STAR TREK - JTK

Star Trek-JTK narra las aventuras de la nave de la Federación de Planetas Unidos -USS James T. Kirk-.

La acción se inicia unos tres años después de los hechos narrados en DS9.

viernes, 10 de julio de 2020

B&D 03 - El retorno de los 7 mercenarios


I


Somos nuestra memoria,

somos ese quimérico museo de formas inconstantes,

ese montón de espejos rotos.


Jose Luis Borges

(Elogio de la sombra)



B'Elena y Llorenç Dax estaban disfrutando de un merecido descanso en una localidad costera de Risa.

Ella lucía un bañador blanco que se ajustaba a su cuerpo como una segunda piel, lo que la convertía en el blanco de la mirada de la mayoría de los seres de sexo masculino de los alrededores.

Él llevaba un bañador tipo bermudas de color fucsia y también atraía la mirada de muchas féminas, pero estas disimulaban un poco más cuando percibían la mirada furibunda de la klingon.


Se encontraban en la terraza de un bar, a pie de playa, disfrutando de unos mojitos, cuando un tipo se acercó a ellos.


-¿Son ustedes B'Elena y Llorenç Dax?


El que había hecho la pregunta era un trill de mediana edad.


-Depende -respondió Dax.


-¿De qué?


-De quién y porqué lo pregunte.


-Me llamo Narso Lemar. Un conocido me habló del trabajo que hicieron ustedes dos, junto a varios compañeros, en Kentara V.


-Ya no actuamos como mercenarios.


-Es que, a diferencia de esos aldeanos, yo pago muy bien.


Dax intercambió una mirada con su compañera.


-¿De qué se trata?


-De rescatar a alguien que ha sido secuestrado.


-Pague el rescate, será menos complicado.


-No me fio de que los secuestradores dejen a esa persona en libertad una vez hayan cobrado.


-¿Es que sabe quién ha perpetrado el secuestro?


-Lo se. Ha sido el Sindicato de Orión.


Dax emitió un largo silbido.


-Amigo, esas son palabras mayores. No nos interesa.


-El dinero no es problema. Diga una cifra.


-Ni por todo el latinio del cuadrante. Meterse con el Sindicato es un suicidio, y yo aprecio mucho mi vida, y mi compañera también.


-Cincuenta mil lingotes.


Dax, que se había llevado el vaso a los labios, se atragantó al oír la cifra.


-Pero... ¿Cuanto piden los secuestradores?


-La mitad de esa cifra. Pero, como ya le he dicho, el problema no es el dinero.


-Le diré lo que haremos. Iremos a un lugar más tranquilo y nos contará su historia. Si esa historia nos convence, tal vez, y he dicho tal vez, aceptemos el trabajo.


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Se reunieron en la habitación de B'Elena y Dax. Narso les contó su historia.


-Tal vez hayan oído hablar de mi. Poseo una agencia de transportes que opera por todo el cuadrante.


-¿La Lemar Transports? -preguntó Llorenç.


-Esa misma. El caso es que hace un par de años pasé por algunos apuros económicos, mi empresa estaba a punto de quebrar y... bueno, digamos que me asocié con quien no debía.


-El sindicato.


Si. La cosa fue bien. Conseguí salvar la empresa y pagar lo acordado al sindicato. Creía que todo había ido de maravilla, pero me equivocaba. Pronto me exigieron más dinero, en concepto de “cuota” por estar asociado al sindicato. Yo ya había roto relaciones con ellos, ya habían cumplido su función, pensé, de modo que me negué a soltar más dinero.


-Y de ahí lo del secuestro. ¿Quién es la víctima?


-Mi hijo, Rolan.


-¿Qué edad tiene el chico?


-Doce años.


-¿Tiene idea de donde lo retienen?


-No, pero dudo que lo hayan sacado de Trill.


-Es posible. El sindicato no se complica la vida. Van a lo seguro y sacar al chico del planeta es arriesgado.


-Entonces...¿Lo harán?


-Esto es lo que haré, sr Lemar. Haré algunas llamadas, tengo algunos contactos. De lo que resulte de esas llamadas, aceptaré el trabajo o no. Ahora puede irse, cuando haya tomado una decisión se lo comunicaré.


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-Llorenç Dax! Cuanto tiempo sin verte, caramanchada. ¿Qué quieres del viejo Tumar, muchacho?


Dax sonrió ante la imagen del no tan viejo cardasiano que aparecía en la pantalla del sistema de comunicaciones del Belleza Klingon.


-¿Tú que crees? Necesito información.


-¿Qué clase de información?


El trill le informó sobre el secuestro de su joven compatriota.


-Es mucho lo que me pides. Si el sindicato se enterase de que te doy esa clase de información mi vida no valdría un céntimo.


-¡Vamos Tumar! Tú siempre has sabido esconder muy bien tus huellas.


-Y tú siempre has sido un adulador... Está bien, veré que puedo averiguar... pero después de esto, ya no te deberé ningún favor.


-Me debes unos cuantos.


-Y yo arriesgo mucho.


-De acuerdo, pirata. Es un trato. Por cierto... ¿Sabes por donde para Chandra?


-Si aún no lo han despachado, lo encontrarás en la cárcel de Desperation City.


-Bien. ¿Cuando tendré noticias tuyas?


-Veintiocho horas. Yo te llamaré.


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-Por lo menos esta vez la paga es buena -dijo Thargor tras escuchar la oferta de Dax. -Supongo que reclutarás a mas gente.


-La idea es reunir a siete, es un buen número, la otra vez funcionó bastante bien.


-Si tú lo dices... ¿A cuantos tienes?


-Tres. B'Elena tú y yo.


-Cuatro, Lenora viene conmigo.


-¿Lenora?


-La chica tiene golpes escondidos. Intenté enseñarle a disparar un phaser, pero resultó tener un talento innato para ello, dispara mejor que yo y es más fuerte de lo que parece.


-Esto no es una excursión al monte, Thargor. ¿Respondes por ella?


-No te defraudará, te lo aseguro.


-Bien, nos vemos en Fenris, en Trill, en tres días.


-Allí estaremos.


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II


Desperation City era una colonia minera de Venaris IV, un planeta tan alejado de cualquier ruta habitual y con un clima tan duro, que solo estaba habitado por los despojos del cuadrante.

En un lugar así, es fácil encontrar funcionarios corruptos, abundan tanto como las amapolas en un trigal. Uno de esos funcionarios estaba haciendo de guía a Dax por las entrañas de la cárcel. El lugar parecía sacado de una novela antigua. Paredes de piedra, barrotes de acero y celdas pequeñas con un simple camastro de madera en su interior.


-Ahí lo tiene, señor -dijo el carcelero señalando una de las celdas.


Dax se acercó a la puerta de la celda y pudo ver a un bajorano sentado en su camastro leyendo un libro. Era un libro de verdad, hecho de papel impreso, con cubiertas de cartón.


-Hola, Chandra. ¿Cómo te va?


El aludido levantó la cabeza al reconocer la voz.


-¡Dax! No tan bien como a ti, según parece.


-¿Te gustaría salir de aquí?


-Vaya pregunta. ¿Qué tengo que hacer?


-Ya te contaré .respondió el trill. Y volviéndose hacia el carcelero preguntó -¿Cuanto?


-Veinte lingotes.


-Diez.


-Arriesgo mucho, señor... Quince.


-Hecho. Abre la puerta.


-¿Y el latinio?


Dax sacó una ficha de juego de su bolsillo y se la entregó.


-Ve a la cantina, entrega esto al propietario y te dará el latinio.


El funcionario se guardó la ficha en un bolsillo y empezó a abrir la puerta.


-¡Eh, amigo! ¿Porqué no me sacas también a mi?


Dax se giró y observó al que había pronunciado esas palabras. Se trataba de un romulano con una fea cicatriz que le cruzaba el lado izquierdo del rostro.


-¿Porqué está ese aquí?


-Mató a cuatro hombres en una pelea de taberna, señor. Usó un simple cuchillo de mesa para hacerlo.


Dax se acercó al romulano.


-Donde voy los cuchillos no son suficientes. Se necesitan phasers.


-Se me dan mejor que los cuchillos.


-¿Cuánto por este?


-Otros quince.


-De acuerdo. Libéralo.


-Me llamo Soral.


-Yo soy Dax. No hagas que me arrepienta de sacarte de aquí.


-Te debo la libertad. No te fallaré.


-Larguémonos de aquí, este lugar apesta.


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Dax les condujo directamente al Belleza Klingon, pero al pasar junto a la taberna del astropuerto, Chandra sugirió entrar para tomar una cerveza.


-Ya beberás en la nave.


-Llevo tres meses encerrado en ese agujero. Quiero una birra auténtica y no mierda replicada.


-Está bien, solo una.


-Eres un buen amigo.


Pidieron tres cervezas locales, fuertes y amargas. Dax se puso a observar al personal que abarrotaba el local.

Llamó su atención, en una de las mesas, una caitiana que discutía con dos tellaritas. El trill no podía oír lo que decían a causa de la distancia y del ruido reinante en el tugurio, pero el lenguaje corporal de los tres era evidente. De pronto, la mujer dio una patada a la mesa derribándola encima de los hombres y se puso en pie, con las manos cerca de sus armas. Los tellaritas se levantaron y sacaron sus phasers. Ella fue más rápida, con un movimiento tan veloz que Dax apenas pudo seguirlo, desenfundó las dos armas que pendían sobre sus caderas y disparó. Los dos hombres cayeron al suelo con el pecho chamuscado. Ella enfundó, puso la mesa en pie y se sentó de nuevo.


-La chica es buena -dijo Chandra.


-Lo es. Tomaos otra cerveza mientras hablo con ella.


Fue hacia la mesa, cogió una de las sillas derribadas y se sentó frente a ella.


-Me llamo Llorenç Dax.


-Pues yo no, piérdete caramanchada,


-No te sulfures, esos dos no eran amigos míos, solo quiero proponerte un negocio.


-Habla.


-Estoy contratando pistoleros para un trabajito en Trill.


-¿Cuanto?


-Cinco mil lingotes por cabeza.


-¿Y qué hay que hacer, invadir alguna luna?


-No, nada tan complicado. Solo hay que rescatar a un niño secuestrado.


-No me lo estás contando todo.


-Los secuestradores son una célula del sindicato.


-Claro, por esa paga, no podía ser tan fácil.


-Son cinco mil lingotes.


-Me apunto. ¿Cuando marchamos?


-Ahora mismo. ¿Llevas equipaje?


-Viajo con lo puesto.


-Entonces vamos. ¿Cuál es tu nombre?


-Me llamo Lenixx.


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El Belleza Klingon disponía de tres camarotes, así que los nuevos aliados ocuparon los otros dos, los dos hombres uno de ellos y la caitiana el otro.

Mientras ellos descansaban, B'Elena y Dax pusieron rumbo a Trill.


-Parece que, por fin, conoceré tu mundo de origen -dijo la klingon.


-No es gran cosa, un mundo como otro cualquiera.


-Hay algo que siempre me ha intrigado de tu gente.


-¿El qué?


-¿Cuando empezaron a unirse las dos especies? ¿Como aprendieron que podían hacerlo? ¿Porqué decidieron hacerlo?


-No está muy claro. Los registros de la época son escasos, y muy vagos.


-Pero algo sabréis al respecto. Supongo que un hecho histórico de esa importancia debe enseñarse en las escuelas.


-Verás... Al principio, las dos especies no tenían apenas contacto. Los humanoides vivían en la superficie del planeta, mientras que los simbiontes vivían en cuevas subterráneas. Pero hace “muchos siglos”, no se sabe cuanto exactamente, unos dicen que ochocientos años, otros que mil doscientos, otros dicen que incluso más, hubo un desastre ecológico. También hay varias teorías sobre que tipo de desastre.


-No parece que tu gente lo tenga muy claro.


-Como te dije, los registros de aquella época...


-Ya, ya... continúa.


-El caso es que la especie humanoide tuvo que refugiarse bajo tierra. Eso provocó que las dos especies se relacionaran e interactuaran. Colaboraron y ambas pudieron sobrevivir. No se sabe como averiguaron que podían fusionarse en esa peculiar simbiosis, pero lo hicieron y eso les hizo más fuertes. Para cuando los humanoides pudieron salir a la superficie, ambas especies eran ya interdependientes biológicamente. Y así hasta nuestros días.


-Ya veo...Las especies simbióticas siempre surgen de una necesidad mutua.


-Anda, vamos a la cama.


-¿Ya tienes sueño?


-En absoluto -respondió el trill con una sonrisa.

























III


-Hola Tumar. ¿Qué has averiguado?


-Nuestras sospechas se han confirmado. El chico sigue en Trill, en un chalet de montaña bastante aislado, en la Región de los Lagos. Te paso las coordenadas exactas.


-Sabía que no me fallarías, viejo.


-¿Alguna vez te he fallado? Ahora estamos en paz, caramanchada.


-Así es. Pero tengo una propina para ti.


Dax tecleó varios códigos y se los envió al cardasiano.


-¡Quinientos lingotes! Eso si que es una buena propina.


-Para tu plan de jubilación. No te lo gastes todo en vino y mujeres.


-Gracias Dax. Llámame siempre que quieras.


-Lo haré... Adiós.



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Dax cerró el comunicador y salió a la sala común. Se encontró con sus nuevos aliados que le estaban esperando con el semblante muy serio.


-Nos hemos enterado que el total de la recompensa es de cincuenta mil -dijo Chandra.


-Lo siento, Dax -dijo B'Elena. -Se me escapó.


-No pasa nada, no es ningún secreto. ¿Cuál es el problema?


-Tú nos has ofrecido cinco mil -dijo Soral. -Y cinco por siete son treinta y cinco. ¿Qué pasa con los otros quince mil? Todos arriesgamos la vida en este trabajo.


-¿De donde creéis que ha salido la pasta para sacaros de la cárcel? Y para compraros ropa y armas. Un disruptor romulano y un phaser bajorano no son fáciles de encontrar, ni baratos. ¿De donde sale la pasta para pagar a mi informante? O el combustible de la nave. ¿De donde saldrá la pasta para alquilar siete speeders cuando lleguemos a Trill? ¿De donde...?


-Vale, vale, lo hemos captado -dijo Chandra.


-Si sobra algo lo repartiremos a escote, podéis estar tranquilos.


-Lo siento. No caí en eso.


-No hablemos más del asunto.


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Los demás se fueron a dormir, así que Dax y B'Elena se quedaron solos en la sala común.


-¿Sabes? Lo que me contaste ayer sobre los trills, despertó muchas preguntas en mi mente.


-¿Sobre qué tema?


-Sobre lo poco que se de ti en realidad.


-¿Por ejemplo?


-¿Cuantos anfitriones ha tenido Dax?


-Yo soy el octavo.


-¿Y quienes fueron los otros siete?


-¿Cómo quieres que los enumere, a partir del primero o prefieres que vaya hacia atrás?


-Hacia atrás.


-El huésped anterior a mi, fue Zorán. Trabajó como ingeniero en varias naves de la Flota Estelar, nunca alcanzó un puesto de importancia, pero estaba bien considerado. De él he heredado la pasión por el viaje espacial.

Y el anterior a él, fue... Tamo.


-Lo dices como si tuviera que conocerle.


-¿No has oído hablar de Tamo Dax?


-No. ¿Debería?


-¿Has estado viviendo en una cueva antes de conocerme?


-¿Quién diablos era Tamo Dax?


-Él era actor. Fue muy famoso en su tiempo. Hizo giras por todo el cuadrante. Aún es admirado. Cuando lleguemos a Trill, pregunta a cualquiera por Tamo Dax y verás. Incluso hay un teatro en la capital que lleva su nombre.


-Supongo que de él habrás heredado esa capacidad tuya para enredar a la gente. Lo siento, no lo conozco. No me interesan demasiado el teatro o las holonovelas.


-¡Klingons!


-Continúa.


-Antes de Tamo estuvo Lenara, una buena bióloga y antes que ella estuvo Galia. Galia era escritora, publicó varias obras menores, firmaba con el seudónimo de Aura Belar.


-¿Aura Belar? ¡He leído toda su obra!


-¿Te gustan las novelas románticas? -dijo Dax con una sonrisa. -Nunca lo hubiera dicho.


-No te rías. Aura tenía un estilo muy klingon.


-¿En serio?


-Deberías saberlo, cargas con sus memorias.


-Nunca se me había ocurrido calificarla como “muy klingon”.


-Sigue.


-El anterior fue Masaro. Era piloto de pruebas. Estuvo a punto de ser uno de los primeros trills en salir al espacio exterior, fuera de nuestro sistema.

Antes que él, estuvo Aura, era médico. Galia creó su seudónimo inspirándose en ella.

Y, por fin, llegamos al primer anfitrión, Torin. Era abogado.

Y ya conoces la saga de los Dax. ¿Qué opinas?


-Bueno, es una curiosa miscelanea de oficios... médicos, artistas, ingenieros... ¿Y cómo acabó Dax en las tripas de un contrabandista?


-Yo estaba en Deneb IV, en prisión. Me atraparon cuando estaba robando, por encargo, una valiosa joya. Un día se presentaron ante mi celda unos oficiales de la Flota Estelar. Eran los oficiales del USS-Siracusa, la nave donde trabajaba Zorán, que estaba en el planeta en una misión. Zorán murió en un accidente y tenían que encontrar un nuevo anfitrión para Dax con urgencia. El único trill que había cerca era yo. Me ofrecieron una amnistía si aceptaba unirme, así que acepté.


-¿Y permitieron que siguieras con tu estilo de vida?


-Según la tradición trill, no podían obligarme a cambiar de vida. Y convertirse en ladrón y contrabandista era una experiencia más para Dax.


-Bueno, ahora solo me queda buscar algún archivo sobre ese Tamo Dax. A ver si era tan buen actor.


-Te prestaré los míos.


Dax empezó a acariciarle la parte trasera de la oreja, acción que sabía que a ella le excitaba sexualmente.


-Deja ya de hacer eso -dijo la klingon, pero sin hacer nada por impedírselo.


-¿Qué tal si nos vamos ya a la cama? -dijo él.


-¿Es que no puedes pensar en otra cosa?


-Contigo a mi lado, no.


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IV


Cuando llegaron al astropuerto de Fenris, en Trill, Thargor y Lenora estaban esperándoles. Dax hizo las presentaciones, subieron al vehículo que el humano había alquilado y se dirigieron al hotel.


-Nos he inscrito como un grupo de amigos que planean hacer una excursión en speeder por los Grandes Lagos -dijo Thargor. -No he parado de hablar de nosotros. Todo el mundo sabe que nos conocimos en un viaje organizado y que, ahora, viajamos juntos por nuestra cuenta.


-Es una buena tapadera -respondió Dax. -Así, nadie se extrañará si nos ven a todos juntos en la misma mesa. Buen trabajo. ¿Tienes los speeders?


-Mañana nos los dejarán a la puerta del hotel.


-Perfecto.


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Esa misma tarde, Lemar les visitó en el hotel. Dax le presentó al equipo.


-¿Solo siete? ¿No son muy pocos?


-Somos los suficientes.


-Si usted lo dice...


-Confíe en mi, sr. Lemar. Un grupo pequeño tiene más posibilidades en una incursión de este tipo.


-Si, es posible que sea como usted dice. Confío en usted, sr. Dax y en su equipo.


-¿Ha efectuado ya el pago?


-Hace veintiocho horas. Me dijeron que ya me darían instrucciones para recuperar a mi hijo.


-Usted sabe que no harán tal cosa.


-Claro que lo se. Por eso les contrato a ustedes.


-No se arrepentirá. Recuperaremos al chico y, si es posible, el latinio.


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Estuvieron el resto del día en la habitación de B'Elena y Dax, estudiando mapas y haciendo planes. Finalmente, tras la cena, los demás se retiraron a sus habitaciones y la pareja se quedaron solos.


-¿En qué piensas? -dijo ella.


-En estos dos últimos días. En como te he contado cosas sobre mi. Es curioso lo poco que sabemos realmente el uno del otro.


-Tal vez por eso funcionamos tan bien.


-Es posible. Pero me gustaría saber más cosas de ti, de tu pasado. ¿Cómo acaban dos hermosas hermanas klingon trabajando como contrabandistas y mercenarias?


-¿V'Al no te contó nada de nuestro pasado?


-Era muy reservada.


-Si, es cierto, lo era.


-¿Y bien?


-¿Y bien...qué?


-¿Me cuentas tu historia?


-Tendrás que abrir una botella de vino de sangre. Hablar me da sed.


-Eso está hecho -dijo el trill dirigiéndose al mueble-bar.


Abrió una botella y la vació en dos grandes jarras.


-Ya tienes con que remojarte el gaznate. Empieza tu historia.


B'Elena se quedó unos instantes pensativa, mirando el interior de la jarra, como si esperara ver en la bebida las imágenes que perfilaban su historia. Finalmente empezó a hablar:


-V'Al y yo nos criamos en Kronos. Nuestros padres murieron en una reyerta entre familias. Nosotras nos salvamos de la matanza porque mamá nos escondió en un sótano secreto cuando se inició el ataque. Permanecimos en ese agujero durante cinco días, sin comer ni beber, hasta que nos atrevimos a salir. V'Al tenía doce años, yo nueve.

Abandonamos la ciudad de noche y nuestros pasos nos llevaron hasta el astropuerto. Vimos nuestra oportunidad y nos colamos de polizones en un carguero. Nos descubrieron a las pocas horas de partir, pero tuvimos suerte. Le caímos en gracia al capitán y nos perdonó la vida, Nos puso a trabajar en la cocina durante los cinco días que duró la travesía. En la primera escala del carguero, nos sacó de la nave, nos llevó a la ciudad más cercana y nos abandonó a nuestra suerte. Dijo que no podía hacer más por nosotras. A pesar de todo, nos sentimos afortunadas. Habíamos escapado de Kronos, nos encontrábamos en Boreth.


-¿Boreth, no es ese planeta que tiene un monasterio dedicado a Kahless?


-Ese mismo. Se supone que ahí es donde acontecerá su segunda venida.


-¿Qué sucedió entonces?


-Sobrevivimos varios días rapiñando comida en el mercado. Hasta que nos tropezamos con Kerr. Él era un viejo ladrón que nos tomó bajo su tutela. Nos instruyó en el Mok'bara, para que pudiéramos defendernos y nos enseñó todos los trucos del oficio.

Vivimos con él durante tres años, hasta que murió. Seguimos viviendo en su casa dos años más, trabajando ya por nuestra cuenta.

Entonces conocimos a Rek, un ferengui que se dedicaba al contrabando de todo tipo. Nos contrató como guardaespaldas. Nos trasladamos a su guarida en Ferenginar. Le acompañábamos a todas partes y, de vez en cuando, nos enviaba a nosotras solas a alguna entrega o recogida.

Trabajamos para él durante cinco años, hasta que un día intentó abusar de mi y V'Al le separó la cabeza del cuerpo de un solo tajo. Escondimos el cuerpo y, fingiendo que íbamos a hacer una recogida para él, cogimos su nave y nos largamos de Ferenginar. Estuvimos dando tumbos por el cuadrante durante unos dos años, hasta que ,un día, en Rados III te conocimos.


El resto ya lo sabes, te liaste con V'Al y yo me fui por mi lado, para no aguantar la vela. Estuve de aquí para allá, haciendo trabajitos de todo tipo, a veces por mi cuenta y otras por cuenta ajena. Dos años después, me enteré de que tú y V'Al lo habíais dejado. Y entonces, ambos coincidimos en Venaris IV.


-¡Que historia más interesante! ¡Podría salir una buena holonovela de ahí!


-Ya sabes que no me gustan las holonovelas.


-Yo podría escribirla. No se me da mal.


-No digas tonterías -respondió ella mientras empezaba a acariciar el vello del pecho a Dax. -¿Qué tal si nos vamos ya a la cama?


-¿Es que no puedes pensar en otra cosa? -dijo él con un brillo pícaro en la mirada.


-Contigo a mi lado, no.





























V


A la mañana siguiente, salieron del hotel vestidos con ropas deportivas y cargados con mochilas y tiendas de campaña. Un alegre grupo dispuesto a pasar unos días en contacto directo con la naturaleza. Los speeders les estaban esperando en la puerta. Discutieron sobre sus planes de modo que los empleados pudieran oírles, confirmando así su tapadera como simples excursionistas. Montaron en sus vehículos y se alejaron de la ciudad.

Hicieron un alto en el camino para comer en un restaurante de carretera, donde continuaron interpretando su papel. Luego montaron de nuevo y siguieron con la ruta preestablecida.

Llegaron al lugar escogido, un pequeño llano en la montaña desde donde tenían una buena vista del chalet donde retenían al chico. Este quedaba más bajo de donde estaban y a unos quince kilómetros. Difícilmente los ocupantes del chalet podían ver a los campistas. Mientras los demás montaban el campamento, Thargor hizo las primeras observaciones del objetivo con unos prismáticos.

-¿Qué has averiguado? -le preguntó Dax una vez acabaron de montar el campamento.



-El chico está ahí. Le han dejado salir un rato para bañarse en la piscina, parece encontrarse bien.



-¿Cuantos son?



-Es pronto para decirlo con seguridad, no he tenido mucho tiempo, pero diría que son unos veinte, todos trill. Están bien armados.



-Bien, continúa observando, a ver que más averiguas.



-Descuida.

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Nada más pudieron averiguar. Pronto se hizo de noche, los ocupantes del chalet se refugiaron en su interior y ya no hubo nada más que ver.



-Pasaremos la noche aquí. -dijo Dax. -Mañana continuaremos observando y, si hace falta, también pasado mañana, entonces, cuando oscurezca, atacaremos. Y ahora, hagamos lo que se supone que debemos hacer. Encendamos una hoguera, asemos malvaviscos y cantemos canciones de montañeros. Podría haber alguien observándonos.



Hicieron lo que dijo Dax y siguieron representando su papel ante un posible observador. Finalmente se fueron a dormir.

Dentro de su tienda, B'Elena y Dax se desvistieron y se introdujeron en sus sacos.



-¿Quieres que te cuente una historia de miedo antes de dormir? -dijo Dax. -Es una tradición montañera.



-Preferiría que me contaras tú historia, ya conoces la mía, ahora te toca a ti.



-En realidad, no es muy diferente de la tuya.



-No importa. Quiero conocerla.



-Está bien. Déjame pensar...

Nací en la ciudad en la que hemos aterrizado, Fenris. Mi madre murió al darme a luz. Mi padre era un borrachín y jugador profesional. Me dejó a cargo de una de sus amantes, Melina, una ex-prostituta venida a menos. Él le pagaba una pensión para que me criara y lo cierto es que me cuidó bien. El viejo venía de vez en cuando a verme, pasaba dos o tres días con nosotros, pero luego se largaba y no volvíamos a verle en meses. Lo único que aprendí de él, fue a jugar bien a las cartas. Murió en una pelea de taberna cuando yo tenía diez años.


Al quedarse sin la pensión que le pagaba el viejo, Melina me dejó en un orfanato. No estuve allí más que unos meses. El día de mi decimoprimer cumpleaños, me escapé.


No tardé en unirme a una banda juvenil, dos docenas de muchachos que iban de los diez a los catorce años. Estaban dirigidos por Jaro, un viejo ladrón retirado. Cierto que vivía a nuestra costa, pero tampoco nos escatimaba la paga. Me convertí en un experto carterista y cortabolsillos. De vez en cuando, Jaro alquilaba nuestros servicios a algún ladrón o estafador, nosotros podíamos colarnos por accesos que eran demasiado pequeños para un adulto o interpretábamos el papel de niño desvalido en alguna estafa. Así conocí a Tika, una contrabandista que me instruyó en el San'Shiara, un arte marcial Trill.


Estuve con ellos hasta los quince años, la edad máxima para permanecer en la pandilla, pero me marché de allí con un buen dinero ahorrado. Me compré un traje y me metí en la primera partida de naipes que encontré. Tripliqué mi capital. Seguí los pasos del viejo durante siete años, momento en que empecé a ser demasiado conocido y ya nadie quería jugar conmigo porque ganaba cuatro de cada cinco partidas que jugaba. Así que cambié de profesión y me hice ladrón.


Trabajé, como tú, unas veces por cuenta propia y otras por cuenta ajena. Fue en ese tiempo que aprendí a pilotar una nave. Cuanto tenía veintitrés fue cuando me encarcelaron en Deneb IV y me uní a Dax. Me devolvieron a Trill, me dieron el indulto y cuidaron de mi durante tres meses, hasta que con ayuda de psicólogos, me habitué a las memorias de Dax.


Aproveché el indulto y dejé el robo. Volví al juego, pero esta vez en los grandes casinos. Hasta que un día, en una partida de Fizzbin, me enfrenté a Fartán, un jugador klingon. No solo me llevé todo su latinio, además le gané su nave, el Belleza Klingon.


Con esa maravilla en mi poder empecé mi carrera como transportista. Combinaba los trabajos legales con los ilegales, según surgieran. Llevaba como copiloto a Rufasa, un andoriano. Era un buen copiloto, pero demasiado aficionado al brandy sauriano, me metió en serios problemas un par de veces. A la tercera tuve que despedirle. Y allí me encontraba yo, en Rados III con una carga para Tellar y sin copiloto. Por suerte, en la taberna del astropuerto conocí a dos encantadoras hermanas klingon. El resto de la historia ya lo conoces.


-Te falta la parte de cuando mi hermana y tú os separasteis.


-Ya te he dicho muchas veces que no me preguntes sobre eso.


-Está bien. Ya me lo contarás algún día.


-No cuentes con ello.


Dax consultó su cronómetro.


-Es tarde, mejor vamos a dormir.


-¿A dormir?


-Borra esa pícara sonrisa de tu cara, señorita. He dicho a dormir. Mañana tenemos que estar descansados.













VI


La observación y la percepción son dos cosas separadas; el ojo que observa es más fuerte, el ojo que percibe es más débil. (Miyamoto Musashi)


A la mañana siguiente se levantaron temprano y siguieron su pantomima. Estaban equipando sus speeders para una excursión a las cercanías cuando aparecieron dos individuos montados en sus propias motos aéreas. Ambos iban armados.


-Buenos días -saludó uno de ellos.


-Buenos días -respondió Dax.


-¿Tienen ustedes permiso para acampar aquí?


-Claro. ¿Son forestales?


-Así es.


Dax se volvió hacia B'Elena.


-Lena, cariño. ¿Puedes traer los permisos? -le dijo haciendo una seña que solo la klingon podía entender.


-Claro -respondió ella dirigiéndose a la tienda.


Un par de minutos más tarde, B'Elena volvía con los permisos y se los entregó al hombre. Mientras este los examinaba, Dax rodeó la cintura de su compañera dejando su mano cerca del phaser que esta ocultaba en la espalda sujeto con el cinturón.


-¿Cuanto piensan quedarse? -preguntó el tipo devolviendo los permisos a B'Elena.


-Solo dos días. Luego trasladaremos nuestro campamento más al norte.


-Bien, todo parece correcto. Disfruten de su estancia.


-Gracias, esa es nuestra intención.


Los dos hombres montaron en sus vehículos y se alejaron por donde habían venido.


-Si esos dos son forestales, yo soy una monja vulcana -dijo Soral.


-Parece que nuestros amigos secuestradores quieren asegurarse de que somos quienes decimos ser -añadió Lenixx.


-Razón de más para seguir con nuestra pantomima -dijo Dax. -Así que nos iremos a visitar el lago Dola con nuestros speeders. Todos menos Thargor, que se quedará para continuar la vigilancia.


-¿No notarán que solo partimos seis? -inquirió Lenora.


-Estaremos siempre en movimiento y ellos tendrán que vigilarnos desde lejos, si lo hacen, no notarán la diferencia. Espero.


-¿Esperas?


-Es arriesgado, lo se, pero...¿Alguien tiene un plan mejor?


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Viajaron hacia el lago Dola, se bañaron, hicieron una barbacoa, volvieron a bañarse, jugaron a la pelota y, tras un último baño, volvieron al campamento. No notaron que los siguieran y Thargor tampoco vio a nadie acercarse al campamento.


-¿Lo habéis pasado bien?


-Lo siento, Thargor. La próxima vez tu vendrás a nadar y otro se quedará de guardia, lo prometo. ¿Qué más has averiguado?


-Son veintidós hombres, todos trill. Siempre hay dos de ellos, por lo menos, cerca del chico que parece en buenas condiciones. No parecen tener un sistema de seguridad, aparte de un par de cámaras de las que ya he localizado sus puntos muertos, pero nunca se sabe, desde esta distancia es difícil verlo con detalle.


-Bien, esta noche me acercaré al lugar y lo inspeccionaré de cerca. Buen trabajo, amigo. Anda, ve a descansar.


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Por la noche, siguiendo con su papel de excursionistas, encendieron otra hoguera, cantaron y se contaron chistes. Cuando ya era noche cerrada, Llorenç Dax se escabulló y campo a través fue a inspeccionar el chalet de cerca.


-Dime una cosa. ¿Es cierto que Dax estaba liado con tu hermana antes de estar contigo?


La pregunta de Thargor pilló a B'Elena con la guardia baja.


-¿Cómo sabes eso?


-Un comentario que se le escapó al caramanchada.


-Es cierto.


-¿Y cómo se lo hace un trill para ligarse a dos hermanas klingon?


-Lo cierto es que no se como lo logró. Tiene cierto encanto personal, supongo.


-¿Me cuentas la historia?


-Porqué tendría que hacerlo?


-¿Se te ocurre algo mejor que hacer? Los demás ya se han retirado y tú y yo no dormiremos tranquilos hasta que el trill regrese.


-Está bien. Supongo que no es ningún secreto.


-Tienes toda mi atención.


-Verás, todo empezó hace unos cinco años. V'Al y yo llevábamos algún tiempo dando tumbos sin nada fijo hasta que las circunstancias nos llevaron a Rados III. Estábamos en la taberna del astropuerto a la caza de algún trabajo cuando un grupo de cinco nausicanos empezó a meterse con nosotras. Al principio pasamos de ellos, pero insistieron. Como ya te habrás imaginado, la cosa desembocó en una pelea. A los pocos minutos llevábamos las de perder, pero entonces un loco trill, armado con uno de los taburetes de la barra, acudió en nuestra ayuda. Conseguimos, entre los tres, poner a esos cerdos en fuga. Luego, como el que no quiere la cosa, se sentó a nuestra mesa y nos invitó a unas cervezas. Aceptamos, y al poco rato estábamos charlando alegremente con él como si fuéramos viejos amigos, nos cayó bien desde el principio.


-Si, Dax tiene ese don -comentó Thargor riendo.


-Supongo que si.


-Continúa, estoy intrigado.


-Naturalmente, acabamos comentándole que buscábamos un trabajo. Dax nos dijo que necesitaba un copiloto y nos propuso acompañarle hasta Tellar, donde tenía que soltar un cargamento y que al llegar, hablaríamos del asunto. Aceptamos y embarcamos en el Belleza Klingon. El viaje duraba cinco días, al segundo ya se habían liado. Para cuando llegamos a Tellar, se les veía tan acaramelados que te subía el nivel de azúcar en la sangre solo de verlos.

Dax solo necesitaba un copiloto, así que me fui por mi lado. Empecé a trabajar por mi cuenta y, a los dos años me enteré que la parejita se había separado. Meses después, me encontré con Dax en Venaris IV y me ofreció el empleo. Me interesaron sus condiciones y acepté. Dax llevaba un cargamento de dilitio de contrabando y al salir de la atmósfera, nos encontramos con tres patrulleras de la Federación esperándonos. Tuvimos que soltar la carga y escondernos en una nébula. A los tres días de estar allí me sedujo. No me preguntes como lo hizo, yo también me lo pregunto a veces. Estuvimos diez días ocultos y reparando los daños que nos hicieron las patrulleras, después, buscando un lugar seguro donde escondernos, llegamos a Kentara V, donde te conocimos. Y ya conoces nuestra historia.


-La cual es muy romántica y divertida -dijo Dax apareciendo de pronto de entre la oscuridad.


-¿Has podido inspeccionar bien el terreno? -preguntó Thargor.


-Si, ni siquiera han sospechado mi presencia. Están muy seguros de si mismos.


-¿Ya tienes algún plan?


-Lo tengo, atacaremos mañana por la noche.
















VII


El arte de la guerra es bastante simple. Encuentra a tu enemigo. Atrápalo tan pronto como sea posible. Golpéalo tan duro como puedas, y sigue avanzando.

(Ulysses S. Grant)







-Solo hay una cámara de video-vigilancia en cada esquina. No he visto otros dispositivos de detección. La casa es antigua y seguramente no han considerado necesario dotarla de más seguridad. Están tan confiados, tan seguros de la protección que les da el sindicato, que no les preocupa la seguridad.



Los siete estaban reunidos alrededor del plano de la casa que Dax había trazado y escuchando las explicaciones de este.



-Son veintidós hombres, bien armados seguramente. ¿Para que molestarse en aumentar la seguridad? -intervino Soral.



-Es cierto, pero ya llevan muchos días ahí encerrados -dijo Chandra.. -Seguro que habrán bajado la guardia.



-Confiemos en eso -respondió Dax.



-¿Cuál es el plan? -preguntó Lenixx.



-Sencillo pero arriesgado, somos pocos y no podemos andarnos con florituras. Iremos a saco y que sea lo que los dioses quieran.

Thargor, tú y Lenora entrareis escalando el muro este. Soral y Chandra por el muro oeste. Lenixx, B'Elena y yo por el lado sur, donde está la puerta de acceso, mucho cuidado, calculad bien el punto muerto entre las cámaras. Sabemos que habrá varios hombres patrullando el jardín, a esos los eliminaremos con arma blanca para no hacer ruido y alertar a los del interior. Cuando el jardín quede limpio, nos reuniremos frente a la entrada. Echamos la puerta abajo y entramos disparando como posesos. Aseguraos de que no queda nadie vivo, o los que sobrevivamos no podremos sacarnos al sindicato de encima en la vida. Tiene que ser un trabajo rápido y limpio, sin dejar pistas que nos delaten. ¿Alguna pregunta?



-Si -dijo Chandra. -¿Porqué no puedo ir yo con las chicas?



-Privilegios del mando. ¿Algo más?



Nadie añadió más comentarios.



-Bien. Descansemos hasta el ocaso. Esta noche tenemos que ganarnos el sueldo.



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Al ocultarse el sol emprendieron la marcha campo a través hacia el chalet. Iban vestidos de negro de pies a cabeza, con una capucha que solo dejaba a la vista sus ojos. Cuando llegaron al muro que rodeaba la casa se separaron tal como estaba planeado.



Dax y las chicas escalaron la entrada, atentos a las cámaras de vieo-vigilancia. Avanzaron agazapados hasta que vieron dos hombres de pie, hablando en voz baja y fumando. Dax hizo una seña y Lenixx y B'Elena se lanzaron en pos de ellos mientras el trill continuaba avanzando. No tardó en encontrar un tercer hombre, se acercó a él por la espalda y le rebanó el cuello. Oyó un crujido a su espalda, se volvió con el arma en alto, pero se trataba de sus compañeras. Bajó su disruptor y vió como B'Elena levantaba el suyo y apuntaba en su dirección. Se arrojó al suelo y vio como el rayo de energía pasaba por encima suyo para impactar en el cuerpo de un cuarto hombre del sindicato.

Siguieron avanzando sin tropezar con más obstáculos hasta llegar a la puerta de entrada. No tardaron en aparecer por su derecha Lenora y Thargor. Dax levantó la mano moviendo los dedos. Thargor le mostró tres dedos alzados. Momentos después aparecieron Chandra y Soral a su izquierda, repitió la seña y Chandra le respondió también alzando tres dedos. Bien, seis más los cuatro que había eliminado con las chicas sumaban diez. Quedaban doce hombres en el interior.

La puerta estallo en pedazos bajo el impacto de las armas de los siete. Los nueve hombres que había en la sala principal no tuvieron tiempo de reaccionar, cayeron ante las armas de los mercenarios antes de poder desenfundar las suyas. Dax hizo una seña y se dispersaron. Chandra y Soral se dirigieron al ala oeste, Thargor y Lenora al ala este. Dax subió la escalera que llevaba a la primera planta seguido por B'Elena y Lenixx.

Las escaleras les llevaron a un largo pasillo con cinco puertas a cada lado, sin duda los dormitorios. Escucharon varios disparos en la planta baja mientras avanzaban abriendo las puertas una por una. Finalmente llegaron a la última puerta. Dax la golpeó con el hombro echándola abajo, entró como una exhalación para frenarse de golpe al ver a uno de los secuestradores reteniendo al chico contra su cuerpo y apuntándole con un phaser.



-Suelta al chico -dijo. -Te has quedado solo. Todos tus compañeros han muerto. Has perdido.



-¡Ni hablar! El chaval es mi seguro de vida. Dejadme marchar y le soltaré a pocos kilómetros de aquí.



-Y un cuerno, amigo. Suelta al chico ahora.



Dax escuchó un paso detrás suyo.



-Es mio- susurro B'Elena.



-¿Estas segura?



-Completamente.



Dax se agachó y la klingón lanzó uno de sus puñales. El arma voló a través de la habitación y se clavó en el ojo derecho del individuo, el cual se desplomó en el suelo.

Dax se quitó la capucha y se acercó al muchacho, puso una mano sobre su hombro y le sonrió.



-Tranquilo, Rolan. Somos amigos de tu padre, él nos envió a rescatarte.



-Gracias -respondió el chico. -Pensaba que ese hombre iba a matarme.



-Rolan, te presento a B'Elena, no te separes de ella, cuidará de ti hasta que todo esto acabe.



Rolan cogió la mano de la klingon que lanzó una furibunda mirada a su compañero.



-No me mires así, pensaba que te gustaban los críos.



-Ya hablaremos.



Bajaron la escalera para reunirse con los demás. Thargor y Lenora ya les estaban esperando, poco después apareció Soral.



-¿Donde está Chandra? -preguntó el trill.



-El romulano se limitó a hacer un movimiento negativo con la cabeza.



-¡Mierda! Chandra era un buen amigo. Quemad la casa -ordenó Dax -Que no queden mas que cenizas.



-¿Qué hacemos con Chandra? -preguntó Soral.



-Lo dejaremos aquí. No podemos llevarlo con nosotros y no hay tiempo para enterrarlo. El lo habría entendido.



Regresaron al campamento, empaquetaron todo y tomaron el camino a la ciudad.































EPÍLOGO



Dos semanas después, Llorenç Dax y B'Elena se encontraban en Bajor, llamando a la puerta de una pequeña granja. Les abrió una mujer de bello pero cansado rostro que abrió los ojos como platos al ver al trill.



-¡Llorenc Dax! ¿Qué te trae por aquí?



-¿Podemos pasar? Lo que tengo que decirte no será fácil.



-Comprendo. Adelante pasad. ¿Quién es tu amiga?



-Te presento a B'Elena, mi novia. Lena esta es Sira, la esposa de Chandra.



Se sentaron ante una mesita baja y Sira les sirvió te.



-Mi marido ha muerto, Eso es lo que venías a decirme. ¿Me equivoco?



-No, no te equivocas.



-¿Qué fue esta vez? ¿Contrabando? ¿Robo de joyas?



-No, esta vez fue un trabajo más digno. Rescatamos a un muchacho que había sido secuestrado.



-Eso no lo hace más fácil.



-Supongo que no. Pero tal vez esto te ayude a superarlo dijo Dax mientras le entregaba un pad. -Ahí está la parte de Chandra. Seguro que cubre tus deudas y aún quedará para los estudios de vuestro hijo.



Sira examinó el pad.



-¡Cinco mil lingotes! ¿A quién habéis rescatado?



-A alguien muy rico.



-Gracias por traerlo personalmente.



-¿De qué otro modo podía hacerlo? Chandra era mi amigo.



Sira abrazó a Dax y luego hizo lo mismo con B'Elena.



-Tenemos que irnos -dijo él.



-¿Tan rápido?



-Tenemos que desaparecer durante un tiempo. Ya sabes como son estas cosas.



-Si, lo comprendo.



-Si alguna vez necesitas algo...lo que sea...



-Te llamaré.



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Decidieron volver a la ciudad dando un paseo. Caminaron en silencio, cogidos de la mano, disfrutando del paisaje y aspirando los aromas del campo.



-¿Adonde iremos ahora? -dijo ella.



-No se. ¿Alguna sugerencia?



-Que sea un lugar tranquilo. Necesito descansar una larga temporada.



-¿Cómo de larga?



B'Elena rodeó la cintura del trill mostrando una pícara sonrisa.



-Unas treinta semanas.



-¿Treinta semanas, porqué tanto...? ¡Espera...! ¡Treinta semanas es lo que dura de media un embarazo klingon!



-¡Que chico más listo!



-¿Estás... estás segura?



-Lo estoy.



El se la quedó mirando muy serio.



-¿Qué pasa, es que no te alegras?



-¿Bromeas? En este momento soy el trill más feliz del universo. Es solo que...



-¿Qué?



-Que ahora, tendré que casarme contigo y dejar de flirtear con otras mujeres.



Ella de dio un puñetazo en el hombro.



-¡Tonto! Siempre tienes que bromear con todo.



-Pero si lo decía en serio. ¿Quieres casarte conmigo?



Ella repitió la sonrisa pícara, le cogió la mano al trill y tiró de él para continuar con el paseo.



-Me lo pensaré -respondió.



FIN








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