca de esquirlas de metal, siempre quedan algunas, de tamaño
microscópico, en los bordes de la herida, pero no encontré ninguna.
Sin
embargo, encontré otra cosa, algo que me pone los pelos de punta
cuando pienso en las terribles posibilidades que conlleva.
-¿De
qué se trata doctor? -inquirí impaciente por los circunloquios de
Bashir.
-Lo
que encontré fueron restos orgánicos que no pertenecían a la
alférez.
-¿Quiere
decir que la atravesó algo vivo?
-Así
es comandante, pero eso no es lo peor. Examiné esos restos y tienen
una gran propiedad mutagénica.
-¿El
asesino es un cambiaformas? -exclamó la capitán.
-Exacto,
de una especie desconocida y por lo que he podido deducir de esos
restos, con una gran capacidad para cambiar de aspecto.
-¿Quiere
eso decir que podría adoptar el aspecto de cualquier miembro de la
tripulación? -pregunté.
-Por
lo que se comandante, puede adoptar cualquier forma. En estos
momentos podría estar frente a nosotros sin que lo advirtiésemos,
podría ser, incluso, la silla en la que vos estáis sentado.
La
Rouge se puso en pie mientras daba un violento golpe sobre la mesa.
-Comandante,
active la alerta roja. Quiero que usted y el señor Grant trabajen en
encontrar la forma de localizar y capturar a ese ser o, si eso último
no es posible, destruirlo. Ambos quedan libres de cualquier otra
obligación. Doctor, siga analizando esos restos, si descubre algo...
o mejor dicho, “cuando” descubra algo que pueda ser útil,
informe al comandante y a nuestro jefe de seguridad. Muévanse
señores, no pierdan el tiempo.
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IV
Bitácora
personal del comandante Lawrence Norn, a 7 de junio del año de
Nuestro Señor de 1840.
Anexo
:
Un
miembro de la tripulación, la alférez Li, ha sido asesinada a bordo
del JTK. Según los análisis del doctor Bashir, el asesino es un
cambiaformas de una especie desconocida. Por orden directa de nuestra
capitán, el teniente Grant y yo mismo debemos dedicar todos nuestros
esfuerzos en localizar y neutralizar a ese ser antes de que cause más
daños.
Que
Dios nos ayude.
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Grant
y yo elaboramos un plan de seguridad que consistía en los siguientes
puntos.
-Todo
el personal de la flota debía llevar encima la pistola lumínica
reglamentaria.
-Todo
personal fuera de servicio permanecería en sus camarotes.
Todo
el personal que permaneciese fuera de su camarote se movería en
pareja o en pequeños grupos.
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Horas
más tarde me encontraba en mi camarote, tenía ante mí una copa de
brandy sauriano, llevaba quince minutos mirándola fijamente y aún
no había probado una gota. Estaba pensando en Mina Lars. La bajorana
había encajado muy mal la noticia de la muerte de Alicia Li. Yo le
había informado de todo cuando ella entró en la enfermería
mientras el doctor me informaba de sus progresos, que no eran muchos
por cierto.
.
Lars
se arrojó a mis brazos y estuvo llorando sobre mi hombro durante
varios minutos. La abracé y estuve consolándola durante todo ese
tiempo, dándole suaves golpecitos en la espalda y susurrándole
palabras de consuelo al oído. Finalmente ella se calmó un poco y la
dejé con Bashir, quien le suministró un calmante y la dio de baja
del servicio por veinticuatro horas.
Bebí
un trago y sentí como el líquido bajaba por mi tráquea. No paraba
de darle vueltas al asunto y no se me ocurría nada. Decidí dar un
paseo, ya redactar el informe más tarde.
Salí
de mi habitación y me dirigí al comedor de oficiales, pedí un té
al cocinero, me senté en una butaca e intenté relajarme un poco.
-¿Le
molesto?
-¡Lars!
¿Se encuentra mejor?
-Si,
pero no puedo sacármelo de la cabeza. ¿Ha averiguado algo más?
-No,
todo este asunto es un maldito embrollo.
Mire
fijamente a la chica y sentí que me perdía dentro de esos bellos
ojos esmeralda.
-Lo
que me recuerda que aún tengo un informe que redactar. Tengo que
dejarla -añadí mientras me levantaba de la butaca.
-Le
acompaño- dijo ella- Creo que hoy me acostaré temprano.
Cuando
salimos del ascensor para dirigirnos a nuestro respectivos camarotes,
Lars se detuvo en medio del pasillo con la vista baja. Finalmente me
miró.
-Lawrence-
dijo- prométame que resolverá pronto este asunto.
Tengo
un mal presentimiento. Estoy muy asustada.
Apoyé
las manos en los hombros de la chica.
-Se
lo prometo. Tengo tantas ganas como usted de que esto termine.
Entonces
ella me dio un rápido beso en los labios.
-Esto
es para darle suerte- dijo.
-Creo
que voy a necesitar mucha más suerte que eso -respondí.
Me
besó de nuevo, y esta vez el beso fue mucho más largo.
--------
Estaba
en mi camarote, a punto de dormirme, cuando sonó el comunicador.
-Aquí
Norn.
-Comandante,
aquí Grant, se requiere vuestra presencia en la cubierta trece
señor.
-¿Qué
sucede teniente?
-La
criatura ha atacado de nuevo señor. Uno de los hombres de seguridad
a muerto.
-Voy
de inmediato.
Cuando
llegué al lugar de los hechos vi a Bashir examinando a la víctima,
junto él se encontraban Grant y otro hombre de seguridad.
-Informen.
-La
víctima era el subteniente Dimitri Nicolayev. Este es el alférez
Simón Estévez, hacía la ronda con Nicolayev, él me dio el aviso.
Miré
a Estévez, estaba pálido y sudoroso, a punto de entrar en shock.
-Cálmese
alférez. ¿Qué ha pasado aquí?
-Si
comandante. Dimitri y yo hacíamos la ronda cuando vimos a una mujer
de la tripulación. Él la identificó como Samantha nosequé, de
ingeniería. Nos acercamos para preguntarle porqué estaba sola,
contraviniendo las órdenes, cuando nos atacó. Se abalanzó sobre
nosotros y entonces su brazo derecho se transformó en un objeto
punzante y atravesó a mi compañero. Saqué mi pistola lumínica,
pero antes de que pudiera disparar ella se disolvió.
-¿Cómo
que se disolvió? ¿Qué quiere decir exactamente?
-Se
transformó en líquido señor y escapó por un conducto de
ventilación. Lo lamento comandante, no pude hacer nada, nos pilló
por sorpresa.
-Está
bien alférez. Puede retirarse, tiene el resto del día libre. Tal
vez debería ir a ver a la doctora Dax.
-Si
señor, gracias señor.
Me
agaché junto a Bashir que estaba inspeccionando el cadáver.
-¿Doctor?
-No
puedo hacer nada por él, comandante. Le ha atravesado el corazón.
-¿Como
va su análisis de las muestras de ese ser?
-Nada
nuevo señor. Claro que tengo muy poco material en el que trabajar.
-¿Podemos
destruirlo con nuestras armas?
-Sin
ninguna duda. Un disparo lumínico le matará, como a nosotros.
-Quiero
que encuentre la forma de identificar a ese ser. Que T'Brell y su
equipo le ayuden.
-Haré
lo que pueda comandante.
-Vaya
ya doctor. No se preocupe por el cadáver, seguridad se hará cargo.
Bashir
se alejó por el pasillo. Miré a Grant.
-Tenemos
un grave problema teniente.
-Nunca
me había enfrentado a algo así señor. Ese diablo mutante juega con
nosotros.
-Pues
tenemos que pararle como sea, antes de que él acabe con todos
nosotros.
---------------
Volví
a mi camarote, conecté la computadora y empecé a repasar todo lo
que sabíamos sobre cambiaformas. Existían tres especies con estas
características dentro del espacio del imperio, pero ninguna de
ellas tenía las capacidades que le suponíamos a nuestro letal
polizón. Me vi interrumpido cuando llamaron a la puerta de mi
camarote. Abrí la puerta, mi visitante era la Dra Ezri Dax.
-¡Dax!
¿Qué haces aquí? Sabes que es peligroso que andes sola por los
pasillos.
-Tenemos
que hablar -dijo.
-Pasa.
El
tuteo surgió de forma espontanea, como siempre que estábamos solos.
Ella y yo nos conocíamos desde hacía más de trescientos años. Es
decir, Dax y Norn se conocían desde ese tiempo y habían coincidido
más de una vez a través de distintos anfitriones.
-¿Qué
sucede Dax?
-¿Como
va vuestra investigación?
-Estamos
prácticamente como al principio. ¿Porqué lo preguntas?
-La
tripulación está muy nerviosa. Algunos ya hablan de dar media
vuelta y salir de esta zona desconocida.
-¿Es
grave?
-De
momento se mantiene la disciplina, pero los ánimos se están
caldeando. Si esta situación dura mucho, puede estallar un motín.
-Gracias
Dax. Hablaré con la capitán.
-Daros
prisa tú y Grant en encontrar a ese ser -añadió mientras hacía
el intento de abandonar mi camarote. La detuve antes de llegar a la
puerta.
-Te
acompaño -le dije. -No debes andar sola con ese ser rondando por la
nave.
-Como
quieras -aceptó.
La
dejé frente la entrada de su camarote y regresé al mio para seguir
con mi investigación.
V
Bitácora
personal del comandante Lawrence Norn, a 8de junio del año de
Nuestro Señor de 1840.
Mi
investigación sobre los cambiaformas ha llegado a un punto muerto.
Grant está peinando la nave por tercera vez en busca de nuestro
sanguinario polizón. El Dr Bashir se está quemando las pestañas
con el microscopio en busca de una forma para identificarlo. Todos
nuestros esfuerzos parecen inútiles.
La
capitán no estará muy contenta con mi informe de esta mañana.
----------
-No
parece que haya avanzado mucho comandante.
-Bashir,
Grant y yo estamos trabajando en ello capitán, pero ese demonio es
muy escurridizo.
-Doble
el contingente dedicado a la búsqueda de ese ser.
-No
se si serviría de mucho capitán. Por lo que sabemos de él, podría
formar parte de ese contingente sin que nos enteremos.
-Haga
lo que pueda comandante, haga más que eso, quiero resultados y los
quiero para ayer.
-Me
esforzaré capitán. Ya hablé con T´Brell para que trabaje con el
doctor.
-Bien
pensado. Sobre ese posible motín del que ha hablado nuestra
psicóloga, ¿qué piensa de ello?
-Pienso
que es pronto para hablar de motines. Tenemos una tripulación muy
bien preparada, no estarían en esta nave si no fuera así. Creo que
de momento resistirán, claro que ese mutante podría estar
mezclándose entre ellos susurrando ideas subversivas.
La
Rouge se cubrió los ojos con una mano en un claro gesto de disgusto
y frustración, pero recuperó la compostura en cuestión de
segundos.
-¿Porqué
está perdiendo el tiempo en mi despacho Sr Norn? Salga ahí y cace a
esa criatura.
-Lo
qué vos ordenéis capitán -respondí levantándome de un salto y
abandoné el despacho.
----------------
Pasé
por el dispensario para ver como les iba al doctor y a nuestra
científica jefe.
-¡Ah!
Señor comandante, estábamos a punto se llamaros.
-¿Han
descubierto algo nuevo doctor?
-Si
señor. Hemos podido establecer que el líquido es el estado natural
del mutante. No puede permanecer sólido mucho tiempo, tarde o
temprano tiene que regresar a su estado líquido, entonces es más
vulnerable.
-Bien,
es un avance, avisaré a Grant para que sus hombres busquen charcos
sospechosos. Sigan así y avísenme cuando tengan algo más.
Regresé
a mi despacho para repasar los archivos sobre especies cambiaformas
por si se me ocurría algo nuevo. Una vez más fui interrumpido por
Dax.
-Hola
comandante, ¿Cómo van tus pesquisas? -preguntó una vez dentro de
mi camarote.
-Progresamos
lentamente. ¿Qué estás haciendo aquí Dax?
Ella
me miró fijamente. Algo en esa mirada me advirtió que algo no
estaba bien. Sentí como se erizaban los pelos de mi nuca cuando fui
consciente de a quien tenía frente a mi.
-Realmente
sois una gente muy persistente -dijo.
-Tú
no eres Dax.
-No,
soy ese al que andáis buscando.
Lo
tenía frente a mi y casi no podía creerlo. No solo era idéntico a
nuestra psicóloga, hablaba y se movía como ella.
-¿Porqué
nos atacas?
-Porque
no sois bienvenidos. Este sector de la galaxia pertenece al Dominio.
-¿El
Dominio?
-Mi
raza. Pensé que si os veíais atacados retrocederíais, o que
provocaría un motín, veo que me equivocaba.
-Puedes
jurarlo -respondí.
Agarré
un pesado adorno que tenía en mi mesa y se lo lancé a la cabeza. La
atravesó como si estuviera hecha de gelatina dejando un gran agujero
en su cara, pero rápidamente recuperó su forma y me atacó con sus
brazos que adquirieron forma punzante. Me dejé caer y rodé hacia
atrás sobre mi escritorio alejándome de ella y saqué mi pistola
lumínica. Antes de que pudiera disparar, la criatura adquirió forma
líquida y saltó hacia el conducto de ventilación. Fue lo más
extraño que había visto en mi vida, era como una cascada moviéndose
hacia arriba. Me dirigí al comunicador y contacté con
mantenimiento.
-Aquí
el comandante Norn. Sellen de inmediato los conductos de ventilación
de la cubierta doce.
Moví
la mesa hasta situarla bajo el conducto, me subí encima y, con mucho
cuidado, miré a través de la rejilla del conducto al interior del
mismo, el mutante había desaparecido.
Se
registró todo el conducto a fondo, pero no encontramos ni rastro del
cambiaformas. Supongo que debió deslizarse por otra rejilla y adoptó
una nueva forma para pasar desapercibido.
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Horas
más tarde, tras presentar a nuestra capitán el informe de mi
tropiezo con el mutante, me encontraba en mi camarote, estrujándome
la sesera para encontrar una forma de neutralizar a ese ser, Pero no
se me ocurría nada, otro tema interrumpía la línea de mis
pensamientos; la imagen de nuestra bella jefe de ingenieros.
Finalmente, me decidí y me dirigí a su camarote.
-¡Comandante!
No os esperaba señor -exclamó cuando me abrió la puerta.
-No
es una visita oficial Lars. Puede ahorrarse el tratamiento.
-Entonces...¿A
qué se debe esta visita?
-¿Puedo
pasar o quiere que mantengamos esta conversación en el pasillo?
-¡Oh,
lo siento! Pase, por favor.
Entré
en el camarote y eché un rápido vistazo al interior. Estaba
decorado sobriamente, pero con buen gusto. En un rincón destacaba un
altar dedicado a los Profetas, los dioses bajoranos, en el que
quemaban varias velas ceremoniales.
-¿Puedo
ofrecerle una bebida? Tengo una botella de brandy bajorano que seguro
será de su agrado.
Acepté
la copa y mientras ella abría la botella y escanciaba su contenido
en sendas copas, me instalé en un sillón.
-Dígame
que le parece -dijo mientras me ofrecía una de las copas. Le dí un
pequeño sorbo, era una bebida fuerte, que dejaba un leve aroma
afrutado en el paladar.
-Excelente
-respondí.
Ella
se sentó frente a mi, en el otro sillón a juego con el que yo
ocupaba. No pronunció palabra, solo se quedó observándome,
esperando que expusiera el motivo que me había llevado allí.
-¿Cómo
se encuentra Lars? Me pareció que la muerte de la alférez Li la
había afectado bastante.
-Ella
y yo nos conocíamos de hace tiempo, servimos juntas en nuestro
anterior destino. Lo estoy superando, gracias por interesarse.
-Es
parte de mis obligaciones.
A
esas palabras siguió uno de esos silencios incómodos que,
finalmente, rompió la bajorana.
-Comandante...
-Lawrence
-la interrumpí.
-¿Perdón?
-No
estamos de servicio, llámeme Lawrence.
-Bien,
Lawrence, si solo estaba interesado en mi estado anímico no tenía
porque venir hasta aquí, podía haberme llamado por el comunicador.
Así que... ¿Cuál es el motivo real de su visita?
Era
una buena pregunta. ¿Qué estaba haciendo realmente allí? Una vez
más, la visión de sus ojos hizo que me diera un vuelco el corazón.
-Lars,
es usted una mujer tan inteligente como bella. Estoy seguro que habrá
notado que siento cierto interés por su persona.
-¿Solo
cierto interés? -dijo ella en tono divertido.
-Lo
cierto es que creo que me he enamorado de usted.
-¿Lo
cree?
Bella,
inteligente y astuta. ¿Qué más podía pedir?
-No,
no lo creo, estoy convencido de ello.
Ella
se levantó, se acercó hasta mi, se sentó sobre mis rodillas y pasó
un brazo sobre mis hombros.
-Eso
está bien Lawrence, porque yo también lo estoy de ti.
Nuestras
bocas se unieron en un largo beso que se vio interrumpido por mi
comunicador. Respondí a la llamada con fastidio.
Era
Bashir.
VI
Entré
en el dispensario donde Bashir y T'Brell estaban haciendo pruebas con
las muestras de ese ser. Observé que estaban usando un comunicador.
-Bien
doctor. ¿Qué eso eso tan importante que quiere comunicarme?
-Comandante,
T'Brell y yo hemos encontrado una forma de descubrir a ese ser.
-¡Magnifico!
Sabía que entre ambos lo lograrían. ¿De qué se trata?
-Ultrasonidos
-intervino T'Brell. -Hemos descubierto que si lo sometemos a ciertas
frecuencias ese ser no puede mantener el estado sólido.
-¿Están
completamente seguros de que funcionara?
-Del
todo comandante.
-Bien,
emitan ese sonido a través de ese comunicador. Asegurémonos de que,
por lo menos nosotros tres, somos quienes afirmamos ser.
T'Brell
manipuló el comunicador y lo levantó en alto.
-No
oigo nada -dije.
-Recordad
que se trata de ultrasonidos señor. No podemos oírlos, están por
encima de nuestro portal de audición.
-¿Está
emitiendo ahora mismo?
-Afirmativo.
-Bien.
Veo que ninguno de nosotros se está licuando. No hablen de esto con
nadie. Voy a hablar con la capitán y elaboraremos un plan de acción.
-----------
Entré
en el puente con el comunicador oculto en un bolsillo y lo puse en
marcha. Por fortuna ninguno de los presentes sufrió cambio alguno.
-Capitán.
¿Podemos hablar en privado?
La
Rouge se levantó y me indicó la puerta de su despacho.
-Sr
Wayne, el puente es suyo -dijo dirigiéndose al oficial que ocupaba
la estación de seguridad. Vamos comandante.
Entramos
en el despacho bajo la atenta mirada del personal de puente.
-¿Qué
es lo que tiene comandante?
Le
mostré el comunicador y le conté lo que T'Brell y Bashir habían
descubierto.
-¿Cuanta
gente tiene conocimiento de esto?
-T'Brell,
Bashir, yo mismo y ahora vos capitán.
-¿Como
sabe que yo no soy esa criatura?
-Entré
en el puente con este artilugio en marcha, capitán.
-Bien.
Convoque una reunión del estado mayor dentro de una hora. Veremos de
elaborar un plan para deshacernos de ese esquivo asesino.
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Una
hora más tarde estábamos todos los oficiales mayores reunidos en el
comedor, solo faltaba la capitán.
-¿A
qué se debe esta reunión comandante? -preguntó Grant.
-Cuando
llegue la capitán se les informará.
Justo
en es momento entró La Rouge y se sentó a la cabecera de la mesa.
-Proceda
señor Norn.
-Tengo
algo que mostrarles -dije mientras accionaba el comunicador
modificado y lo dejaba sobre la mesa.
-¿Qué
sucede con ese aparato? -preguntó Mina.
No
respondí a la pregunta, me limité a observar a los presentes por si
había algún cambio.
-¿Se
encuentra bien Sr Grant? -pregunté. -De pronto ha empezado usted a
sudar copiosamente.
-No,
no se que me pasa...yo...
El
rostro de Grant empezó a desdibujarse, como si se derritiera. Saqué
mi pistola lumínica y dispare a bocajarro. La criatura se licuó
completamente formando un charco de reflejos dorados. Se removió
durante un rato, como si intentara recuperar la forma, pero
finalmente quedó inmóvil. Entonces fuimos testigos de un curioso
fenómeno, el líquido del que estaba formado empezó a solidificarse
y a oscurecer, finalmente quedó convertido en un montón de polvo
negro.
-Parece
que hemos acabado con él -dijo La Rouge. -T'Brell, traiga un
recogedor y un contenedor para productos tóxicos.
-¿Qué
piensa hacer con esa cosa? -pregunté.
-Colgarlo
del palo mayor, como advertencia para otros de su raza.
-¿Y
qué ha pasado con el verdadero Grant? -preguntó Bashir.
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Encontramos
a Grant en su camarote, muy mal herido. El mutante le había atacado
poco antes de que empezara la reunión. Seguramente, ese ser le había
dado por muerto. Le trasladamos al dispensario y Bashir nos aseguró
que se recuperaría, aunque llevaría tiempo.
Epílogo
Llamé
al camarote de Lars con una botella del mejor whisky escocés en la
mano.
Cuando
abrió la puerta no pareció sorprendida de verme.
-Pasa.
-¿Es
un buen momento para continuar nuestra conversación? -dije mientras
le entregaba la botella.
Ella
la cogió y la dejó encima de un mueble.
-Creo
que cuando nos interrumpieron ya no estábamos conversando.
-¿No
vas a abrir la botella?
-Luego
-respondió mientras cogía mi mano y me llevaba hasta su camastro.
Como
comprenderán vuestras mercedes, el buen gusto me impide relataros lo
que sucedió a partir de ese momento. Pero, sin duda, vuestra
imaginación sabrá rellenar ese hueco.
FIN
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