Dedicado
a:
B'Elena
Por
“presionarme”
PRÓLOGO
Kentara
V es un planeta en la frontera entre la Federación y el Imperio
Klingon. Clase M, mayoritariamente de clima desértico. La vida es
dura en Kentara V ya que la única forma de obtener agua, es a través
de las granjas de humedad diseminadas por todo el planeta. Su sistema
económico se sustenta básicamente por dos industrias. En primer
lugar, las granjas de cultivo del hongo "retálium", con
numerosas propiedades terapéuticas y que solo crece en el planeta.
En segundo lugar, la industria farmacéutica, dedicada casi
exclusivamente al procesamiento del hongo. Por su situación en la
frontera y su poco atractivo, el turismo es mas bien escaso, por lo
que el planeta se ha convertido en refugio de contrabandistas,
piratas, fugitivos y gentes de mal vivir.
Oneless
Town es una de las poblaciones del planeta. En realidad, su nombre
oficial es Peaceful City, pero ese nombre no le cuadra nada ya que
cada día muere alguien de forma violenta, de ahí el nombre que
recibe popularmente. Se trata de una población pequeña, de casas de
una planta con paredes blancas y techos de barro para aislar el
interior del calor reinante.
Es
en Oneless Town donde empieza esta historia. Justo en el momento en
que llegan a ella una curiosa pareja.
Honrad
a los valientes
que
caen bajo vuestra espada.
Pero
apenaros del guerrero
que
aniquila a todos sus enemigos
“La
caída de Kang”
(G'Trok
– poeta klingon)
I
Llorenç
Dax y B'Elena paseaban con paso firme por las calles de Oneless Town.
Los habitantes del lugar que se cruzaban con ellos se apartaban
temerosos al ver sus armas y sus exóticas ropas que contrastaban con
las sencillas vestimentas de colores terrosos típicas del lugar.
Muchos se giraban a mirarlos ya que formaban una pareja poco usual..
Ella
era una mujer de raza klingon, algo baja para los estándares de su
raza pero muy atractiva, vestía ropas civiles típicas de su
planeta.
Él
era un hombre de raza trill unido a un simbionte, atlético, de
mirada alerta y andares felinos. Su atuendo era un compendio de ropas
de varios planetas.
En
la cadera de ambos, colgados de unos cintos, podían verse sendos
disruptores klingon.
Al
llegar a un cruce escucharon un tumulto a su derecha. Picados por la
curiosidad se acercaron a ver que sucedía. Una muchedumbre se
agolpaba frente a la entrada de uno de los edificios.
-¿Qué
sucede? -preguntó Dax a uno de los presentes.
-Un
asesino. Se ha hecho fuerte en esa casa, tiene un niño como rehén.
-¿Y
la policía no ha hecho nada?
-¿Policía?
¿En Oneless Town? Estará bromeando.
-Tenemos
que hacer algo -dijo B'Elena.
-¿Tenemos?
-Se
trata de un niño.
-No
nos incumbe.
-Sabes
que odio a la gente que abusa de los más débiles. Si tú no quieres
hacer nada, quédate mirando. Yo voy a intentarlo.
Llorenç
Dax alzó los ojos al cielo y emitió un largo suspiro.
-No
sé porque discuto contigo, siempre acabas saliéndote con la tuya.
-Ese
es mi chico -respondió ella con una sonrisa. -¿Cómo lo hacemos?
Dax
observó la casa durante un rato.
-¿Hay
una entrada trasera? -preguntó al tipo de antes.
-Si,
como en todos los edificios de la ciudad.
-Ok.
Yo me acerco por delante y le distraigo y tú entras por detrás y
rescatas al niño.
-Así
me gusta. Dame dos minutos.
Llorenç
esperó a que su compañera desapareciera tras la casa, calculó los
dos minutos requeridos, se sacó el cinturón del que colgaba su arma
y se lo entregó al tipo con el que hablaron.
-Guárdame
esto. Y no lo toques, tiene el gatillo muy delicado.
Se
acercó a la casa con las manos en alto y se detuvo a una distancia
prudencial.
-Hola,
el de dentro. ¿Podemos hablar?
-No
te acerques más -sonó una voz bronca en el interior.
-Mira,
voy desarmado, solo quiero discutir tus condiciones. -respondió Dax
acercándose un poco más.
-Quédate
ahí o me cargo al crio.
Dax
se detuvo.
-¿Qué
quieres a cambio del chico?
-Quiero
un...
La
voz se interrumpió en ese momento y tras unos segundos de
incertidumbre, apareció por la puerta un tellarita con una fea
herida en el estómago. Dio un par de pasos y cayó al suelo. Detrás
de él apareció B'Elena con el niño en brazos.
Mientras
B'Elena entregaba al pequeño a su madre, Dax recuperó su arma y
ambos se reunieron bajo el aplauso de los presentes.
-¿Satisfecha?
-Sabré
agradecértelo -respondió ella con una sonrisa.
Continuaron
su paseo, alejándose de la muchedumbre y a los pocos segundos se
percataron de dos tipos que les seguían.
-¿Qué
buscáis vosotros dos? -inquirió la klingon volviéndose hacia
ellos.
Los
dos hombres iban vestidos con ropas locales y, la verdad, no tenían
un aspecto muy amenazador. Se acercaron a ellos con paso tímido.
-¿Qué
queréis? -preguntó Llorenç. -¿Porqué nos seguís?
-Señor,
señora, no queremos hacerles ningún daño -dijo uno de ellos
deshaciéndose en reverencias. -Solo queremos hacerles una propuesta.
II
Minutos
más tarde, B'Elena y Dax estaban reunidos con los dos
individuos en el hall del hostal donde se hospedaban.
-Mi
nombre es Rodyr, -empezó uno de ellos -y este es Bérdem. Ambos
somos granjeros, como todos los habitantes de nuestra aldea.
Cultivamos el hongo, vivimos de ello. No da para lujos pero nadie en
el pueblo pasa hambre. Pero llevamos dos temporadas que unos bandidos
nos roban la cosecha. Aparecen cuando hemos recolectado y se lo
llevan todo por la fuerza. La gente de la aldea no tiene armas y nada
sabemos de peleas, siempre hemos llevado una vida pacífica...
-Y
habéis decidido contratar mercenarios -le cortó Dax.
-Podemos
pagar -dijo Bérdem mostrando un paquete que contenía unas cuantas
monedas locales y varias joyas de poco valor.
Dax
observó el contenido del paquete calculando su valor.
-No
es mucho.
-Hemos
reunido lo que había de valor en el pueblo. Es todo lo que tenemos.
Nos
han ofrecido mucho por nuestro trabajo -dijo B'Elena. -Pero nunca
todo.
-Ya
salió santa B'Elena, patrona de las causas imposibles. Quieres
ayudarles, ¿no?
-Esta
gente nos necesita.
Dax
soltó un largo suspiro de resignación.
-¿Porqué
nunca puedo negarte nada?
-Porque
me quieres -respondió ella con una sonrisa. -Además, tú también
quieres ayudarles.
-Calculo
que por esto sacaremos unas trescientas tiras de latinio.
-También
ofrecemos tres comidas al día y alojamiento -dijo Rodyr.
-Gastos
cubiertos, ¿eh?. ¿Cuantos bandidos forman esa banda?
-Hemos
calculado unos cuarenta.
-Podríamos
reunir un grupo de seis o siete personas. Me gustaría contratar a
más, pero con esta paga no podemos aspirar a formar un grupo
numeroso. Pero deberán ser buenos y que se conformen con poco. No
será fácil.
-Entonces...¿lo
harán?
-No
prometo nada. Ya veremos como se desarrollan las cosas. De momento,
vosotros dos salid a la calle y haced correr la voz de que
contratamos mercenarios. Los interesados que vengan aquí a
informarse.
Cuando
los granjeros se marcharon, Dax abrazó a su compañera y la besó
apasionadamente.
-¡Me
metes en cada lío!
-Venga,
no seas quejica. Será divertido.
III
Media
hora después, Llorenç paseaba por Oneless City observando a la
variopinta muchedumbre que recorría sus calles. B'Elena seguía en
la recepción del hostal para informar a posibles candidatos de las
condiciones del trabajo. Al volver una esquina vio una multitud.
”¿Otro
secuestro?” -pensó y se acercó a ver que pasaba.
Se
trataba de un duelo. Los contendientes eran un vulcano y un orión.
Ambos tenían a su izquierda un poste que sostenía una pieza de
metal. Sus manos se encontraban muy cerca de sus armas. A una señal
de uno de los observadores ambos desenfundaron y dispararon. Los dos
blancos se desintegraron.
-¡Qué
fastidio! Hemos empatado -dijo el orión.
-No
-respondió el vulcano. -He ganado yo.
-Lo
dirás en broma. Hemos quedado empatados.
-Te
equivocas.
-De
acuerdo fanfarrón, hagámoslo otra vez, pero esta vez de verdad.
-Estás
loco.
-¿Tienes
miedo fanfarrón?
-Tú
lo has querido, todos son testigos.
“Ese
tipo es estúpido o tiene ganas de suicidarse. Es evidente que el
vulcano lo supera” -pensó Dax.
Una
vez más, los contendientes se pusieron frente a frente. El mismo
hombre de antes dio la señal y ambos desenfundaron. El orión quedó
desintegrado antes de poder apretar el gatillo.
“Este
vulcano nos convendría” -se dijo Dax.
---------------
B'Elena
estaba en la recepción, aburriéndose como una ostra cuando apareció
Bérdem a la carrera.
-Rodyr
viene hacia acá con uno.
-Bien,
vamos a ponerle a prueba. Coge ese bastón, escóndete tras la
entrada y cuando ese tipo entre, dale en la cabeza.
-¿Que
haga qué?
-Hazlo.
Bérdem
hizo lo que le ordenó B'Elena y se situó tras la entrada con el
bastón en alto. Poco después apareció Rodyr acompañado de un
ferengi. El tipo se acercó a la entrada con paso decidido, pero a
los pocos pasos se detuvo y miró al interior con aire divertido.
-¿Es
una broma?
Ella
se levantó y se acercó a la entrada.
-Por
favor, perdona, solo era una prueba. Pasa, te lo ruego.
--------------
Llorenç
continuaba con su búsqueda cuando vio a B'Elena hablando con un
nativo frente a una tienda.
“¿Para
qué habrá salido?” se preguntó.
Se
acerco a ella, pero cuando estaba a solo un par de metros ella se
volvió y comprobó que se había equivocado de chica.
-¡V'Al!
¿Qué estás haciendo aquí?
-¡Llorenç
Dax! La galaxia es un pañuelo.
IV
-Digamos
que tuve algunos problemitas en Deneb IV y tuve que salir por patas.
Llorenç
sonrió al oír las palabras de la klingon.
-Si,
escuché algo de una valiosa joya desaparecida, ese trabajito tenía
tu firma.
-¿Y
tú, qué te trae por aquí?
-Belita
y yo tuvimos un encuentro poco agradable con una patrulla de la
federación mientras efectuábamos un trabajo de contrabando. Nos
vimos obligados a soltar nuestra carga en el espacio y salir cagando
leches.
-¿Seguís
juntos?
-¿Celosa?
-No
digas tonterías, aunque si que me mosqueó un poco que después de
dejarme te fueras precisamente con mi hermana.
-No
fue premeditado, créeme, después de separarnos yo necesitaba un
nuevo socio, ella apareció por ahí y una cosa llevó a la otra. Por
cierto...¿Tienes algo entre manos?
-No...
He oído por ahí de un trabajito, pero estaba mal pagado, así que
pasé.
-¿De
qué se trataba?
-Espantar
las moscas en una aldea de las montañas. ¿Y tú, tienes algo?
-Si...
espantar las moscas en una aldea de las montañas.
-¿Has
cogido el trabajo? ¿Por esa miseria? No me lo creo.
-Pues
si.
-¿Hay
algo detrás de todo eso, verdad? ¿Qué es? ¿Oro? ¿Joyas?
-Nada,
solo que se ve.
-Tunante...
Está bien, ya me lo dirás cuando lo creas conveniente. Me apunto.
-V'Al,
en serio, no hay nada más.
-Claro,
claro. Lo que tú digas. ¿Cuando salimos?
---------
Llorenç
y V'Alizia entraron en la posada.
-Hola
Belita, traigo un recluta, no te lo vas a creer.
-Sabes
que odio que me llames... ¿V'Al?
-Hola
hermanita.
Llorenç
vio al ferengi que estaba junto a su compañera y le lanzó a esta
una mirada interrogativa.
-Yo
también he reclutado a alguien. Te presento a Sibelius.
-¿Sibelius?
¿No estabas tú detrás de ese asunto de Caleb III?
-Si,
me reportó buenos beneficios -respondió el ferengi con una sonrisa.
-Nunca
hubiera esperado que alguien como tú se apuntara a un asunto tan
poco lucrativo.
-Es
mejor que nada, que es lo que tengo ahora -Sibelius se encogió de
hombros. -Y ganancias son ganancias.
-Pues
ya somos cuatro. Encontré a otro, muy bueno con el phaser, pero no
aceptó.
-Por
la escasa paga, supongo -dijo B'Elena.
-No,
el dinero no le importa. Pero dice que ya está harto de esta vida y
se ha retirado.
-Vaya.
V
B'Elena
se encaró con su hermana.
-¿Y,
a ti, qué se te ha perdido por aquí?
-Lo
mismo que a ti, según parece.
Llorenç
se llevó a Sibelius a un lado.
-Será
mejor que vayamos a dar un paseo. No querrás estar aquí si estas
dos empiezan a discutir.
-¿Problemas
familiares? -preguntó el ferengi mientras salían a la calle.
-Algo
parecido.
-Bueno,
aprovecharé para ir a buscar mis cosas, nos vemos luego amigo.
-Hasta
luego.
Llorenç
se dirigió a la cantina, pidió una copa de aguardiente local y
observó al personal. Negó con la cabeza.
-Son
difíciles de encontrar -dijo para si.
El
cantinero demostró tener buen oído, pues se acercó y preguntó:
-¿Qué
es tan difícil de encontrar?
-Busco
hombres que sepan manejar un arma. ¿Conoces alguno?
-Bueno,
no se si sabrá manejarla, pero tengo un tipo ahí detrás que lleva
una.
-¿Y
que hace ahí?
-Está
ordenando el almacén. Es un tipo simpático. Vino esta mañana y me
dijo: “Ponme de comer, no tengo dinero pero trabajaré para ti.”
Y ahí está.
-¿Te
importa que pase? Me gustaría verle.
-Adelante.
Llorenç
pasó al almacén y pudo ver a un joven humano cargando cajas de un
lado para otro. Se sentó en un taburete que encontró y se puso a
observar al chico con una sonrisa.
-¿Qué
pasa, nunca has visto a alguien trabajando?
-Oh,
si, pero nunca con tanta alegría. Parece que te divierte.
-Me
divierte más cargarme a cotillas como tú.
-Entonces
tal vez te interese un trabajito para el que estoy reclutando gente.
-¿De
qué se trata?
El
trill le puso en antecedentes.
-No
es una gran paga, la verdad.
-Lo
se, pero es lo que hay. Tal vez te interese más seguir cargando
cajas. Lo entenderé.
-Muy
gracioso... Ok, me apunto, pero primero debo acabar aquí, tengo que
pagarme el papeo.
-Bien,
estamos en el hostal, no tengas prisa.
-Me
llamo Thargor -dijo el humano tendiéndole la mano.
-Yo
soy Llorenç Dax -respondió correspondiendo al saludo.
VI
Al
día siguiente Llorenç se levantó temprano, se vistió y antes de
bajar al comedor depositó un beso en la mejilla de B'Elena que aún
seguía dormida. Bajó las escaleras sonriente. Belita no era tan
brusca como V'Alizia, pero seguía siendo klingon. Por suerte esa
noche no se había roto ni dislocado ningún hueso, pero le dolía
todo el cuerpo. Cuando llegó al comedor, vio al vulcano del día
anterior sentado ante una de las mesas. Este, cuando vio al trill le
señalo la silla frente a si y él aceptó la invitación.
-He
decidido acompañaros. Quiero ayudar a esa pobre gente.
-Me
alegra tenerte en el grupo. Me llamo Llorenç Dax
-Mi
nombre es Spapak.
-Encantado
de conocerte Spapak -dijo Llorenç haciendo el saludo vulcano.
------------
Más
tarde estaban reunidos los seis mercenarios y los dos granjeros.
-Partiremos
mañana al alba -dijo Llorenç.
-Pero
solo son seis y usted dijo siete -respondió Bérdem.
-Dije
seis o siete. Lo cierto es que no tenemos mucho tiempo y no creo que
consigamos a un séptimo.
-Conozco
a alguien que sería una buena adquisición, ahora está en la
ciudad, pero será difícil convencerle -dijo Sibelius.
-¿Es
bueno? -preguntó B'Elena.
-El
mejor. ¿Habéis oído hablar de “el doctor”?
-¿Hablas
de McCoy?
-El
mismo.
-¿Y
quién no a oído hablar de él? Dudo que un tipo de su renombre
quiera participar en un asunto de tan poca monta, pero podemos
intentarlo. ¿Cuando podemos verle?
-Podemos
ir ahora mismo si quieres.
-De
acuerdo, vamos. Los demás quedaros aquí.
---------
Sibelius
llevó a Llorenç hasta el centro de la ciudad, donde podían verse
algunos edificios más lujosos. Pararon frente a uno de ellos.
-Será
mejor que esperes aquí. No le gustan demasiado los desconocidos.
Entraré yo para tantearlo.
-De
acuerdo.
Sibelius
entró y al cabo de unos minutos volvió a salir y le hizo señas al
trill para que entrara.
-Le
he hablado del trabajo, pero no de las condiciones, eso tendrás que
negociarlo tú.
Entraron
en una habitación decorada con mucho lujo. McCoy estaba sentado en
un sillón de cara a la entrada. Sobre su regazo descansaba un gato
de angora que bufó al ver entrar al trill.
-¿Tú
eres el doctor?
-Así
me llaman.
-¿Cómo
has acabado en este agujero?
-He
venido a descansar. No hay un maldito planeta en esta galaxia que no
haya puesto precio a mi cabeza. Y ahora dime... ¿Quién eres y para
qué me buscas?
-Me
llamo Llorenç Dax y estoy reclutando mercenarios para defender a los
habitantes de un pueblo de las montañas del ataque de unos bandidos.
Pero la paga es pobre. Trescientas tiras de latinio a repartir mas
tres comidas al día y refugio.
McCoy
sonrió al escuchar la oferta.
-Seguramente
podría comprar cien veces esa aldea solo con lo que tengo aquí.
-Claro.
Siento haberte hecho perder el tiempo -respondió Llorenç dando la
vuelta.
-No...
espera, sigue escuchando... -El doctor empezó a acariciar al gato
tras las orejas.
-Duermo
con la espalda contra la pared, cuando puedo dormir... Como serpiente
siete días a la semana... No hay una sola ciudad en esta maldita
galaxia donde pueda dejarme ver o gastar mi fortuna... Así que tu
oferta me parece enormemente atractiva, -se levantó y se puso frente
al trill.
-Comida
y un buen refugio... ¿Cuándo nos vamos?
VII
-¿De
verdad vamos a viajar en “eso”? -dijo Thargor al ver el vehículo.
-¿Qué
esperabas, una limusina? -respondió Llorenç. -Esa gente no tiene
dinero para un vehículo moderno. Y, la verdad, nosotros no podemos
permitirnos alquilar uno.
Rodyr
y Bérdem observaban divertidos las caras de los mercenarios desde el
pescante del carro tirado por cuatro fargan.
-Venga
chicos, todos arriba, en peores situaciones nos hemos visto -exclamó
V'Alizia subiendo al carro.
Los
demás la imitaron y se acomodaron lo mejor que pudieron.
--------
Durante
la primera etapa de la jornada permanecieron todos en silencio,
sumidos en sus propios pensamientos. Este hecho preocupo a Llorenç,
si no empezaban a interactuar no podría formar un grupo cohesionado
y eso sería un problema a la hora de actuar en equipo. Se lo comentó
a B'Elena.
-Acabamos
de salir, dales tiempo. -respondió la klingon. -Tenemos tres
jornadas por delante antes de llegar a la aldea. Seguro que surge
algo que los una.
Pararon
a comer algo a mitad de jornada y luego continuaron su camino. El
paisaje desértico era monótono, un mar de arena donde las dunas
substituían a las olas. Llevaban un par de horas de camino tras la
comida cuando Thargor se puso en pie, mirando fijamente a un punto
determinado.
-Parad
este trasto, chicos -dijo dirigiéndose a los granjeros. -Creo que he
visto algo interesante.
Rodyr,
que llevaba las riendas, detuvo a las bestias. El joven humano
revolvió entre unas herramientas que estaban en el suelo del carro y
sacó una larga horquilla de tres puntas.
-Ahora
vengo chicos -dijo saltando del carro.
Se
dirigió a una de las dunas y se quedó observando el suelo con el
tridente en alto. Estuvo así, sin mover un músculo, durante un par
de minutos cuando, de pronto, ante la mirada curiosa de sus
compañeros, lanzó el tridente contra la arena, el cual se hundió
hasta la mitad de su longitud. Cuando lo sacó tenía ensartado un
lagarto de aproximadamente un metro de largo y unos treinta
centímetros de diámetro que se retorcía espasmódicamente.
-Ya
tenemos cena, chicos -dijo mientras volvía al carro.
-¿Esa
cosa es comestible? -preguntó Sibelius.
-Es
un lagarto de las arenas -respondió Bérdem. -Si sabes como
cocinarlo es un auténtico manjar.
-Pues
espero que sepáis cocinarlo.
-------
A
la hora de la cena, reunidos alrededor de una fogata, comprobaron
que, efectivamente, el lagarto era uno de los platos más deliciosos
que habían probado. Al poco rato, entre risas y algunas copas del
fuerte aguardiente local, se intercambiaban anécdotas y chistes.
-Ahora
empezamos a ser un equipo -le dijo Llorenç a su compañera.
-Te
lo dije -respondió.
VIII
Llegaron
al poblado al finalizar la tercera jornada.
Se
trataba de dos docenas de casas bajas, muy parecidas a las de Oneless
Town. Estas se arracimaban pegadas a la falda de de la montaña.
Detrás de las viviendas podían verse diversas cuevas donde se
cultivaban los hongos. Las calles estaban desiertas, no se oía nada
ni a nadie.
-¿Donde
están todos? -preguntó Thargor.
-No
lo entiendo -respondió Bérdem. -Deberían estar todos aquí.
Rodyr
bajó del pescante de un salto y se puso a llamar a voces.
-¡Jaro!,
¡Laida!, ¡Torás! ¿Donde os habéis metido? Berdem y yo hemos
traído a unos amigos que nos ayudarán a enfrentarnos a esos
bandidos.
Mientras
tanto, los demás se apearon del carro.
-¿Qué
diablos está pasando aquí? -preguntó Llorenç bastante mosqueado.
-Tendrán
que perdonarles -dijo Bérdem con aspecto avergonzado. -Son unos
timoratos. Tienen miedo de todo y de todos.
-Pero
nosotros estamos aquí para ayudarles. ¿Porqué se comportan así?
De
pronto se escuchó una potente sirena.
“Uuuuuuaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa.....”
Los
aldeanos salieron a la carrera reuniéndose en el punto donde les
esperaban los mercenarios.
-¿Qué
pasa? -preguntó uno de ellos. -¿Quién está tocando la alarma?
-¡He
sido yo!
Todos
se volvieron hacia el origen de la voz. Encima de una atalaya,
apoyado en la sirena que había alarmado a todos, se encontraba
Thargor.
-¡Hola
a todos! -dijo encarándose a los aldeanos. -¡Gracias por vuestra
cordial bienvenida! Queríais ayuda para libraros de esos bandidos.
Bueno, pues aquí estamos mis amigos y yo. Espero que demostréis que
vale la pena el esfuerzo de luchar por vosotros. Y ahora que ya nos
conocemos...podéis volver a vuestras casas. ¡Largaros! Sacad
vuestras feas caras de mi vista.
Mientras
los aldeanos regresaban a sus hogares con la cabeza gacha, Thargor
bajo de la atalaya. Los demás apenas podían aguantar la risa.
-Malditos
aldeanos -dijo Thargor cuando llegó al lado de los otros. -¡Les
odio!
-Claro
que les odias -respondió Llorenç. -Eres uno de ellos.
-Si,
es cierto, vengo de una aldea muy parecida a esta. Pero no es culpa
suya el ser así, es culpa de gente como...
-De
gente como nosotros -dijo Llorenç acabando la frase del humano.
-Si.
Gente armada, que campa por sus anchas y les vuelven asustadizos y
antisociales. Por eso me fui. Prefiero ser uno de los que asustan
antes que vivir siempre con miedo.
-Es
comprensible.
-Mañana
por la mañana, a la luz del sol, les veréis de otro carácter -Dijo
Bérdem. -Ahora, si me acompañáis, os mostraré vuestros
alojamientos. Podréis cenar un plato caliente y dormir en una cama
confortable.
IX
Dos
días después, Llorenç ya tenía a todos los habitantes de la aldea
organizando las defensas. El y B'Elena contemplaban los resultados
desde un altozano.
-Lo
primero que verán esos bandidos cuando vuelvan por aquí será esa
zanja -dijo la klingon.
-Un
proyecto de alcantarillado -respondió él.
-Ya.
Después se fijarán en que los muros que rodean la aldea son ahora
un metro más altos.
-Reformas
municipales.
-¿De
verdad crees que todo eso los parará?
-Mujer,
algo ayuda. Además, mantiene a toda la aldea ocupada, no les da
tiempo a tener miedo.
-Si
tú lo dices...
-Anda,
vamos a ayudar.
------------
V'Alizia
y los dos aldeanos que le ayudaban a levantar uno de los muros se
tomaron un descanso.
-Son
muy astutos esos bandidos -dijo.
-¿Porqué
lo dice señora?
-¿Cómo
creéis que se enteraron de esa mina de oro?
-¿Mina
de oro? ¿Qué mina de oro?
-La
que hay escondida en esas montañas.
-¿En
nuestra montaña? Nunca hemos tenido minas de oro por aquí, señora.
-Bueno,
ahora que pienso... Tal vez no era de oro, tal vez era de plata o
latinio.
-No
hay minas en esas montañas, señora. Nunca las hubo.
-¿Seguro?
-Seguro.
V'Alizia
hizo un gesto de disgusto.
-¿Donde
ha oído eso de las minas, señora?
-Mmmfff.
Venga chicos, a trabajar, este muro no se va a levantar solo.
-----------
Spapak
dejó lo que estaba haciendo y se acercó a Llorenç.
-Oye
le dijo señalando disimuladamente a una colina cercana. -¿Tú crees
que habrá uno de los bandidos debajo de ese sombrero?
El
trill miro disimuladamente al punto que le señalaba su compañero.
-Un
explorador.... y donde hay uno pueden haber dos o tres. Ve para allá
y llévate al doctor. Y procurad coger a uno vivo.
X
Spapak
y McCoy dieron un rodeo y subieron la colina por la vertiente opuesta
a la aldea. Avanzaban agachados, procurando ocultarse entre la escasa
vegetación. Cuando llegaron al lugar donde vieron al observador no
había nadie, pero vieron tres aeromotos del tipo conocido como
“speeder” paradas. Los dos hombres intercambiaron sendas miradas
interrogativas. Finalmente, Spapak le hizo una seña a su compañero
para que permaneciera oculto y él se sentó en el suelo, apoyando la
espalda en un árbol muy cerca de los vehículos y fingió dormir.
Pasaron
un par de minutos cuando McCoy escuchó el crujido de una rama a su
espalda. En una fracción de segundo ya había desenfundado su phaser
y se había vuelto hacia la dirección del sonido encontrándose
frente a dos hombres que ya estaban sacando sus armas. Disparó sin
pensarlo y desintegró a los dos individuos.
Spapak
se levantó de un salto al oír el sonido de los disparos y
desenfundó a su vez. McCoy salió de su escondrijo haciéndole
comprender al vulcano por señas que no había podido evitarlo.
En
ese momento, el tercer bandido apareció de repente, se subió a una
de las aeromotos y salió disparado.
-Mierda,
se escapa -gruñó McCoy.
-No
-respondió el vulcano.
Apuntó
con su arma al hombre que huía y disparó. A pesar de la gran
distancia que los separaba, el hombre cayó y el vehículo siguió su
camino hasta estrellarse contra unas rocas.
-Buen
tiro -dijo el doctor.
-Malísimo
-respondió Spapak. -Yo apuntaba al speeder.
--------
En
la aldea, Llorenç escuchó el sonido de la explosión y se imaginó
lo sucedido de forma bastante exacta.
-¡Mierda!
-exclamó. -Les dije que trajeran a uno vivo.
Poco
después, aparecían los dos hombres montados en las aeromotos,
traían con ellos las armas de los exploradores. Le contaron al trill
lo sucedido.
-Está
bien, no pasa nada. Si han enviado a estos tres es que aún están
bastante lejos. Tenemos tiempo de terminar las defensas y entrenar a
algunos aldeanos en el uso de esas armas.
El
trill fue a hablar con Rodyr y Bérdem y les contó lo sucedido.
-...Es
probable que, al ver que no vuelven esos hombres, el jefe de esa
banda se imagine algo de lo sucedido. Eso acelerará su regreso. Así
que escoge a tres vecinos que sean espabilados y les enseñaremos a
usar las armas de esos cerdos. Y los demás que se den prisa en
levantar esos muros. El momento se acerca, avisad a todos.
Acto
seguido se reunió nuevamente con McCoy y Spapak para inspeccionar
las armas que habían pertenecido a los bandidos. Todos ellos
llevaban disruptores romulanos.
-Supongo
que si estos tres llevaban la misma arma todos los otros también la
usarán.
-Seguramente
las adquirieron de alguna partida de contrabando -dijo McCoy. -Son
muy raras por estos barrios.
-Lo
que sea. Procuremos darles buen uso.
XI
Aquella
noche los aldeanos organizaron una fiesta para celebrar su pequeña
victoria. Después de todo, eran tres bandidos menos de los que
preocuparse. Hubo música y bailes y el aguardiente se sirvió en
abundancia. En un momento dado, McCoy se acercó a Llorenç.
-Oye,
tú conoces bien a V'Alicia ¿verdad?
-Bastante
bien.
-¿Porqué
me mira de esa forma? No me ha quitado el ojo de encima en toda la
noche.
-No
tienes experiencia con mujeres klingon ¿verdad?
-Lo
cierto es que no.
-Te
está midiendo.
-¿Cómo
dices?
-Se
pregunta si aguantarías mucho rato con ella.
-¿Aguantar
qué?
-En
la cama.
-Bromeas.
-En
absoluto. Y te advierto, una klingon nunca acepta un no por
respuesta.
-¡Diablos!
-Tranquilo,
si quieres, hablaré con ella, para que no sea demasiado brusca.
-¿Brusca?
-Las
mujeres klingon son muy pasionales. ¿Sabias que en los matrimonios
klingon es de mal augurio si en la noche de bodas no hay algún hueso
roto o dislocado?
-Me
estás tomando el pelo.
-No,
lo digo en serio. Espero que estés en buena forma amigo.
-¡En
buena forma, dice!
-Y
hablando del tema, creo que voy a retirarme, Belita parece impaciente
por ir a la cama. ¡Suerte con V'Al doc!
Dejando
al doctor con la boca abierta, Llorenç se levantó y se dirigió a
su habitación siendo seguido prontamente por B'Elena.
McCoy
miró a V'Al, que seguía observándole fijamente. Al ver que él le
devolvía la mirada, la klingon se pasó la lengua por los labios de
forma obscena.
“Diablos,
¿porqué no?” pensó él. Se bebió el vaso de aguardiente de un
trago, le lanzó una sonrisa sugerente a la mujer y se dirigió a su
habitación. Antes de abandonar el comedor vio como ella se levantaba
y le seguía.
Mientras
tanto, Thargor se disponía a pasar también una noche agradable con
una de las jóvenes locales. El padre de la muchacha se percató de
ello y se puso en pie para impedirlo, pero Spapak, que estaba al
lado, le obligó a sentarse de nuevo.
-Déjalos
-le dijo. -Son jóvenes y podrían morir dentro de un par de días.
Se merecen disfrutar un poco.
-Pero...
-¿De
qué te sirve la honra cuando corres el riesgo de perder la vida?
XII
Al
día siguiente, durante el desayuno, Llorenç sonrió al ver a V'Al y
McCoy sentados juntos. La klingon parecía satisfecha, el hombre
estaba un poco magullado, pero parecía seguir en buena forma.
También Thargor parecía disfrutar con las atenciones de las que era
objeto por parte de la jovencita que estaba sirviendo la comida y que
ya llenaba su plato por tercera vez.
-Parece
que ha sido un buena noche para todos -le dijo a B'Elena.
-Si
-respondió ella sonriendo. -Eso parece.
Llorenç
miró a B'Elena de reojo. Desde que su hermana se había unido al
grupo parecía algo tensa. Ahora que esta estaba liada con el doctor,
parecía aliviada.
-¿Te
preocupaba que V'Al intentara reconquistarme?
-Serás
un conquistador, pero no sabes nada de mujeres.
-¿Ah,
no? Te recuerdo que he sido mujer tres veces.
B'Elena
soltó un bufido.
-¡Vaaaaale!
Lo admito.
-Tu
preocupación era infundada. Lo mio con tu hermana acabó hace
tiempo. Definitivamente.
-¿Qué
pasó realmente entre vosotros?
-Mejor
no preguntes.
---------
Después
del desayuno, Llorenç estaba dando una vuelta por la aldea,
inspeccionando las reformas que habían llevado a cabo para la
defensa.
-¡Ya
están aquí!
Se
volvió hacia la voz y vio a uno de los aldeanos que había puesto
como vigía.
-¡Ya
están aquí! -repitió el hombre cuando llegó a la altura del
trill. -Están como a unos veinte minutos del poblado.
-Bien,
avisa a los demás y refugiaros -respondió mientras sus compañeros
se reunían con él. -Y di a los hombres que tienen las armas que
estén atentos por si tienen que intervenir.
-Parece
que ha llegado el momento de ganarse las habichuelas -dijo Thargor.
-Eso
parece. Id a vuestros puestos.
Todos
se movieron rápidamente para ocupar los puestos estratégicos que
Llorenç les había asignado.
El
trill comprobó su arma siendo imitado por B'Elena y Thargor, que
seguían a su lado. Los tres se situaron en la plaza de la aldea, de
cara al camino por el que llegarían los bandidos.
-Bien,
chicos, vamos a darles una buena bienvenida.
XIII
Para
entrar en la aldea los bandidos tuvieron que rodear los nuevos muros,
de modo que lo hicieron justo por donde los defensores habían
planeado.
Entraron
en tropel, montados en sus speeders. Cuando llegaron a la altura del
trío que les esperaba se detuvieron.
-Debí
haberlo supuesto cuando mis hombres no volvieron -dijo el que parecía
el jefe. -¿A cuantos de vosotros han contratado?
-Los
suficientes -respondió Llorenç.
El
jefe miró a su alrededor.
-Veo
un par de muros nuevos.
-Hay
muchos muros nuevos.
-No
van a impedirme entrar.
-Son
para impedirte salir.
-¿Habéis
oído? ¡Estamos rodeados! Los cuarenta. Por esos tres. Porque no
pueden haber pagado a más.
-En
grupo salimos más baratos -dijo V'Alizia apareciendo junto a McCoy
sobre un tejado.
-Cinco.
Pero aunque seáis cinco no nos daréis mucho trabajo.
-Cuenta
bien amigo -dijo Sibelius apareciendo en otro tejado junto a Spapak.
-¡Siete!
Bueno, aún no habéis resuelto mi problema.
-Nosotros
no resolvemos problemas -dijo el trill.
-Los
eliminamos -añadió B'Elena.
-¿Y
qué se supone que debo hacer yo ahora?
-Debes
largarte.
-¡Generosidad!
-dijo mirando a sus hombres. -Ese fue mi error. Les dejo lo
suficiente para que puedan subsistir y ellos me lo pagan así,
contratando mercenarios para enfrentarme. Y ahora me dicen que me
largue. ¡A mi!
B'Elena
vio por el rabillo del ojo como uno de los bandidos que se había
situado a su derecha desenfundaba su arma. Ella fue más rápida y el
hombre cayó. En ese momento se desató el infierno. Los siete amigos
buscaron refugio y empezaron a disparar.
La
ventaja numérica de los bandidos se convirtió en desventaja.
Montados en sus speeders y dificultados por los nuevos muros
construidos por orden de Dax, no pudieron maniobrar con la suficiente
rapidez. Tropezaban unos con otros en su afán de huir de los
disparos de los defensores. Respondieron al fuego de los mercenarios,
pero estos estaban bien cubiertos y podían disparar a placer. La
batalla duró solo un par de minutos, tras los cuales los bandidos
emprendieron la retirada. El resultado fue de doce bandidos muertos.
Los mercenarios resultaron ilesos.
-¡Lo
conseguimos! Gritó Rodyr.
-No
te entusiasmes -dijo Dax. -Volverán.
XIV
Dos
días después, de madrugada, Llorenç Dax despertó instintivamente
al notar que B'Elena y él no estaban solos. El jefe de los bandidos
y tres hombres más estaban rodeándoles con las armas en la mano.
Notó que ella hacía un gesto agresivo y la detuvo.
-Ahora
no -le dijo. -Ahora tienen toda la ventaja.
-De
momento -respondió ella.
-Vestiros
-ordenó el jefe.
Llorenç
observó que uno de los hombres tenía sus armas, así que se limitó
a obedecer la orden. Cuando estuvieron vestidos salieron al exterior
donde les esperaban los demás rodeados por la banda.
-¿Cómo
conseguisteis entrar?
-Tú
no conoces a esta gente tan bien como yo. Son unas ratas cobardes.
Uno de los que dejaste de guardia nos dejó pasar. Solo tuve que
amenazarle y se meó encima.
-¿Y
ahora qué?
-¿Ahora
qué? Ahora, os llevaremos a las afueras. Cuando estemos a varios
kilómetros os devolveré vuestras armas y os dejaré marchar.
Incluso os daré un speeder de mis hombres caídos a cada uno para
que podáis ir a donde queráis.
-¿Y
a qué se debe tanta generosidad? ¿Porqué no matarnos aquí mismo?
-Verás...
Podría matar a todos los de la aldea y no habría consecuencias.
Pero con vosotros es distinto. Si os mato a todos y trasciende, no
tardaría en tener las patrullas de la Federación y del Imperio
Klingon detrás mio, incluso los ferengi podrían enviar a alguien.
No, me sale más a cuenta dejaros marchar. Basta de explicaciones. En
marcha.
Los
siete montaron en los speeders que habían seleccionado para ellos y,
rodeados por los bandidos salieron de la aldea.
Varios
kilómetros después, el jefe dio la orden de detenerse. El bandido
que llevaba sus armas las arrojó al suelo.
-Aquí
nos despedimos.
-¿Qué
pasará con los aldeanos? -preguntó Thargor.
-Ya
no tienes que preocuparte por ellos, ahora son cosa mía. ¡Adiós!
Dio
media vuelta y se alejó en dirección a la aldea seguido por sus
hombres.
Los
siete descendieron de sus speeders y recuperaron sus armas.
-Yo
no se vosotros -dijo Spapak. -Pero a mi, nadie me quita mi arma y me
obliga a huir.
-Tampoco
a mi -dijo Sibelius.
-Tranquilos
-dijo Llorenç. -No dejaremos solos a esa gente.
-¿Pensáis
volver? -intervino V'Alizia. -¿Por la miseria que nos pagan? Estáis
locos.
-Nadie
te obliga a venir -respondió el trill. -Puedes marcharte si quieres.
-Puede
contar con ello. ¿Alguien viene conmigo? ¿No? ¡Locos!
V'Alizia
montó en su speeder y se largó.
-¿Alguien
más quiere irse? -preguntó Llorenç.
Todos
negaron con la cabeza.
-Bien.
Esta noche les daremos a esa chusma una sorpresa.
XV
Al
ocaso se acercaron a la aldea, dejaron sus speeders a una distancia
prudencial y continuaron a pie. Al llegar vieron a uno de los
bandidos haciendo guardia frente al muro exterior.
-Yo
me encargo -dijo B'Elena.
Dio
un rodeo acercándose al hombre por la espalda y le apuñaló. Los
demás se reunieron con ella y se internaron en la aldea. Vieron a
varios bandidos durmiendo en el exterior y empezaron a disparar
contra ellos.
A
causa del ruido consecuente, los que estaban en el interior de las
viviendas empezaron a salir con las armas en la mano.
Sin
dejar de disparar los seis mercenarios buscaron algún parapeto y
siguieron disparando.
Pero
esta vez los bandidos iban a pie, por lo que tenían más movilidad.
Llorenç se dio cuenta de que no tardarían en tener sus propias
bajas.
Escuchó
un ruido a su espalda y se volvió de repente para ver a uno de los
bandidos que se le había acercado peligrosamente, pero antes de que
pudiera reaccionar el hombre cayó por el disparo de un disruptor
klingon.
-Deberías
estar más atento, manchitas -dijo V'Alizia apareciendo de pronto
tras uno de los muros. La klingon salió a espacio descubierto para
acercarse a él, pero fue alcanzada por un disruptor romulano.
-¡V'Al!
Mientras
el trill se acercaba a la amiga caída, McCoy, que había sido
testigo del hecho salió de su escondite y empezó a disparar a
diestro y siniestro con sus dos phasers.
-¡Malditos,
lo pagaréis!
No
tardó a ser alcanzado a su vez y cayó, quedando inmóvil en el
suelo. Pero su acción permitió al trill llegar junto a V'Alicia y
arrastrarla al interior de una de las viviendas. La klingon seguía
viva, pero tras ver su herida, Llorenç comprendió que no duraría
mucho.
-Sabia
que no nos abandonarías -dijo.
-¡Dax!
No dejes que muera como una estúpida. Dime que había algo más que
esta miserable aldea.
-Tenías
razón -respondió él.
-¿De
qué se trata?
-Pronto
pasará por aquí un convoy de la federación cargado con latinio,
está destinado a pagar a la patrullas que operan en el planeta.
-¿Cuanto?
-Diez
mil lingotes.
-¿Cuanto
me habría tocado?
-A
dividir entre siete...haz las cuentas.
-Maldita
sea, que mala suerte.
V'Alicia
sonrió a su ex-amante y murió.
Llorenç,
siguiendo el ritudal klingon, abrió sus ojos, miró directamente a
la muerte dentro de ellos, levantó la mirada al cielo y de su
garganta salió un terrible aullido.
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-¿Qué
ha sido eso? -preguntó Thargor.
-V'Al
ha muerto -respondió B'Elena.
-¿V'Al?
¿No se había largado?
-Un
klingon nunca huye de la batalla. Venguémosla.
-De
acuerdo.
Salieron
de su escondite vomitando muerte por los cañones de sus armas,
--------
En
el otro extremo de la aldea Sibelius y Spapak se habían parapetado
juntos.
-¿Qué
es eso? -exclamó el ferengi.
Spapak
miró hacia el punto que señalaba su compañero. Un niño de unos
siete años se acurrucaba tras un muro temblando de miedo.
-¿Qué
diablos hace ese crio ahí fuera? -dijo el vulcano.
Se
miraron uno al otro.
-Cúbreme
-dijo Spapak.
Salió
al descubierto hacia donde estaba el crio mientras Sibelius no dejaba
de disparar como un loco de un lado a otro. Cuando llegó junto a él,
Spapak se dio cuenta de que el pequeño estaba paralizado por el
terror. Cogió al niño en brazos y miró hacia donde estaba
Sibelius.
El
ferengi levanto el pulgar y siguió disparando.
Spapak
salió a la carrera hacia una de las viviendas. Faltaban solo unos
pocos metros para llegar cuando fue alcanzado por la espalda. Cayó
boca abajo, soltando al pequeño.
-Corre
-le dijo. -Métete dentro y no salgas.
Giró
sobre si mismo para quedar boca arriba.
-¡Mierda!
Nunca debí abandonar la filosofía de Surak -dijo.
Miró
hacia donde estaba Sibelius y vio que el ferengi también había
caído.
-¡Mierda!
-repitió antes de morir.
--------
Llorenç
ya había perdido la cuenta de los bandidos a los que había
liquidado. De pronto vio al jefe que salía corriendo de una de las
viviendas, montaba en uno de los speeders y huía.
Cogió
otro speeder y fue tras él. Cuando salieron a campo abierto sacó su
disruptor, apuntó, disparó y tuvo la satisfacción de ver caer al
bandido. Se acercó a él y comprobó que aun seguía vivo.
-¡Habéis
vuelto! -dijo el bandido. -Os habéis jugado la vida por esos
miserables... ¿Porqué?
-Nunca
lo entenderías -respondió.
El
hombre pareció que iba a decir algo, pero murió antes de pronunciar
una sílaba,
Llorenç
miró hacia la aldea, un silencio sepulcral reinaba en el ambiente.
Regresó
al interior del poblado. Todos los bandidos estaban muertos. De su
grupo, aparte de él, solo B'Elena y Thargor habían sobrevivido.
Ambos estaban ilesos. Los tres se miraron en silencio.
-Ahora
si -dijo Llorenç. -Ahora, por fin, hemos terminado el trabajo.
---------
EPÍLOGO
B'Elena,
Thargor y Llorenç, montados en sus speeders, estaban en un altozano
desde el que se divisaba toda la aldea, se encontraban frente a las
tumbas de sus compañeros.
Permanecieron
en silencio varios minutos, honrando la memoria de los caídos,
después se volvieron y miraron hacia la aldea que habían protegido.
Los
aldeanos estaban saliendo de sus casas y se dirigían hacia las
cuevas donde cultivaban el hongo.
Llorenç
comprobó que la mirada de Thargor se concentraba en una de las
figuras. Se trataba de la muchacha que había compartido su cama
durante dos noches.
-Adiós,
amigo -le dijo.
Thargor
miró a su compañero, luego se fijó de nuevo en la muchacha. Miró
de nuevo al trill.
-Adiós
-respondió. Arrancó su speeder y regresó a la aldea.
-¿Y
ahora qué? -preguntó B'Elena.
-Volvamos
a Oneless Town -respondió Llorenç. -Recuperemos nuestra nave y
volvamos al espacio de la Federación. Ya ha pasado bastante tiempo,
ya no nos buscarán.
-¿De
vuelta al trabajo?
-De
vuelta a casa.
Echaron
una última mirada a la aldea. Sus habitantes habían desaparecido en
el interior de las cuevas. Reinaba la calma después de la tormenta.
Sin decir una palabra más, arrancaron sus speeders y emprendieron el
camino de regreso.
FIN
Aunque me mataste en este relato, me ha gustado
ResponderEliminarGracias V'Al.
EliminarUn besazo, reina.