PROLOGO
El
comandante Laurence Norn se introdujo en las ruinas armado con un
bat'leth. Avanzaba despacio, agazapado, con todos sus sentidos
alerta. Un ligero crujido a su espalda le hizo volverse con el tiempo
justo de detener el golpe de su enemigo, un guerrero klingon armado
con un arma similar a la suya. Devolvió el golpe que el klingon
esquivo agilmente antes de desaparecer en el interior de uno de los
edificios. Norn le siguió, solo para encontrarse con una sala vacía.
Se dirigió hacia la siguiente estancia, pero antes de alcanzar el
umbral, un sexto sentido le hizo detenerse. Forzando la vista pudo
distinguir el fino cable que cruzaba la entrada de lado a lado, saltó
por encima, rodó por el suelo y se levantó de un salto con su arma
en alto para enfrentarse de nuevo a su adversario, que le había
estado esperando tras la entrada.
-Comandante
Norn, se requiere su presencia en el puente.
“Mierda”,
pensó.
-Computadora,
detén el programa.
El
klingon quedó congelado cuando ya saltaba hacia Norn.
-Guarda
el avance y apaga.
El
personaje holográfico y el escenario desaparecieron para dejar paso
a las paredes de la holosección.
-Algún
día me dejarán correr el programa completo -dijo. Y pulsando su
comunicador añadió – Aquí Norn, voy de inmediato.
I
Cuaderno
de bitácora, fecha estelar 55714.7. El JTK, en misión diplomática,
está en órbita alrededor del planeta Sheba, un firme candidato a
entrar en la Federación. Nuestra misión consiste en evaluar a los
shebanos y determinar si estos están preparados para ello. Dentro de
pocas horas, bajaré al planeta para entrevistarme con Rolen, el
presidente del gobierno shebano, me acompañarán dos oficiales, Dela
y Grant.
La
Rouge y Rolen, paseaban por las calles de Gonara, la capital del
planeta, bajo la curiosa, aunque discreta, mirada de sus habitantes.
Detrás de ellos, a corta distancia, les seguían Grant y Dela.
-Como
le decía, capitán, puede comprobar por si misma que la sociedad
shebana ha avanzado mucho socialmente desde la última vez que una
nave de la Federación nos visitó. Les tomamos a ustedes como modelo
y eso nos ayudó mucho. Nuestro sistema económico permite que todo
el mundo tenga lo necesario para vivir con comodidad. Gracias a los
médicos de la Federación que nos visitaron, nuestra medicina ha
avanzado muchísimo, ya prácticamente no tenemos enfermedades. El
delito, es solo un triste recuerdo del pasado...
La
Rouge escuchaba pacientemente como Rolen enumeraba los méritos de su
pueblo por enésima vez.
-Lo
se, presidente Rolen, lo se -le cortó. Y para cambiar de tema,
añadió -Gonara es una ciudad preciosa. Todo está muy limpio y
cuidado y su arquitectura es realmente soberbia, bella y funcional.
-¿Tal
vez le gustaría visitar algunos museos? Verá que mi pueblo también
también domina otras artes.
-Lamentablemente,
debo volver ya a la nave, mis deberes me reclaman. Tendré que
dejarlo para otra ocasión.
-Lo
comprendo capitán.
Dela
y Grant se habían acercado a ellos al oír las últimas palabras de
La Rouge.
-Si
no le importa, capitán, a Dela y a mi nos gustaría quedarnos un
poco más y probar la gastronomía local.
-Me
parece bien, siempre que vuelvan a tiempo para empezar su turno.
-Volveremos
a tiempo.
La
Rouge pulsó su comunicador.
-Uno
para transporte.
Desapareció
en el típico fulgor del transportador y Dela y Grant se alejaron en
busca de algún restaurante tras despedirse del presidente.
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La
subteniente V'Alizia, la exobotánica del JTK, entró en el camarote
que compartía con su esposa.
-Ya
estoy aquí, Belita.
La
vulcana salió del dormitorio sonriendo a causa del diminutivo que le
había puesto su esposa.
Hacía
poco que se había cambiado el nombre, siguiendo el ejemplo de su
superior en la sección de ciencias, la teniente comandante Dela. El
prefijo Gal', identificaba a una mujer soltera, pero sin compromiso,
algo raro entre las vulcanas. Decidió adoptar un nombre de casada y
escogió el de Belena.
-¿Has
podido hablar con Norn?
-No,
hoy no le he visto en todo el día.
-Yo
tampoco. Espero que no tengamos que convocar una reunión oficial.
-No
será necesario -respondió la klingon besando a su esposa. -Seguro
que mañana una de las dos se tropezará con él.
-Eso
espero. No tenemos demasiado tiempo, ya lo sabes.
-No
te preocupes, lo lograremos, aunque tengamos que recurrir a otro.
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Dela
y Grant siguieron paseando durante un rato.
-Es
curioso... si todo es tan bonito y tranquilo en este planeta... ¿No
te parece un poco raro que haya tanta policía por las calles?
A
Grant no le sorprendió la pregunta de su esposa. El también lo
había notado.
-Tal
vez estén obsesionados por la seguridad y por quedar bien ante
nosotros. ¿Qué tal si entramos en este? -dijo señalando a un
restaurante al otro lado de la calle.
-Me
parece bien.
Cruzaron
la calle y entraron en el local. El propietario salió a recibirles
deshaciéndose en elogios a la Flota Estelar y a la Federación y
agradeciéndoles que eligieran su “humilde local” para satisfacer
su apetito, les acomodó en una mesa apartada, para que no les
molestaran las miradas de curiosidad de sus conciudadanos.
-¿Qué
desean comer los señores?
-Desconocemos
la gastronomía local -dijo Grant. -¿Qué nos recomienda?
Su
anfitrión hizo algunas sugerencias que ellos aceptaron. Cuando este
se retiró para hacer el encargo, Dela se excusó con su esposo
aduciendo que “debía empolvarse la nariz”.
-¿De
donde sacaste esa expresión?
-La
leí en una antigua novela de la Tierra -respondió, ante la
expresión divertida de su esposo, antes de dirigirse a los
servicios.
Llegaron
los primeros platos y Dela aún no había regresado. Grant esperó
unos minutos ese regreso, pero al final empezó a ponerse nervioso.
Su esposa nunca se demoraba tanto en el baño. Llamó al propietario
y este envió a una camarera para averiguar si la vulcana tenía
algún problema. La mujer volvió un par de minutos más tarde,
parecía alterada.
-Señor
-dijo. -Su esposa no estaba en los servicios, revisé todas las
cabinas y solo encontré esto. -Entonces le entregó a Grant un
pequeño objeto brillante. El rostro del hombre palideció al
reconocer el objeto, Era el comunicador de Dela.
-¿Qué
diablos está pasando aquí?
II
-¿Y
bien presidente, va a explicarme que esta pasando aquí?
Cuando
Grant comunicó lo sucedido, La Rouge, en contra de la opinión de
Norn, que veía un peligro potencial a la decisión de su capitán,
insistió en bajar ella misma para entrevistarse con el presidente
Rolen.
-Le
aseguro que no tengo ni idea de quién puede haber hecho algo así ni
porqué.
-Presidente,
¿me toma por estúpida? ¿Cree que no he notado la gran cantidad de
agentes de su policía en las calles? Quiero la verdad.
-Supongo
que fue una idea loca creer que les podríamos engañar tanto tiempo.
Está bien, le contaré la situación, ahora ya no tiene sentido
continuar con el engaño.
-Continúe.
-Tendremos
que remontarnos en el tiempo, en la historia del planeta, hace unos
siete siglos. Como ya sabe, aparte de algunas islas deshabitadas del
gran océano, Sheba está formado por dos grandes continentes. El
continente norte, al que llamamos Copaka y el continente sur, llamado
Jirdena. En ese tiempo, eran dos naciones independientes, apenas
teníamos relaciones, fuera de las comerciales. Eso cambió cuando el
gobierno de Copaka decidió enviar un ejercito a Jirdena, con el fin
de conquistarlo y anexionarlo.
-Una
invasión.
-Eran
otros tiempos capitán, más violentos. Incluso en su planeta se
dieron episodios parecidos en el pasado.
-Lo
reconozco, continúe.
-Copaka
consiguió su objetivo, desde entonces, todo el planeta Sheba ha
estado bajo una sola bandera. Pero los jirdos nunca se resignaron. Al
principio, nos enfrentaron mediante la guerra de guerrillas y
perpetrando atentados terroristas contra las instituciones copaks. En
la actualidad, han abandonado la lucha armada e intentan lograr lo
que ellos llaman “sus derechos” mediante la negociación
política, aunque algunos grupos aislados siguen poniendo bombas en
los edificios gubernamentales. Me temo que el secuestro de su oficial
es, en realidad, un desesperado acto político.
-¿Y
qué están haciendo para rescatar a mi esposa?
-El
grueso de nuestro cuerpo policial está investigando por la zona,
señor Grant. Ya hemos realizado algunas detenciones y se está
investigando a los sospechosos habituales. La encontraremos teniente
y se la devolveremos sana y salva.
-Quiero
participar en las investigaciones -intervino Grant.
-No
creo que eso sea pertinente, nuestra policía...
-Insisto
en ese punto, presidente -le interrumpió La Rouge. -Es mejor que
colaboremos a que emprendamos investigaciones por separado.
-Está
bien, ya que insiste, haré que acompañen al teniente al edificio de
detención. ¿Algo más?
-No,
de momento. Ahora debo irme, pero volveremos a hablar, señor
presidente.
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Norn
subió al turboascensor camino de la sala de transportes. A mitad de
trayecto el aparato se detuvo para dejar subir a la subteniente
V'Alizia.
-Laboratorio
-dijo la klingon, y el turboascensor se puso en marcha de nuevo.
-Comandante -añadió haciendo un leve saludo con la cabeza.
Norn
notó cierta tensión en la actitud de la mujer.
-¿Todo
bien, subteniente?
-Si...no...es
decir, si señor. - La mujer parecía dudar en decir algo más.
-¿Quiere
decirme algo V'Alizia?
-En
realidad si, señor. A mi esposa y a mi nos gustaría hablar con
usted sobre un tema que nos tiene preocupadas.
-Usted
dirá.
-Aquí
no... Es algo personal, señor... muy personal.
-Comprendo.
¿Porqué no vienen ustedes dos a cenar a nuestro camarote? ¿Le
parece bien hoy mismo?
La
cara de V'Alizia expresó alivio ante las palabras de su superior.
-Eso
sería estupendo, señor. Será mucho mejor si su esposa está
presente, a ella también le afecta, en cierto modo.
-Bien,
-dijo Norn sorprendido por esas palabras. -¿A las 2000 horas?
Las
puertas del turboascensor se abrieron en ese mismo momento.
-Allí
estaremos, señor -respondió la mujer mientras abandonaba el
aparato. -Gracias.
Las
puertas se cerraron y el turboascensor continuó su trayecto.
“¿Qué
se llevarán esas dos entre manos?” -se preguntó Norn.
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Cuando
el turboascensor se detuvo en el nivel asignado, Norn se dirigió a
la sala de transportes. Llegó justo en el momento en que La Rouge se
materializaba.
-¿Cómo
ha ido su entrevista con el presidente, capitán?
-Mal
señor Norn, muy mal. No se en que diablos estarían pensando los que
visitaron a esa gente antes que nosotros.
-¿Qué
quiere decir?
Vamos
a mi despacho, se lo contaré.
Una
vez en el despacho de La Rouge, esta le contó a su primer oficial lo
que había averiguado.
-¿Me
está diciendo que esta gente tiene una especie de guerra civil y
hasta ahora nadie se había enterado?
-Por
sorprendente que parezca, así es.
-Y
el secuestro de la comandante Dela es un acto político.
-Eso
parece.
-Entonces,
¿porqué aún no han hecho sus reclamaciones?
-No
creo que tarden mucho. ¿Como va la búsqueda de Dela?
-De
momento no tenemos nada. Ya hemos barrido toda la superficie del
planeta y hemos empezado una segunda vuelta. Deben haberla escondido
en algún lugar donde nuestros sensores no pueden llegar.
-Que
nuestros técnicos doblen sus esfuerzos y envíe a un equipo de
seguridad ahí abajo para que ayuden a Grant a investigar.
-Bien,
me pondré a ello de inmediato.
-Puede
retirarse, comandante.
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Grant
asistió al interrogatorio de varios sospechosos, pero no pudieron
sonsacar nada de ninguno de ellos. O estaban muy bien entrenados o
realmente no sabían nada de lo que había pasado. Se despidió del
comisario encargado de la investigación y se reunió con el equipo
que le habían enviado del JTK para organizar su propia
investigación, después se encaminó hacia la habitación que había
alquilado en la ciudad, no pensaba abandonar la superficie hasta
encontrar a Dela. Era de noche, las calles estaban casi vacías, se
detuvo de golpe cuando una figura encapuchada se plantó frente a él.
Su mano se dirigió rápidamente hacia su phaser.
-Deje
eso en su sitio, teniente -dijo el encapuchado. -No tendría tiempo
de usarlo. Cuatro hombres le están apuntando desde las sombras en
este momento.
Grant
apartó la mano del arma.
-¿Qué
quiere?
-Solo
que lleve un mensaje a su capitán.
-¿Qué
mensaje?
-Dígale
que pronto nos pondremos en contacto con ella para negociar la
liberación de la comandante Dela
Dicho
esto, el encapuchado desapareció tras una esquina sin dar tiempo a
Grant a reaccionar.
III
Dela
despertó y miró a su alrededor sin reconocer el lugar. Tras unos
segundos de confusión recordó lo sucedido. Cuando entró en el baño
del restaurante alguien se acercó a ella por detrás y, antes de que
pudiera reaccionar, le inyectó algo en el cuello, probablemente un
narcótico y perdió el conocimiento. Ahora despertaba en ese lugar.
Inspeccionó
la habitación. La puerta, naturalmente, estaba cerrada y no había
ventanas. Había el camastro en el que despertó, una mesa y una
silla. En un rincón, un pequeño cuarto de baño con un retrete y un
lavabo. Nada más. Se sentó en la silla y esperó.
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La
Rouge y Norn estaban en el puente de mando, hablando con Grant que
seguía en la superficie del planeta.
-Lamento
comunicarle que aún no hemos podido localizar a su esposa, pero
estamos usando todos nuestros recursos en ello. La encontraremos,
teniente, se lo aseguro.
-Gracias
capitán. Si me permite, seguiré con mi investigación en la
superficie.
-Concedido.
Grant
cortó la comunicación y La Rouge se volvió hacia su primer
oficial.
-¿Alguna
idea señor Norn?
-De
momento no capitán.
-Tiene
el mando comandante. Estaré en mi despacho, contactando con el
presidente Rolen. Quiero saber que está haciendo su gente para
encontrar a Dela.
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La
puerta de la celda se abrió y dio paso a un hombre con una bandeja
con comida y agua. Era un shebano de edad madura, bajo, pelo canoso y
usaba lentes correctoras.
-Buenos
días -dijo. -Le traigo algo de comer.
Dela
permaneció en la silla en silencio.
-No
tema, no está envenenada. Si quisiera matarla ya lo habría hecho.
Dela
permaneció en silencio.
-¡Oh,
claro! Le ruego que me perdone, aún no me he presentado, lo que es
una falta de educación... Me llamo Seilar.
-¿Es
usted el responsable de este secuestro?
-Si,
lo soy.
-¿Porqué
hace esto?
-Lo
hago por mi pueblo, los jirdos.
-¿Jirdos?
-Los
habitantes del continente sur.
-Secuestrar
a un ciudadano de la Federación será considerado por mi gobierno
como un acto de terrorismo. ¿Qué pretenden conseguir con esto?
-Nuestra
libertad.
-¿Es
que no son libres?
-Si,
libres de hacer lo que los copaks nos dejan.
-Explíquese.
-Nos
prohíben nuestra lengua, nuestras costumbres... Nos prohíben todo
lo que nos define como pueblo... lo que somos.
Nos
acusa de terroristas, pero yo he visto como golpean a los míos solo
por hablar en público en nuestro idioma. Los copaks nos llaman
asesinos porque algunos de los míos han recurrido a la violencia,
pero luego ellos disuelven una manifestación pacífica disparando
indiscriminadamente y acabando con la vida de hombres y mujeres, de
niños y ancianos, solo porque reclamaban lo que les pertenece por
herencia histórica.
Estamos
librando una guerra y usamos las únicas armas de las que
disponemos...
No
soy un terrorista, comandante... Soy un soldado.
--------
V'Alizia
y Belena fueron puntuales. Durante la cena, Norn y Mina demostraron
ser buenos anfitriones y no forzaron el tema que había traído allí
a las dos mujeres, así que la conversación trató sobre temas
banales sobre el funcionamiento de la nave y las respectivas
secciones. Terminada la cena, con unas copas en la mano, Belena y
V'Alizia sacaron, por fin, el tema.
-Verá,
comandante -empezó diciendo Belena. - Dentro de los próximos quince
días empezará mi pon-farr. Ya sabe que las vulcanas somos
extremadamente fértiles durante esa etapa de nuestra vida. V'Al
y yo queremos aprovecharlo para tener un hijo.
-No
necesitan mi permiso para ello -respondió Norn sorprendido por la
declaración.
-No
le estamos pidiendo permiso, solicitamos su ayuda.
-¿Mi
ayuda, cómo...?
-Es
evidente, que nosotras solas no podemos tener descendencia,
necesitamos recurrir a la fecundación artificial.
-¡Un
momento! ¿No me estarán pidiendo que...?
-Si,
comandante -dijo V'Alizia. -Nos gustaría que usted fuera el donante.
---------
-¿Porqué
tomar a un rehén de la Federación? Su lucha no nos concierne.
Seilar
sonrió ante ese comentario.
-Ahora
si les concierne. Ustedes negocian con un gobierno que nos está
aniquilando como pueblo y dicen que no es cosa suya, que es un asunto
interno, pero yo les digo que si es cosa suya. Lo es desde el momento
en que metieron sus feas narices en nuestro planeta.
Durante
siglos hemos gritado, comandante, y nadie nos ha escuchado. Eso
cambiará a partir de ahora.
-Quiere
poner otra silla en la mesa de negociaciones.
-Así
es.
----------
-¿Porqué
yo? -preguntó Norn cuando se recuperó de la sorpresa. -¿Porqué no
un klingon o un vulcano?
-No
hay klingons a bordo, señor -dijo Belena. -En cuanto a los
vulcanos...ese tema es tabú en nuestra cultura, ninguno de ellos se
prestaría a ello.
-Nosotras
sentimos un gran respeto por usted, señor -añadió V'Alizia.
-Además, nos apadrinó en nuestra boda. No podemos pensar en un
mejor candidato.
Norn
miró a su esposa con mirada suplicante, en busca de ayuda.
-Es
tu decisión -dijo Lars. -Sea la que sea, la respetaré. Después de
todo, no es como si te acostaras con ella, y además, legalmente, no
será hijo tuyo.
-Yo...
Comprenderán que no puedo darles una respuesta sin reflexionar antes
sobre el asunto -respondió Norn que aún no acababa de creerse que
le hubiesen puesto en tal compromiso.
-Lo
comprendemos señor -dijeron ambas al unísono.
-Pero
le agradeceríamos que nos comunicase su decisión lo más pronto
posible -añadió V'Alizia. -No tenemos mucho tiempo para buscar otro
candidato si esta es negativa.
-Está
bien, intentaré darles una respuesta en un par de días.
Cuando
las dos científicas se hubieron marchado, Norn se encaró con su
esposa.
-Muchas
gracias por tu “ayuda”, querida.
Lars
estalló a carcajadas.
-Deberías
haber visto tu cara cuando te lo propusieron -dijo cuando recobró el
aliento.
-¡Un
momento...! ¿Lo sabías?
-Ambas
hablaron conmigo ayer. ¿Puedes creer que me pidieron permiso para
hacerte esta proposición?
-¿Lo
sabías y no me avisaste? ¿Porqué?
-Cariño...No
me habría perdido este espectáculo por nada del mundo.
IV
-¿De
verdad cree que servirá de algo?
Seilar
dibujó una sonrisa en su rostro que no logró anular la tristeza de
sus ojos.
-Si
jugamos bien esta carta, la Federación se verá obligada a
intervenir y a exigir al gobierno a hacer concesiones. Esas
concesiones traerán otras y luego otras más, hasta que lleguemos a
un acuerdo que satisfaga a todos.
Lo
que quiero, comandante Dela, es que los suyos dejen de esconderse
tras sus malditos ideales y se mojen el culo.
---------
-No
me explico como se les pudo escapar a la anterior expedición la
complicada situación política de ese planeta.
La
Rouge emitió un largo suspiro de frustración ante el comentario de
su primer oficial. Ambos se hallaban reunidos en el despacho de la
capitán.
-Eso
no es lo que importa ahora, comandante. ¿Cómo es que no podemos
localizar a Dela? Esta gente no tiene la tecnología para superar a
nuestros sensores.
Tal
vez la tengan en algún lugar natural donde abunde algún mineral
refractario. Una cueva o algo así.
-No
es mala idea. Haga que los sensores busquen algo así. Yacimientos de
minerales desconocidos, cuevas subterráneas... siga con su idea y
manténgame informada.
--------
Cuaderno
de bitácora, fecha estelar 55714.8. Hace dos días que secuestraron
a Dela y aún no tenemos noticias de ella. La situación es absurda.
¿En qué estaban pensando los miembros de la anterior expedición a
este planeta? ¿Como pudo escapar a su atención una guerra interna?
Las ordenes de comandancia son no tomar acciones ofensivas. De
momento, los secuestradores no han contactado con nosotros. Supongo
que quieren ponernos nerviosos.
Dela
estaba tumbada en el camastro cuando entró una mujer con una
bandeja. Sin decir palabra se dispuso a dejarla sobre la mesa, pero
para ello tuvo que dar momentáneamente la espalda a la vulcana, lo
que esta aprovechó para aplicarle la pinza vulcana. La mujer cayó
redonda al suelo. Dela la registró, pero no llevaba ningún arma ni
nada que pudiera usar como tal. Atravesó la puerta que daba a un
largo pasillo que, por lo menos en ese momento, estaba desierto. Se
internó en el pasillo con todos sus sentidos alerta. Llegó a un
cruce y se dio de bruces con Seilar, este sacó una arma y le apuntó.
-¿Cómo
ha escapado?
-Dejé
inconsciente a mi guardiana.
-¿Ella
está bien?
-En
un par de horas recobrará el conocimiento. Aparte de un ligero dolor
de cuello, se encontrará perfectamente.
-No
debería haberlo hecho. Le aseguro que es imposible escapar de aquí.
-Siempre
hay una forma.
Seilar
enfundó su arma y extendiendo un brazo le mostró el pasillo por el
que él había llegado.
Venga
conmigo, se lo demostraré.
Dela
siguió a Seilar, a medida que avanzaban, los pasillos iban
haciéndose más concurridos. La gente con la que se cruzaban la
miraban con curiosidad, pero ninguno de ellos les dirigió la palabra
ni a ella ni a Seilar. Finalmente desembocaron en una gran sala, un
lugar de ocio, dedujo al ver que la gente estaba allí reunida en
pequeños grupos, alrededor de unas mesas, charlando y bebiendo. Una
de las paredes era en realidad un inmenso ventanal que dejaba ver el
exterior.
-¿Se
convence ahora de que la fuga es imposible, comandante?
Dela
no contestó. Cuando vio el paisaje que mostraba ese mirador supo
porque Seilar estaba tan seguro de sus palabras.
---------
Habían
pasado dos días desde la propuesta de Belena y V'Alizia, Norn
convocó a las dos científicas en la sala de juntas.
-He
decidido ayudarlas a crear una familia, seré su donante.
-Le
estamos muy agradecidas, señor -dijo Belena.
-Siempre
estaremos en deuda con usted -añadió V'Alizia.
-Hay
una condición, discreción absoluta. Solo ustedes dos, mi esposa, el
doctor Bashir y yo mismo, sabremos quién es el padre biológico de
la criatura. No me malinterpreten, no es que me avergüence, yo
también siento un gran respeto por ustedes, pero prefiero no ser
tema de conversación por toda la nave o que empiecen a lloverme
solicitudes.
-Lo
comprendemos, señor -dijo Belena. -Nosotras también preferimos
mantenerlo en secreto.
-Bien,
hablen con Bashir para que lo tenga todo preparado para cuando llegue
el momento.
Una
vez más, muchas gracias, señor.
-Eso
es todo, señoras. Pueden retirarse.
---------
Más
tarde, Norn se encontraba en el puente conversando con la capitán.
-¿Han
habido progresos en la búsqueda de nuestra oficial científica?
-Nada
capitán. Hemos encontrado varios yacimientos de duranita, que como
sabe, es impermeable a los sensores de la nave. Pero todos son
demasiado pequeños para contener un hueco donde esconder un refugio.
-¡Maldita
sea! Cualquiera diría que Dela no se encuentra en el planeta.
Norn
miró a La Rouge con cara de sorpresa.
-¡Repita
eso! -dijo.
-¿Como
hemos podido ser tan estúpidos? -respondió la capitán. -Esa gente
tiene tecnología warp.
Norn
se volvió hacia el equipo que estaba realizando la búsqueda.
-Olvídense
del maldito planeta -ordenó. -Concentren todos sus esfuerzos en el
satélite natural de Sheba.
----------
Grant
asistió al enésimo interrogatorio que acabó con el mismo resultado
que los anteriores.
-Esto
es inútil -dijo. -Déjeme a solas con este hombre.
-No
puedo hacer eso -respondió el jefe de policía, un hombre llamado
Londo.
-Le
aseguro que no voy a hacerle ningún daño. Solo será un minuto.
Después
de pensárselo unos segundos Londo respondió.
-Cinco
minutos. Después entraré en esta sala y liberare a ese hombre.
-Gracias.
Cuando
quedo a solas con el prisionero, Grant se acerco a él.
-Quiero
que contacte con su líder, dígale que se ponga en contacto con
nosotros lo antes posible. Dígale también, que si le hace algún
daño a mi esposa, le encontraré. No importa donde se esconda, y le
devolveré el daño por triplicado.
-No
se de que me habla -dijo el tipo.
-Claro
que no...pero usted hágalo.
Hizo
una seña a Londo, que estaba observando desde el otro lado de una
mampara.
-Puede
soltarlo -dijo cuando el jefe de policía entró.
-He
oído lo que le ha dicho. ¿De verdad cree que funcionará?
-¿Porqué
no les dan a esa gente lo que piden? Al fin y al cabo, si se unen a
nuestra federación, tendrán que hacerlo como un solo pueblo.
-Porque
sería una locura. ¿No lo ve? Tal vez ya no pongan bombas, excepto
en raras ocasiones, pero siguen cometiendo sabotajes contra las
instituciones copaks y continuamente organizan manifestaciones que no
siempre son tan pacíficas como ellos dicen. Si hacemos concesiones,
exigirán más, hasta que le den la vuelta a la tortilla.
-Tal
vez, pero una cosa sé seguro. Aún no he visto a ningún jirdo en su
cuerpo de policía, ni ocupando un cargo en su gobierno.
V
La
capitán La Rouge estaba en el puente con cara de pocos amigos, algo
la tenía muy enfadada. Norn la observaba desde la distancia e iba a
hacer algún comentario cuando se abrió la puerta del turboascensor
para dar paso a un Ren con aspecto atribulado.
-Diez
minutos de retraso, señor Ren -dijo la capitán.
-Lo
siento capitán, yo...
-Ya
es la segunda vez esta semana subteniente, espero que tenga una buena
excusa.
-Yo...
lo siento mucho capitán, es que últimamente no duermo muy bien. No
volverá a pasar, se lo aseguro capitán.
-Eso
espero. Cuando acabe su turno vaya a ver al doctor, que le de algo
para dormir.
-Lo
haré capitán.
-Bien,
ocupe su puesto.
-----------
Dela
contempló como el planeta Sheba se ocultaba tras el horizonte de su
satélite natural. Ella y Seilar estaban sentados a ambos lados de
una mesa en la sala de ocio.
-No
lo entiendo. ¿Es que no desean ustedes unirse a la Federación?
-Claro
que queremos. Comprendemos los beneficios que esto traería a nuestro
planeta, pero no queremos entrar en su federación como copaks, sino
como jirdos.
-Solo
podrán ingresar si su planeta se presenta como una unidad.
-Lo
se. Solo pedimos que se nos reconozca y gobernar Sheba con los
copaks, como iguales. Se que en su federación hay otros casos. ¿Que
me dice de los trills? Son dos especies distintas y ambas están
reconocidas.
-Pero
ambas se presentaron como trills.
-Y
nosotros ingresaremos como shebanos, pero solo si se reconoce que
somos una cultura diferente a la copak..
--------------
Norn
entró en la enfermería, donde le esperaba Bashir con una sonrisa
socarrona dibujada en su cara.
-Hola,
comandante. ¿Preparado para efectuar su donación? -dijo Julián
mostrándole un pequeño frasco.
Norn
cogió el frasco y le dirigió una mirada interrogativa al jefe
médico.
-No
me mire así -dijo Bashir ensanchando su sonrisa. -Usted también fue
adolescente alguna vez. No creo que tenga que recordarle como...
-añadió haciendo un explícito gesto con la mano.
-Es
usted muy gracioso, Julián. Debería dejar la medicina y hacerse
humorista.
-No
creo que lo hiciera mal. Usted aún no ha escuchado mis famosos
“chistes de bombillas”.
-¿Chistes
de qué...?
-Nada,
cosas mías. Si tiene dificultades, puede venir su esposa a...
“echarle una mano”.
-Es
usted graciosísimo, doctor...¿Donde...?
-Detrás
de ese biombo tendrá la intimidad que necesita. Le he dejado un
dispositivo con holoimágenes sugerentes, por si necesita
inspiración.
-Me
parto de risa -respondió Norn enviándole una mirada asesina al
doctor. Y se metió tras el biombo.
------------
Varios
minutos después Norn entraba de nuevo en el puente, en esos momentos
el oficial de comunicaciones anunciaba:
-Capitán,
recibimos una comunicación del planeta. Se ha identificado como
Seilar.
-¿Seilar?
-intervino Norn. ¿No es ese el líder de los rebeldes jirdos?
-Parece
que por fin vamos a conocer sus exigencias -respondió La Rouge.
-Localice esa llamada.
-Ya
lo he intentado capitán, no es posible, está usando toda la red de
satélites del planeta para desviar la llamada.
-Es
listo... Está bien, en pantalla.
En la pantalla principal apareció un shebano de edad madura, bajo,
pelo canoso y que usaba lentes correctoras.
-Saludos
capitán. Me alegra conocerle personalmente por fin.
-Lamentablemente
no puedo decir lo mismo.
-Lo
comprendo.
-¿Cuando
piensa devolverme a mi oficial científico señor Seilar?
-Directa
al grano. Me gusta... se presentará usted, dentro de veintisiete
horas en un lugar de la superficie shebana de mi elección. Allí
discutiremos las condiciones del rescate de la comandante Dela. Antes
de que pregunte... ella está bien, no ha sufrido ningún daño.
-¡Ni
hablar de eso! -intervino Norn. -¿Que garantías tenemos de que no
secuestrará también a la capitán?
-¡Ah!
El comandante Norn, ¿no es cierto? Su capitán puede venir
acompañada de dos hombres de su servicio de seguridad, armados si lo
prefiere. Uno de ellos puede ser el esposo de Dela, el teniente
Grant, si usted lo considera oportuno. Nadie va a hacerle daño a la
capitán La Rouge. Tiene mi palabra.
-¿La
palabra de un terrorista?
Seilar
sonrió ante la pregunta de Norn.
-Les
envío las coordenadas. Dentro de veintisiete horas.
Seilar
cortó la conexión sin esperar respuesta.
-¡No
pensará acudir a esa cita!
-Claro
que si. Haré lo que sea para recuperar a Dela.
-Lo
desapruebo.
-Tomo
nota. Ahora prepárelo todo y haga avisar a Grant, me acompañará.
-Haré
constar mi desaprobación en mi informe.
-Esa
es su prerrogativa comandante. Ahora cumpla mis órdenes.
VI
La
capitán estaba, que echaba chispas por los ojos.
-¿Qué
le pasa a ese muchacho? Otra vez llega tarde.
Norn
consultó el cronómetro, esta vez ya eran quince minutos de retraso.
Pulsó el comunicador de su insignia.
-Norn
a Ren.
No
hubo respuesta.
-Subteniente
Ren, póngase en contacto con el puente.
Nuevamente,
el silencio como respuesta.
-Computadora,
¿donde está el subteniente Ren en este momento?
-El
subteniente Ren se halla en su camarote. Nivel 7, camarote 23.
Norn
le hizo una seña a Grant. El jefe de seguridad se puso en movimiento
sin más indicaciones. Se dirigió al turboascensor mientras se ponía
en contacto con su equipo.
-Quiero
dos hombres de seguridad en el nivel 7, ahora mismo.
Minutos
más tarde, Grant se ponía en contacto con el puente.
-Aquí
Grant. He hallado al subteniente Ren inconsciente en el suelo de su
camarote. El doctor Bashir ya está en camino.
-Recibido
señor Grant -respondió La Rouge. -Número uno, vaya usted y
averigüe que ha pasado.
Cuando
Norn entró en el camarote Bashir ya estaba atendiendo al chico. El
jefe médico miro a Norn con cara de preocupación.
-¿Y
bien doctor? ¿Qué le pasa al muchacho?
Bashir
respondió con un ligero movimiento de negación y desvió la mirada
a los hombres de seguridad.
Norn
comprendió lo que intentaba decirle Bashir.
-Ustedes
dos -les dijo a los hombres de Grant, -llévenlo a enfermería.
Grant, vuelva a su puesto, yo me encargo.
Cuando
quedaron solos, Norn volvió a preguntar.
-¿Qué
tiene que decirme doctor?
-¿Ha
oído hablar del Triceratol?
-No.
¿Qué es eso?
-Una
droga procedente de Ferenginar. Algunos ferengis la toman como
evasión. Se trata de un potente hipnótico. Ren sufre una sobredosis
de esa droga.
-¿Me
está diciendo que el muchacho es un toxicómano?
-Prefiero
responder a esa pregunta cuando le haya hecho unos análisis.
-Esta
bien doc. Manténgame informado.
Norn
subió al turboascensor para volver al puente.
“Nunca
lo hubiera creído de ese chico”, pensó. “Y, ahora, ¿cómo se
lo cuento a La Rouge?”
------------
-Capitán,
hemos detectado una firma vulcana en el satélite shebano. Está en
una base que se suponía abandonada. Hay cientos de personas ahí.
-Fígela
y transpórtela a la nave. Avisen al teniente Grant.
--------
-¿Qué
le llevó a esta lucha?
-Es
evidente, el amor a mi pueblo y a mi cultura.
Dela
y Seilar continuaban en la sala de ocio de la base lunar.
-Tengo
curiosidad... ¿A qué se dedicaba antes de convertirse en... un
líder revolucionario?
Seilar
sonrió ante el comentario.
-Se
va usted a reír.
-¿Porqué
tendría que hacerlo?
-Era
cocinero. De hecho, eso que está comiendo lo he cocinado yo. ¿Le
gusta?
Seilar
no llegó a oír la respuesta, porque en ese momento Dela desapareció
entre el rielar del transportador.
----------
-La
tenemos capitán.
El
anuncio venía de la sala del transportador.
-Perfecto,
que alguien la acompañe a enfermería y que Bashir se asegure que
está perfectamente. Yo iré cuando pueda.
-Supongo
que ahora no asistirá a esa reunión con ese Seilar.
-Ya
no hay motivo para ello comandante.
-Me
deja usted más tranquilo capitán.
La
Rouge se sentó en su sillón de mando con aire satisfecho.
-Comuniquen
al presidente Rolen que abandonamos la órbita de inmediato. Díganle
que el ingreso de Sheba en nuestra Federación queda pendiente de la
decisión de nuestros líderes. Díganle también que mi informe será
negativo. Cuando esté todo listo pongan rumbo de regreso.
-¿Qué
pasará ahora con esa gente? -preguntó Norn.
-Les
dejaremos seguir con sus vidas, pero seguramente, la federación les
mantendrá vigilados. Tal vez dentro de unos cien años hayan
resuelto sus diferencias.
-Esperemos
que así sea y no acaben en un conflicto bélico.
-No
creo que lo hagan, no son estúpidos. Si realmente desean ser
miembros de nuestra federación, llegarán a un acuerdo.
----------
La
Rouge y Norn estaban en enfermería frente a un reanimado Ren que,
visiblemente avergonzado, ni se atrevía a mirar a sus superiores a
la cara. Bashir ya les había comunicado que la teniente-comandante
Dela tenía una salud perfecta.
-Me
ha decepcionado señor Ren -dijo Norn. -Yo personalmente lo
recomendé a la capitán. Insistí para que ella venciera sus
reticencias iniciales y le considerara por encima de otros cuatro
candidatos. ¿Y así me lo agradece?
El
joven ferengi bajó aún más la vista, incapaz de responder.
-¿En
que estaba pensando? -intervino La Rouge. -¿Se da cuenta de que ha
puesto en peligro su carrera?
Ren
levantó la vista para mirar a su capitán durante un segundo, pero
la volvió a apartar de inmediato. Sus lóbulos adquirieron un fuerte
color rojo.
-Estoy
esperando una explicación plausible, subteniente -insistió La
Rouge. -No le creo tan estúpido como para jugar con las drogas solo
por diversión.
VII
Grant
y Dela se reunieron en su camarote. Tras los lógicos besos y abrazos
por el reencuentro, se sentaron en el sofá. Grant cogió la mano de
su esposa.
-¿Seguro
que estás bien?
-No
me han hecho ningún daño. De hecho, me han tratado bastante bien.
-¿Bien?
¡Por Dios, Dela. Te han secuestrado!
-Te
digo que estoy bien.
-¿Que
clase de gente hace algo así?
-Alguien
comprometido con una causa justa.
-¿Les
defiendes?
-No,
no es eso... Supongo que ese Seilar empezaba a caerme bien.
-
¿No tendrás el síndrome de Estocolmo?
-No
digas tonterías, te digo que estoy bien.
-De
acuerdo, si tu lo dices... no hablemos más de ello. Estás aquí,
conmigo, y eso es lo que realmente importa. ¿Que te parece si vamos
a recoger a Alicia? La dejé a cargo de la teniente Mina.
-Más
tarde -respondió Dela con una sonrisa pícara. -Primero aprovechemos
que nos hemos quedado solos.
-Esa
es la mejor proposición que me han hecho en muchos días.
-----------
-Todo
empezó cuando una docena de cadetes de mi promoción fuimos enviados
a DS7 para realizar tareas de apoyo no bélicas durante la guerra
contra el Dominio.
Ren
iba desgranando las palabras una a una, con dificultad, como si las
hubiera retenido dentro durante mucho tiempo y, ahora, tuviera que
regurgitarlas haciendo un gran esfuerzo.
-Al
principio, todo fue bien. No nos daban tareas peligrosas, solo éramos
unos críos con unas ganas locas de ayudar. Entonces llegó ese
fatídico día. El día en que la estación sufrió ese brutal ataque
en el que murieron tantas buenas personas, como su prometida de
entonces, comandante, la doctora Lilandra.
Yo
estaba con dos compañeros en el exterior, reparando uno de los
paneles solares. Hubo una explosión, el panel saltó en un millón
de fragmentos... Yo me salvé porque me encontraba un poco apartado,
pero mis dos compañeros...
No
fue la explosión lo que los mató capitán. Fueron los fragmentos
del panel... desgarraron sus trajes de vacío. ¿Han visto alguna vez
morir a alguien así? ¡Es algo horrible! Hacía solo una hora
estábamos divirtiéndonos en la cantina y de pronto...
Ellos...
Jarvis... Jarvis era un humano muy alegre, contaba unos chistes de
vulcanos divertidísimos... y Luba... Luba era una andoriana
preciosa...la persona más dulce que jamás he conocido... eran mis
mejores amigos... y, de pronto... sencillamente ya no estaban allí.
Cuando
me rescataron, me hicieron una revisión médica. No encontraron
nada. Me dieron dos días de baja, para que me recuperara. No tenía
nada físico, pero entonces empezaron los sueños... las visiones...
Cada vez que cerraba los ojos los veía...
Ren
continuaba su historia de forma entrecortada. Parecía como si con
cada palabra que pronunciaba le estuvieran arrancando un trozo de su
alma.
-Al
tercer día, no pude soportarlo más. Llevaba tres noches sin poder
pegar ojo... Una y otra vez, en mi mente se repetía la tragedia. Una
y otra vez, les veía morir bajo los efectos de la descompresión...
Conseguí
la droga y por fin pude dormir sin sueños. La estuve tomando
diariamente durante casi un año. Después lo dejé... Al principio
fue difícil, pero lo logré. Los sueños no se repitieron más...
hasta hace unos días...
Siento
haberles decepcionado capitán, comandante, lo siento de veras.
La
Rouge, al ver el sufrimiento del muchacho, se sintió incapaz de
recriminarle nada en ese momento.
-Descanse
ahora subteniente -dijo. -Ya hablaremos de ello más tarde, cuando se
haya recuperado del todo. Vamos señor Norn, tenemos cosas que hacer.
--------
Dos
días después, Ren estaba en el despacho de La Rouge, enfrentándose
a las consecuencias de sus actos.
-Espero
que haya tenido tiempo de reflexionar sobre su situación señor Ren.
-Lo
he hecho capitán. Se que mi comportamiento a sido... inadecuado.
Supongo que seré expulsado de la flota y acepto ese castigo. Me lo
merezco.
-¿Expulsarle?
No señor Ren, no se lo pondré tan fácil... Para empezar, le
degrado al rango de alférez. Seguirá a rajatabla la terapia que le
impongan el doctor Bashir y la consejero Dax. Mientras dure esa
terapia permanecerá arrestado en sus aposentos, después, y solo
cuando Bashir y Dax digan que está preparado para ello, volverá a
sus funciones, pero también pierde el puesto de primer timonel.
¿Alguna pregunta?
Ren
mostró una sonrisa de oreja a oreja.
-Ninguna
pregunta,capitán.
-Bien,
regrese a sus aposentos. Su arresto empieza en este momento.
Ren
dio media vuelta con el aire más marcial del que era capaz y se
encaminó hacia la puerta. Solo había dado dos pasos cuando se
volvió.
-Capitán...
-¿Si?
-Gracias.
-Espero
no arrepentirme de esto.
-No
le daré motivos para ello, se lo aseguro.
Cuando
Ren abandonó el despacho, Norn, que había estado presente sonrió.
-Yo
también se lo agradezco capitán.
-El
muchacho ha sufrido mucho. Se merecía una segunda oportunidad.
EPÍLOGO
Norn
entró en enfermería, donde se encontró con V'Alizia en la pequeña
sala de espera.
-¿Cómo
va todo, doctora?
-En
estos momentos el doctor Bashir está realizando el procedimiento.
-Ya
veo...¿le importa si espero con usted? Comprenderá que tenga cierto
interés en el asunto.
-Si,
claro, es comprensible. No faltaría más comandante.
Ambos
se sentaron. Durante un rato permanecieron en silencio pero, en un
momento dado, a Norn se le escapó una risita.
-¿Qué
es tan gracioso? -inquirió la klingon.
-Perdone,
es que estaba recordando como empezaron ustedes dos su relación, y
la bronca que tuve que echarles. (1)
V'Alizia
también se rió al oír esas palabras.
-Si,
aquella radiación realmente nos tuvo alteradas durante unos días.
Aunque yo la veo como una bendición.
-¿Porqué?
-De
no encontrarnos en ese estado, es muy posible que ninguna de las dos
se hubiese atrevido a dar el primer paso.
-Como
dice un viejo refrán de la Tierra, “no hay mal que por bien no
venga”.
Antes
de que V'Alizia pudiese hacer algún comentario, apareció Bashir
enfundado en su bata de quirófano, quitándose unos guantes de
látex. Miró sonriente a V'Alizia.
-Felicidades,
doctora. Su esposa está embarazada.
-Gracias,
doctor. ¿Puedo verla?
-Claro.
-V'Alizia
se alejó hacia el interior de enfermería.
-¿Puedo
hacer algo por usted, comandante?
-No,
solo estaba interesado en el resultado.
-Claro,
es comprensible -dijo Bashir. Y añadió con una gran sonrisa -¿Qué
quiere que haga con el resto de sus “soldaditos”?
-¿Perdón?
-Bueno,
podría destruir la muestra, pero preferiría conservarla
criogenizada.
-¿Conservarla,
porqué?
¡Quien
sabe! Quizás algún día esas dos quieran darle un hermanito a su
hijo.
Norn
contempló el rostro sonriente de Bashir y soltó un bufido.
-Haga
lo que quiera, doctor. Solo espero que no vaya esparciendo mi semilla
por toda la galaxia -respondió mientras abandonaba la sala.
(1)Ver
“Génesis”.
FIN
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