STAR TREK - JTK

Star Trek-JTK narra las aventuras de la nave de la Federación de Planetas Unidos -USS James T. Kirk-.

La acción se inicia unos tres años después de los hechos narrados en DS9.

jueves, 19 de marzo de 2020

B&D 01 - LOS 7 MERCENARIOS


Dedicado a:
B'Elena
Por “presionarme”









PRÓLOGO

Kentara V es un planeta en la frontera entre la Federación y el Imperio Klingon. Clase M, mayoritariamente de clima desértico. La vida es dura en Kentara V ya que la única forma de obtener agua, es a través de las granjas de humedad diseminadas por todo el planeta. Su sistema económico se sustenta básicamente por dos industrias. En primer lugar, las granjas de cultivo del hongo "retálium", con numerosas propiedades terapéuticas y que solo crece en el planeta. En segundo lugar, la industria farmacéutica, dedicada casi exclusivamente al procesamiento del hongo. Por su situación en la frontera y su poco atractivo, el turismo es mas bien escaso, por lo que el planeta se ha convertido en refugio de contrabandistas, piratas, fugitivos y gentes de mal vivir.

Oneless Town es una de las poblaciones del planeta. En realidad, su nombre oficial es Peaceful City, pero ese nombre no le cuadra nada ya que cada día muere alguien de forma violenta, de ahí el nombre que recibe popularmente. Se trata de una población pequeña, de casas de una planta con paredes blancas y techos de barro para aislar el interior del calor reinante.

Es en Oneless Town donde empieza esta historia. Justo en el momento en que llegan a ella una curiosa pareja.















Honrad a los valientes
que caen bajo vuestra espada.
Pero apenaros del guerrero
que aniquila a todos sus enemigos

“La caída de Kang”
(G'Trok – poeta klingon)


I

Llorenç Dax y B'Elena paseaban con paso firme por las calles de Oneless Town. Los habitantes del lugar que se cruzaban con ellos se apartaban temerosos al ver sus armas y sus exóticas ropas que contrastaban con las sencillas vestimentas de colores terrosos típicas del lugar. Muchos se giraban a mirarlos ya que formaban una pareja poco usual..

Ella era una mujer de raza klingon, algo baja para los estándares de su raza pero muy atractiva, vestía ropas civiles típicas de su planeta.

Él era un hombre de raza trill unido a un simbionte, atlético, de mirada alerta y andares felinos. Su atuendo era un compendio de ropas de varios planetas.

En la cadera de ambos, colgados de unos cintos, podían verse sendos disruptores klingon.

Al llegar a un cruce escucharon un tumulto a su derecha. Picados por la curiosidad se acercaron a ver que sucedía. Una muchedumbre se agolpaba frente a la entrada de uno de los edificios.

-¿Qué sucede? -preguntó Dax a uno de los presentes.

-Un asesino. Se ha hecho fuerte en esa casa, tiene un niño como rehén.

-¿Y la policía no ha hecho nada?

-¿Policía? ¿En Oneless Town? Estará bromeando.

-Tenemos que hacer algo -dijo B'Elena.

-¿Tenemos?

-Se trata de un niño.

-No nos incumbe.

-Sabes que odio a la gente que abusa de los más débiles. Si tú no quieres hacer nada, quédate mirando. Yo voy a intentarlo.

Llorenç Dax alzó los ojos al cielo y emitió un largo suspiro.

-No sé porque discuto contigo, siempre acabas saliéndote con la tuya.

-Ese es mi chico -respondió ella con una sonrisa. -¿Cómo lo hacemos?

Dax observó la casa durante un rato.

-¿Hay una entrada trasera? -preguntó al tipo de antes.

-Si, como en todos los edificios de la ciudad.

-Ok. Yo me acerco por delante y le distraigo y tú entras por detrás y rescatas al niño.

-Así me gusta. Dame dos minutos.

Llorenç esperó a que su compañera desapareciera tras la casa, calculó los dos minutos requeridos, se sacó el cinturón del que colgaba su arma y se lo entregó al tipo con el que hablaron.

-Guárdame esto. Y no lo toques, tiene el gatillo muy delicado.

Se acercó a la casa con las manos en alto y se detuvo a una distancia prudencial.

-Hola, el de dentro. ¿Podemos hablar?

-No te acerques más -sonó una voz bronca en el interior.

-Mira, voy desarmado, solo quiero discutir tus condiciones. -respondió Dax acercándose un poco más.

-Quédate ahí o me cargo al crio.

Dax se detuvo.

-¿Qué quieres a cambio del chico?

-Quiero un...

La voz se interrumpió en ese momento y tras unos segundos de incertidumbre, apareció por la puerta un tellarita con una fea herida en el estómago. Dio un par de pasos y cayó al suelo. Detrás de él apareció B'Elena con el niño en brazos.

Mientras B'Elena entregaba al pequeño a su madre, Dax recuperó su arma y ambos se reunieron bajo el aplauso de los presentes.

-¿Satisfecha?

-Sabré agradecértelo -respondió ella con una sonrisa.

Continuaron su paseo, alejándose de la muchedumbre y a los pocos segundos se percataron de dos tipos que les seguían.

-¿Qué buscáis vosotros dos? -inquirió la klingon volviéndose hacia ellos.

Los dos hombres iban vestidos con ropas locales y, la verdad, no tenían un aspecto muy amenazador. Se acercaron a ellos con paso tímido.

-¿Qué queréis? -preguntó Llorenç. -¿Porqué nos seguís?

-Señor, señora, no queremos hacerles ningún daño -dijo uno de ellos deshaciéndose en reverencias. -Solo queremos hacerles una propuesta.

































II

Minutos más tarde, B'Elena y Dax estaban reunidos con los dos individuos en el hall del hostal donde se hospedaban.

-Mi nombre es Rodyr, -empezó uno de ellos -y este es Bérdem. Ambos somos granjeros, como todos los habitantes de nuestra aldea. Cultivamos el hongo, vivimos de ello. No da para lujos pero nadie en el pueblo pasa hambre. Pero llevamos dos temporadas que unos bandidos nos roban la cosecha. Aparecen cuando hemos recolectado y se lo llevan todo por la fuerza. La gente de la aldea no tiene armas y nada sabemos de peleas, siempre hemos llevado una vida pacífica...

-Y habéis decidido contratar mercenarios -le cortó Dax.

-Podemos pagar -dijo Bérdem mostrando un paquete que contenía unas cuantas monedas locales y varias joyas de poco valor.

Dax observó el contenido del paquete calculando su valor.

-No es mucho.

-Hemos reunido lo que había de valor en el pueblo. Es todo lo que tenemos.

Nos han ofrecido mucho por nuestro trabajo -dijo B'Elena. -Pero nunca todo.

-Ya salió santa B'Elena, patrona de las causas imposibles. Quieres ayudarles, ¿no?

-Esta gente nos necesita.

Dax soltó un largo suspiro de resignación.

-¿Porqué nunca puedo negarte nada?

-Porque me quieres -respondió ella con una sonrisa. -Además, tú también quieres ayudarles.

-Calculo que por esto sacaremos unas trescientas tiras de latinio.

-También ofrecemos tres comidas al día y alojamiento -dijo Rodyr.

-Gastos cubiertos, ¿eh?. ¿Cuantos bandidos forman esa banda?

-Hemos calculado unos cuarenta.

-Podríamos reunir un grupo de seis o siete personas. Me gustaría contratar a más, pero con esta paga no podemos aspirar a formar un grupo numeroso. Pero deberán ser buenos y que se conformen con poco. No será fácil.

-Entonces...¿lo harán?

-No prometo nada. Ya veremos como se desarrollan las cosas. De momento, vosotros dos salid a la calle y haced correr la voz de que contratamos mercenarios. Los interesados que vengan aquí a informarse.

Cuando los granjeros se marcharon, Dax abrazó a su compañera y la besó apasionadamente.

-¡Me metes en cada lío!

-Venga, no seas quejica. Será divertido.







III

Media hora después, Llorenç paseaba por Oneless City observando a la variopinta muchedumbre que recorría sus calles. B'Elena seguía en la recepción del hostal para informar a posibles candidatos de las condiciones del trabajo. Al volver una esquina vio una multitud.

”¿Otro secuestro?” -pensó y se acercó a ver que pasaba.

Se trataba de un duelo. Los contendientes eran un vulcano y un orión. Ambos tenían a su izquierda un poste que sostenía una pieza de metal. Sus manos se encontraban muy cerca de sus armas. A una señal de uno de los observadores ambos desenfundaron y dispararon. Los dos blancos se desintegraron.

-¡Qué fastidio! Hemos empatado -dijo el orión.

-No -respondió el vulcano. -He ganado yo.

-Lo dirás en broma. Hemos quedado empatados.

-Te equivocas.

-De acuerdo fanfarrón, hagámoslo otra vez, pero esta vez de verdad.

-Estás loco.

-¿Tienes miedo fanfarrón?

-Tú lo has querido, todos son testigos.

“Ese tipo es estúpido o tiene ganas de suicidarse. Es evidente que el vulcano lo supera” -pensó Dax.

Una vez más, los contendientes se pusieron frente a frente. El mismo hombre de antes dio la señal y ambos desenfundaron. El orión quedó desintegrado antes de poder apretar el gatillo.

“Este vulcano nos convendría” -se dijo Dax.

---------------

B'Elena estaba en la recepción, aburriéndose como una ostra cuando apareció Bérdem a la carrera.

-Rodyr viene hacia acá con uno.

-Bien, vamos a ponerle a prueba. Coge ese bastón, escóndete tras la entrada y cuando ese tipo entre, dale en la cabeza.

-¿Que haga qué?

-Hazlo.

Bérdem hizo lo que le ordenó B'Elena y se situó tras la entrada con el bastón en alto. Poco después apareció Rodyr acompañado de un ferengi. El tipo se acercó a la entrada con paso decidido, pero a los pocos pasos se detuvo y miró al interior con aire divertido.

-¿Es una broma?

Ella se levantó y se acercó a la entrada.

-Por favor, perdona, solo era una prueba. Pasa, te lo ruego.

--------------

Llorenç continuaba con su búsqueda cuando vio a B'Elena hablando con un nativo frente a una tienda.

“¿Para qué habrá salido?” se preguntó.

Se acerco a ella, pero cuando estaba a solo un par de metros ella se volvió y comprobó que se había equivocado de chica.

-¡V'Al! ¿Qué estás haciendo aquí?

-¡Llorenç Dax! La galaxia es un pañuelo.




































IV

-Digamos que tuve algunos problemitas en Deneb IV y tuve que salir por patas.

Llorenç sonrió al oír las palabras de la klingon.

-Si, escuché algo de una valiosa joya desaparecida, ese trabajito tenía tu firma.

-¿Y tú, qué te trae por aquí?

-Belita y yo tuvimos un encuentro poco agradable con una patrulla de la federación mientras efectuábamos un trabajo de contrabando. Nos vimos obligados a soltar nuestra carga en el espacio y salir cagando leches.

-¿Seguís juntos?

-¿Celosa?

-No digas tonterías, aunque si que me mosqueó un poco que después de dejarme te fueras precisamente con mi hermana.

-No fue premeditado, créeme, después de separarnos yo necesitaba un nuevo socio, ella apareció por ahí y una cosa llevó a la otra. Por cierto...¿Tienes algo entre manos?

-No... He oído por ahí de un trabajito, pero estaba mal pagado, así que pasé.

-¿De qué se trataba?

-Espantar las moscas en una aldea de las montañas. ¿Y tú, tienes algo?

-Si... espantar las moscas en una aldea de las montañas.

-¿Has cogido el trabajo? ¿Por esa miseria? No me lo creo.

-Pues si.

-¿Hay algo detrás de todo eso, verdad? ¿Qué es? ¿Oro? ¿Joyas?

-Nada, solo que se ve.

-Tunante... Está bien, ya me lo dirás cuando lo creas conveniente. Me apunto.

-V'Al, en serio, no hay nada más.

-Claro, claro. Lo que tú digas. ¿Cuando salimos?

---------

Llorenç y V'Alizia entraron en la posada.

-Hola Belita, traigo un recluta, no te lo vas a creer.

-Sabes que odio que me llames... ¿V'Al?

-Hola hermanita.

Llorenç vio al ferengi que estaba junto a su compañera y le lanzó a esta una mirada interrogativa.

-Yo también he reclutado a alguien. Te presento a Sibelius.

-¿Sibelius? ¿No estabas tú detrás de ese asunto de Caleb III?

-Si, me reportó buenos beneficios -respondió el ferengi con una sonrisa.

-Nunca hubiera esperado que alguien como tú se apuntara a un asunto tan poco lucrativo.

-Es mejor que nada, que es lo que tengo ahora -Sibelius se encogió de hombros. -Y ganancias son ganancias.

-Pues ya somos cuatro. Encontré a otro, muy bueno con el phaser, pero no aceptó.

-Por la escasa paga, supongo -dijo B'Elena.

-No, el dinero no le importa. Pero dice que ya está harto de esta vida y se ha retirado.

-Vaya.




























V

B'Elena se encaró con su hermana.

-¿Y, a ti, qué se te ha perdido por aquí?

-Lo mismo que a ti, según parece.

Llorenç se llevó a Sibelius a un lado.

-Será mejor que vayamos a dar un paseo. No querrás estar aquí si estas dos empiezan a discutir.

-¿Problemas familiares? -preguntó el ferengi mientras salían a la calle.

-Algo parecido.

-Bueno, aprovecharé para ir a buscar mis cosas, nos vemos luego amigo.

-Hasta luego.

Llorenç se dirigió a la cantina, pidió una copa de aguardiente local y observó al personal. Negó con la cabeza.

-Son difíciles de encontrar -dijo para si.

El cantinero demostró tener buen oído, pues se acercó y preguntó:

-¿Qué es tan difícil de encontrar?

-Busco hombres que sepan manejar un arma. ¿Conoces alguno?

-Bueno, no se si sabrá manejarla, pero tengo un tipo ahí detrás que lleva una.

-¿Y que hace ahí?

-Está ordenando el almacén. Es un tipo simpático. Vino esta mañana y me dijo: “Ponme de comer, no tengo dinero pero trabajaré para ti.” Y ahí está.

-¿Te importa que pase? Me gustaría verle.

-Adelante.

Llorenç pasó al almacén y pudo ver a un joven humano cargando cajas de un lado para otro. Se sentó en un taburete que encontró y se puso a observar al chico con una sonrisa.

-¿Qué pasa, nunca has visto a alguien trabajando?

-Oh, si, pero nunca con tanta alegría. Parece que te divierte.

-Me divierte más cargarme a cotillas como tú.

-Entonces tal vez te interese un trabajito para el que estoy reclutando gente.

-¿De qué se trata?

El trill le puso en antecedentes.
-No es una gran paga, la verdad.

-Lo se, pero es lo que hay. Tal vez te interese más seguir cargando cajas. Lo entenderé.

-Muy gracioso... Ok, me apunto, pero primero debo acabar aquí, tengo que pagarme el papeo.

-Bien, estamos en el hostal, no tengas prisa.

-Me llamo Thargor -dijo el humano tendiéndole la mano.

-Yo soy Llorenç Dax -respondió correspondiendo al saludo.





































VI

Al día siguiente Llorenç se levantó temprano, se vistió y antes de bajar al comedor depositó un beso en la mejilla de B'Elena que aún seguía dormida. Bajó las escaleras sonriente. Belita no era tan brusca como V'Alizia, pero seguía siendo klingon. Por suerte esa noche no se había roto ni dislocado ningún hueso, pero le dolía todo el cuerpo. Cuando llegó al comedor, vio al vulcano del día anterior sentado ante una de las mesas. Este, cuando vio al trill le señalo la silla frente a si y él aceptó la invitación.

-He decidido acompañaros. Quiero ayudar a esa pobre gente.

-Me alegra tenerte en el grupo. Me llamo Llorenç Dax

-Mi nombre es Spapak.

-Encantado de conocerte Spapak -dijo Llorenç haciendo el saludo vulcano.

------------

Más tarde estaban reunidos los seis mercenarios y los dos granjeros.

-Partiremos mañana al alba -dijo Llorenç.

-Pero solo son seis y usted dijo siete -respondió Bérdem.

-Dije seis o siete. Lo cierto es que no tenemos mucho tiempo y no creo que consigamos a un séptimo.

-Conozco a alguien que sería una buena adquisición, ahora está en la ciudad, pero será difícil convencerle -dijo Sibelius.

-¿Es bueno? -preguntó B'Elena.

-El mejor. ¿Habéis oído hablar de “el doctor”?

-¿Hablas de McCoy?

-El mismo.

-¿Y quién no a oído hablar de él? Dudo que un tipo de su renombre quiera participar en un asunto de tan poca monta, pero podemos intentarlo. ¿Cuando podemos verle?

-Podemos ir ahora mismo si quieres.

-De acuerdo, vamos. Los demás quedaros aquí.

---------

Sibelius llevó a Llorenç hasta el centro de la ciudad, donde podían verse algunos edificios más lujosos. Pararon frente a uno de ellos.

-Será mejor que esperes aquí. No le gustan demasiado los desconocidos. Entraré yo para tantearlo.

-De acuerdo.

Sibelius entró y al cabo de unos minutos volvió a salir y le hizo señas al trill para que entrara.

-Le he hablado del trabajo, pero no de las condiciones, eso tendrás que negociarlo tú.

Entraron en una habitación decorada con mucho lujo. McCoy estaba sentado en un sillón de cara a la entrada. Sobre su regazo descansaba un gato de angora que bufó al ver entrar al trill.

-¿Tú eres el doctor?

-Así me llaman.

-¿Cómo has acabado en este agujero?

-He venido a descansar. No hay un maldito planeta en esta galaxia que no haya puesto precio a mi cabeza. Y ahora dime... ¿Quién eres y para qué me buscas?

-Me llamo Llorenç Dax y estoy reclutando mercenarios para defender a los habitantes de un pueblo de las montañas del ataque de unos bandidos. Pero la paga es pobre. Trescientas tiras de latinio a repartir mas tres comidas al día y refugio.

McCoy sonrió al escuchar la oferta.

-Seguramente podría comprar cien veces esa aldea solo con lo que tengo aquí.

-Claro. Siento haberte hecho perder el tiempo -respondió Llorenç dando la vuelta.

-No... espera, sigue escuchando... -El doctor empezó a acariciar al gato tras las orejas.
-Duermo con la espalda contra la pared, cuando puedo dormir... Como serpiente siete días a la semana... No hay una sola ciudad en esta maldita galaxia donde pueda dejarme ver o gastar mi fortuna... Así que tu oferta me parece enormemente atractiva, -se levantó y se puso frente al trill.
-Comida y un buen refugio... ¿Cuándo nos vamos?














VII

-¿De verdad vamos a viajar en “eso”? -dijo Thargor al ver el vehículo.

-¿Qué esperabas, una limusina? -respondió Llorenç. -Esa gente no tiene dinero para un vehículo moderno. Y, la verdad, nosotros no podemos permitirnos alquilar uno.

Rodyr y Bérdem observaban divertidos las caras de los mercenarios desde el pescante del carro tirado por cuatro fargan.

-Venga chicos, todos arriba, en peores situaciones nos hemos visto -exclamó V'Alizia subiendo al carro.

Los demás la imitaron y se acomodaron lo mejor que pudieron.

--------

Durante la primera etapa de la jornada permanecieron todos en silencio, sumidos en sus propios pensamientos. Este hecho preocupo a Llorenç, si no empezaban a interactuar no podría formar un grupo cohesionado y eso sería un problema a la hora de actuar en equipo. Se lo comentó a B'Elena.

-Acabamos de salir, dales tiempo. -respondió la klingon. -Tenemos tres jornadas por delante antes de llegar a la aldea. Seguro que surge algo que los una.

Pararon a comer algo a mitad de jornada y luego continuaron su camino. El paisaje desértico era monótono, un mar de arena donde las dunas substituían a las olas. Llevaban un par de horas de camino tras la comida cuando Thargor se puso en pie, mirando fijamente a un punto determinado.

-Parad este trasto, chicos -dijo dirigiéndose a los granjeros. -Creo que he visto algo interesante.

Rodyr, que llevaba las riendas, detuvo a las bestias. El joven humano revolvió entre unas herramientas que estaban en el suelo del carro y sacó una larga horquilla de tres puntas.

-Ahora vengo chicos -dijo saltando del carro.

Se dirigió a una de las dunas y se quedó observando el suelo con el tridente en alto. Estuvo así, sin mover un músculo, durante un par de minutos cuando, de pronto, ante la mirada curiosa de sus compañeros, lanzó el tridente contra la arena, el cual se hundió hasta la mitad de su longitud. Cuando lo sacó tenía ensartado un lagarto de aproximadamente un metro de largo y unos treinta centímetros de diámetro que se retorcía espasmódicamente.

-Ya tenemos cena, chicos -dijo mientras volvía al carro.

-¿Esa cosa es comestible? -preguntó Sibelius.

-Es un lagarto de las arenas -respondió Bérdem. -Si sabes como cocinarlo es un auténtico manjar.

-Pues espero que sepáis cocinarlo.

-------

A la hora de la cena, reunidos alrededor de una fogata, comprobaron que, efectivamente, el lagarto era uno de los platos más deliciosos que habían probado. Al poco rato, entre risas y algunas copas del fuerte aguardiente local, se intercambiaban anécdotas y chistes.

-Ahora empezamos a ser un equipo -le dijo Llorenç a su compañera.

-Te lo dije -respondió.



VIII

Llegaron al poblado al finalizar la tercera jornada.
Se trataba de dos docenas de casas bajas, muy parecidas a las de Oneless Town. Estas se arracimaban pegadas a la falda de de la montaña. Detrás de las viviendas podían verse diversas cuevas donde se cultivaban los hongos. Las calles estaban desiertas, no se oía nada ni a nadie.

-¿Donde están todos? -preguntó Thargor.

-No lo entiendo -respondió Bérdem. -Deberían estar todos aquí.

Rodyr bajó del pescante de un salto y se puso a llamar a voces.

-¡Jaro!, ¡Laida!, ¡Torás! ¿Donde os habéis metido? Berdem y yo hemos traído a unos amigos que nos ayudarán a enfrentarnos a esos bandidos.

Mientras tanto, los demás se apearon del carro.

-¿Qué diablos está pasando aquí? -preguntó Llorenç bastante mosqueado.

-Tendrán que perdonarles -dijo Bérdem con aspecto avergonzado. -Son unos timoratos. Tienen miedo de todo y de todos.

-Pero nosotros estamos aquí para ayudarles. ¿Porqué se comportan así?

De pronto se escuchó una potente sirena.

“Uuuuuuaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa.....”

Los aldeanos salieron a la carrera reuniéndose en el punto donde les esperaban los mercenarios.

-¿Qué pasa? -preguntó uno de ellos. -¿Quién está tocando la alarma?

-¡He sido yo!

Todos se volvieron hacia el origen de la voz. Encima de una atalaya, apoyado en la sirena que había alarmado a todos, se encontraba Thargor.

-¡Hola a todos! -dijo encarándose a los aldeanos. -¡Gracias por vuestra cordial bienvenida! Queríais ayuda para libraros de esos bandidos. Bueno, pues aquí estamos mis amigos y yo. Espero que demostréis que vale la pena el esfuerzo de luchar por vosotros. Y ahora que ya nos conocemos...podéis volver a vuestras casas. ¡Largaros! Sacad vuestras feas caras de mi vista.

Mientras los aldeanos regresaban a sus hogares con la cabeza gacha, Thargor bajo de la atalaya. Los demás apenas podían aguantar la risa.

-Malditos aldeanos -dijo Thargor cuando llegó al lado de los otros. -¡Les odio!

-Claro que les odias -respondió Llorenç. -Eres uno de ellos.

-Si, es cierto, vengo de una aldea muy parecida a esta. Pero no es culpa suya el ser así, es culpa de gente como...

-De gente como nosotros -dijo Llorenç acabando la frase del humano.

-Si. Gente armada, que campa por sus anchas y les vuelven asustadizos y antisociales. Por eso me fui. Prefiero ser uno de los que asustan antes que vivir siempre con miedo.

-Es comprensible.

-Mañana por la mañana, a la luz del sol, les veréis de otro carácter -Dijo Bérdem. -Ahora, si me acompañáis, os mostraré vuestros alojamientos. Podréis cenar un plato caliente y dormir en una cama confortable.





































IX

Dos días después, Llorenç ya tenía a todos los habitantes de la aldea organizando las defensas. El y B'Elena contemplaban los resultados desde un altozano.

-Lo primero que verán esos bandidos cuando vuelvan por aquí será esa zanja -dijo la klingon.

-Un proyecto de alcantarillado -respondió él.

-Ya. Después se fijarán en que los muros que rodean la aldea son ahora un metro más altos.

-Reformas municipales.

-¿De verdad crees que todo eso los parará?

-Mujer, algo ayuda. Además, mantiene a toda la aldea ocupada, no les da tiempo a tener miedo.

-Si tú lo dices...

-Anda, vamos a ayudar.

------------

V'Alizia y los dos aldeanos que le ayudaban a levantar uno de los muros se tomaron un descanso.

-Son muy astutos esos bandidos -dijo.

-¿Porqué lo dice señora?

-¿Cómo creéis que se enteraron de esa mina de oro?

-¿Mina de oro? ¿Qué mina de oro?

-La que hay escondida en esas montañas.

-¿En nuestra montaña? Nunca hemos tenido minas de oro por aquí, señora.

-Bueno, ahora que pienso... Tal vez no era de oro, tal vez era de plata o latinio.

-No hay minas en esas montañas, señora. Nunca las hubo.

-¿Seguro?

-Seguro.

V'Alizia hizo un gesto de disgusto.

-¿Donde ha oído eso de las minas, señora?

-Mmmfff. Venga chicos, a trabajar, este muro no se va a levantar solo.

-----------

Spapak dejó lo que estaba haciendo y se acercó a Llorenç.

-Oye le dijo señalando disimuladamente a una colina cercana. -¿Tú crees que habrá uno de los bandidos debajo de ese sombrero?

El trill miro disimuladamente al punto que le señalaba su compañero.

-Un explorador.... y donde hay uno pueden haber dos o tres. Ve para allá y llévate al doctor. Y procurad coger a uno vivo.




X

Spapak y McCoy dieron un rodeo y subieron la colina por la vertiente opuesta a la aldea. Avanzaban agachados, procurando ocultarse entre la escasa vegetación. Cuando llegaron al lugar donde vieron al observador no había nadie, pero vieron tres aeromotos del tipo conocido como “speeder” paradas. Los dos hombres intercambiaron sendas miradas interrogativas. Finalmente, Spapak le hizo una seña a su compañero para que permaneciera oculto y él se sentó en el suelo, apoyando la espalda en un árbol muy cerca de los vehículos y fingió dormir.

Pasaron un par de minutos cuando McCoy escuchó el crujido de una rama a su espalda. En una fracción de segundo ya había desenfundado su phaser y se había vuelto hacia la dirección del sonido encontrándose frente a dos hombres que ya estaban sacando sus armas. Disparó sin pensarlo y desintegró a los dos individuos.

Spapak se levantó de un salto al oír el sonido de los disparos y desenfundó a su vez. McCoy salió de su escondrijo haciéndole comprender al vulcano por señas que no había podido evitarlo.

En ese momento, el tercer bandido apareció de repente, se subió a una de las aeromotos y salió disparado.

-Mierda, se escapa -gruñó McCoy.

-No -respondió el vulcano.

Apuntó con su arma al hombre que huía y disparó. A pesar de la gran distancia que los separaba, el hombre cayó y el vehículo siguió su camino hasta estrellarse contra unas rocas.

-Buen tiro -dijo el doctor.

-Malísimo -respondió Spapak. -Yo apuntaba al speeder.

--------

En la aldea, Llorenç escuchó el sonido de la explosión y se imaginó lo sucedido de forma bastante exacta.

-¡Mierda! -exclamó. -Les dije que trajeran a uno vivo.

Poco después, aparecían los dos hombres montados en las aeromotos, traían con ellos las armas de los exploradores. Le contaron al trill lo sucedido.

-Está bien, no pasa nada. Si han enviado a estos tres es que aún están bastante lejos. Tenemos tiempo de terminar las defensas y entrenar a algunos aldeanos en el uso de esas armas.

El trill fue a hablar con Rodyr y Bérdem y les contó lo sucedido.

-...Es probable que, al ver que no vuelven esos hombres, el jefe de esa banda se imagine algo de lo sucedido. Eso acelerará su regreso. Así que escoge a tres vecinos que sean espabilados y les enseñaremos a usar las armas de esos cerdos. Y los demás que se den prisa en levantar esos muros. El momento se acerca, avisad a todos.

Acto seguido se reunió nuevamente con McCoy y Spapak para inspeccionar las armas que habían pertenecido a los bandidos. Todos ellos llevaban disruptores romulanos.

-Supongo que si estos tres llevaban la misma arma todos los otros también la usarán.

-Seguramente las adquirieron de alguna partida de contrabando -dijo McCoy. -Son muy raras por estos barrios.

-Lo que sea. Procuremos darles buen uso.




XI

Aquella noche los aldeanos organizaron una fiesta para celebrar su pequeña victoria. Después de todo, eran tres bandidos menos de los que preocuparse. Hubo música y bailes y el aguardiente se sirvió en abundancia. En un momento dado, McCoy se acercó a Llorenç.

-Oye, tú conoces bien a V'Alicia ¿verdad?

-Bastante bien.

-¿Porqué me mira de esa forma? No me ha quitado el ojo de encima en toda la noche.

-No tienes experiencia con mujeres klingon ¿verdad?

-Lo cierto es que no.

-Te está midiendo.

-¿Cómo dices?

-Se pregunta si aguantarías mucho rato con ella.

-¿Aguantar qué?

-En la cama.

-Bromeas.

-En absoluto. Y te advierto, una klingon nunca acepta un no por respuesta.

-¡Diablos!

-Tranquilo, si quieres, hablaré con ella, para que no sea demasiado brusca.

-¿Brusca?

-Las mujeres klingon son muy pasionales. ¿Sabias que en los matrimonios klingon es de mal augurio si en la noche de bodas no hay algún hueso roto o dislocado?

-Me estás tomando el pelo.

-No, lo digo en serio. Espero que estés en buena forma amigo.

-¡En buena forma, dice!

-Y hablando del tema, creo que voy a retirarme, Belita parece impaciente por ir a la cama. ¡Suerte con V'Al doc!

Dejando al doctor con la boca abierta, Llorenç se levantó y se dirigió a su habitación siendo seguido prontamente por B'Elena.

McCoy miró a V'Al, que seguía observándole fijamente. Al ver que él le devolvía la mirada, la klingon se pasó la lengua por los labios de forma obscena.

“Diablos, ¿porqué no?” pensó él. Se bebió el vaso de aguardiente de un trago, le lanzó una sonrisa sugerente a la mujer y se dirigió a su habitación. Antes de abandonar el comedor vio como ella se levantaba y le seguía.

Mientras tanto, Thargor se disponía a pasar también una noche agradable con una de las jóvenes locales. El padre de la muchacha se percató de ello y se puso en pie para impedirlo, pero Spapak, que estaba al lado, le obligó a sentarse de nuevo.

-Déjalos -le dijo. -Son jóvenes y podrían morir dentro de un par de días. Se merecen disfrutar un poco.

-Pero...

-¿De qué te sirve la honra cuando corres el riesgo de perder la vida?
XII

Al día siguiente, durante el desayuno, Llorenç sonrió al ver a V'Al y McCoy sentados juntos. La klingon parecía satisfecha, el hombre estaba un poco magullado, pero parecía seguir en buena forma. También Thargor parecía disfrutar con las atenciones de las que era objeto por parte de la jovencita que estaba sirviendo la comida y que ya llenaba su plato por tercera vez.

-Parece que ha sido un buena noche para todos -le dijo a B'Elena.

-Si -respondió ella sonriendo. -Eso parece.

Llorenç miró a B'Elena de reojo. Desde que su hermana se había unido al grupo parecía algo tensa. Ahora que esta estaba liada con el doctor, parecía aliviada.

-¿Te preocupaba que V'Al intentara reconquistarme?

-Serás un conquistador, pero no sabes nada de mujeres.

-¿Ah, no? Te recuerdo que he sido mujer tres veces.

B'Elena soltó un bufido.

-¡Vaaaaale! Lo admito.

-Tu preocupación era infundada. Lo mio con tu hermana acabó hace tiempo. Definitivamente.

-¿Qué pasó realmente entre vosotros?

-Mejor no preguntes.

---------

Después del desayuno, Llorenç estaba dando una vuelta por la aldea, inspeccionando las reformas que habían llevado a cabo para la defensa.

-¡Ya están aquí!

Se volvió hacia la voz y vio a uno de los aldeanos que había puesto como vigía.

-¡Ya están aquí! -repitió el hombre cuando llegó a la altura del trill. -Están como a unos veinte minutos del poblado.

-Bien, avisa a los demás y refugiaros -respondió mientras sus compañeros se reunían con él. -Y di a los hombres que tienen las armas que estén atentos por si tienen que intervenir.

-Parece que ha llegado el momento de ganarse las habichuelas -dijo Thargor.

-Eso parece. Id a vuestros puestos.

Todos se movieron rápidamente para ocupar los puestos estratégicos que Llorenç les había asignado.

El trill comprobó su arma siendo imitado por B'Elena y Thargor, que seguían a su lado. Los tres se situaron en la plaza de la aldea, de cara al camino por el que llegarían los bandidos.

-Bien, chicos, vamos a darles una buena bienvenida.












XIII

Para entrar en la aldea los bandidos tuvieron que rodear los nuevos muros, de modo que lo hicieron justo por donde los defensores habían planeado.

Entraron en tropel, montados en sus speeders. Cuando llegaron a la altura del trío que les esperaba se detuvieron.

-Debí haberlo supuesto cuando mis hombres no volvieron -dijo el que parecía el jefe. -¿A cuantos de vosotros han contratado?

-Los suficientes -respondió Llorenç.

El jefe miró a su alrededor.

-Veo un par de muros nuevos.

-Hay muchos muros nuevos.

-No van a impedirme entrar.

-Son para impedirte salir.

-¿Habéis oído? ¡Estamos rodeados! Los cuarenta. Por esos tres. Porque no pueden haber pagado a más.

-En grupo salimos más baratos -dijo V'Alizia apareciendo junto a McCoy sobre un tejado.

-Cinco. Pero aunque seáis cinco no nos daréis mucho trabajo.

-Cuenta bien amigo -dijo Sibelius apareciendo en otro tejado junto a Spapak.

-¡Siete! Bueno, aún no habéis resuelto mi problema.

-Nosotros no resolvemos problemas -dijo el trill.

-Los eliminamos -añadió B'Elena.

-¿Y qué se supone que debo hacer yo ahora?

-Debes largarte.

-¡Generosidad! -dijo mirando a sus hombres. -Ese fue mi error. Les dejo lo suficiente para que puedan subsistir y ellos me lo pagan así, contratando mercenarios para enfrentarme. Y ahora me dicen que me largue. ¡A mi!

B'Elena vio por el rabillo del ojo como uno de los bandidos que se había situado a su derecha desenfundaba su arma. Ella fue más rápida y el hombre cayó. En ese momento se desató el infierno. Los siete amigos buscaron refugio y empezaron a disparar.
La ventaja numérica de los bandidos se convirtió en desventaja. Montados en sus speeders y dificultados por los nuevos muros construidos por orden de Dax, no pudieron maniobrar con la suficiente rapidez. Tropezaban unos con otros en su afán de huir de los disparos de los defensores. Respondieron al fuego de los mercenarios, pero estos estaban bien cubiertos y podían disparar a placer. La batalla duró solo un par de minutos, tras los cuales los bandidos emprendieron la retirada. El resultado fue de doce bandidos muertos. Los mercenarios resultaron ilesos.

-¡Lo conseguimos! Gritó Rodyr.

-No te entusiasmes -dijo Dax. -Volverán.











XIV

Dos días después, de madrugada, Llorenç Dax despertó instintivamente al notar que B'Elena y él no estaban solos. El jefe de los bandidos y tres hombres más estaban rodeándoles con las armas en la mano. Notó que ella hacía un gesto agresivo y la detuvo.

-Ahora no -le dijo. -Ahora tienen toda la ventaja.

-De momento -respondió ella.

-Vestiros -ordenó el jefe.

Llorenç observó que uno de los hombres tenía sus armas, así que se limitó a obedecer la orden. Cuando estuvieron vestidos salieron al exterior donde les esperaban los demás rodeados por la banda.

-¿Cómo conseguisteis entrar?

-Tú no conoces a esta gente tan bien como yo. Son unas ratas cobardes. Uno de los que dejaste de guardia nos dejó pasar. Solo tuve que amenazarle y se meó encima.

-¿Y ahora qué?

-¿Ahora qué? Ahora, os llevaremos a las afueras. Cuando estemos a varios kilómetros os devolveré vuestras armas y os dejaré marchar. Incluso os daré un speeder de mis hombres caídos a cada uno para que podáis ir a donde queráis.

-¿Y a qué se debe tanta generosidad? ¿Porqué no matarnos aquí mismo?

-Verás... Podría matar a todos los de la aldea y no habría consecuencias. Pero con vosotros es distinto. Si os mato a todos y trasciende, no tardaría en tener las patrullas de la Federación y del Imperio Klingon detrás mio, incluso los ferengi podrían enviar a alguien. No, me sale más a cuenta dejaros marchar. Basta de explicaciones. En marcha.

Los siete montaron en los speeders que habían seleccionado para ellos y, rodeados por los bandidos salieron de la aldea.

Varios kilómetros después, el jefe dio la orden de detenerse. El bandido que llevaba sus armas las arrojó al suelo.

-Aquí nos despedimos.

-¿Qué pasará con los aldeanos? -preguntó Thargor.

-Ya no tienes que preocuparte por ellos, ahora son cosa mía. ¡Adiós!

Dio media vuelta y se alejó en dirección a la aldea seguido por sus hombres.

Los siete descendieron de sus speeders y recuperaron sus armas.

-Yo no se vosotros -dijo Spapak. -Pero a mi, nadie me quita mi arma y me obliga a huir.

-Tampoco a mi -dijo Sibelius.

-Tranquilos -dijo Llorenç. -No dejaremos solos a esa gente.

-¿Pensáis volver? -intervino V'Alizia. -¿Por la miseria que nos pagan? Estáis locos.

-Nadie te obliga a venir -respondió el trill. -Puedes marcharte si quieres.

-Puede contar con ello. ¿Alguien viene conmigo? ¿No? ¡Locos!

V'Alizia montó en su speeder y se largó.

-¿Alguien más quiere irse? -preguntó Llorenç.

Todos negaron con la cabeza.

-Bien. Esta noche les daremos a esa chusma una sorpresa.

































XV

Al ocaso se acercaron a la aldea, dejaron sus speeders a una distancia prudencial y continuaron a pie. Al llegar vieron a uno de los bandidos haciendo guardia frente al muro exterior.

-Yo me encargo -dijo B'Elena.

Dio un rodeo acercándose al hombre por la espalda y le apuñaló. Los demás se reunieron con ella y se internaron en la aldea. Vieron a varios bandidos durmiendo en el exterior y empezaron a disparar contra ellos.
A causa del ruido consecuente, los que estaban en el interior de las viviendas empezaron a salir con las armas en la mano.
Sin dejar de disparar los seis mercenarios buscaron algún parapeto y siguieron disparando.
Pero esta vez los bandidos iban a pie, por lo que tenían más movilidad. Llorenç se dio cuenta de que no tardarían en tener sus propias bajas.
Escuchó un ruido a su espalda y se volvió de repente para ver a uno de los bandidos que se le había acercado peligrosamente, pero antes de que pudiera reaccionar el hombre cayó por el disparo de un disruptor klingon.

-Deberías estar más atento, manchitas -dijo V'Alizia apareciendo de pronto tras uno de los muros. La klingon salió a espacio descubierto para acercarse a él, pero fue alcanzada por un disruptor romulano.

-¡V'Al!

Mientras el trill se acercaba a la amiga caída, McCoy, que había sido testigo del hecho salió de su escondite y empezó a disparar a diestro y siniestro con sus dos phasers.

-¡Malditos, lo pagaréis!

No tardó a ser alcanzado a su vez y cayó, quedando inmóvil en el suelo. Pero su acción permitió al trill llegar junto a V'Alicia y arrastrarla al interior de una de las viviendas. La klingon seguía viva, pero tras ver su herida, Llorenç comprendió que no duraría mucho.

-Sabia que no nos abandonarías -dijo.

-¡Dax! No dejes que muera como una estúpida. Dime que había algo más que esta miserable aldea.

-Tenías razón -respondió él.

-¿De qué se trata?

-Pronto pasará por aquí un convoy de la federación cargado con latinio, está destinado a pagar a la patrullas que operan en el planeta.

-¿Cuanto?

-Diez mil lingotes.

-¿Cuanto me habría tocado?

-A dividir entre siete...haz las cuentas.

-Maldita sea, que mala suerte.

V'Alicia sonrió a su ex-amante y murió.

Llorenç, siguiendo el ritudal klingon, abrió sus ojos, miró directamente a la muerte dentro de ellos, levantó la mirada al cielo y de su garganta salió un terrible aullido.

----

-¿Qué ha sido eso? -preguntó Thargor.

-V'Al ha muerto -respondió B'Elena.

-¿V'Al? ¿No se había largado?

-Un klingon nunca huye de la batalla. Venguémosla.

-De acuerdo.

Salieron de su escondite vomitando muerte por los cañones de sus armas,

--------

En el otro extremo de la aldea Sibelius y Spapak se habían parapetado juntos.

-¿Qué es eso? -exclamó el ferengi.

Spapak miró hacia el punto que señalaba su compañero. Un niño de unos siete años se acurrucaba tras un muro temblando de miedo.

-¿Qué diablos hace ese crio ahí fuera? -dijo el vulcano.

Se miraron uno al otro.

-Cúbreme -dijo Spapak.

Salió al descubierto hacia donde estaba el crio mientras Sibelius no dejaba de disparar como un loco de un lado a otro. Cuando llegó junto a él, Spapak se dio cuenta de que el pequeño estaba paralizado por el terror. Cogió al niño en brazos y miró hacia donde estaba Sibelius.
El ferengi levanto el pulgar y siguió disparando.
Spapak salió a la carrera hacia una de las viviendas. Faltaban solo unos pocos metros para llegar cuando fue alcanzado por la espalda. Cayó boca abajo, soltando al pequeño.

-Corre -le dijo. -Métete dentro y no salgas.

Giró sobre si mismo para quedar boca arriba.

-¡Mierda! Nunca debí abandonar la filosofía de Surak -dijo.
Miró hacia donde estaba Sibelius y vio que el ferengi también había caído.

-¡Mierda! -repitió antes de morir.

--------

Llorenç ya había perdido la cuenta de los bandidos a los que había liquidado. De pronto vio al jefe que salía corriendo de una de las viviendas, montaba en uno de los speeders y huía.
Cogió otro speeder y fue tras él. Cuando salieron a campo abierto sacó su disruptor, apuntó, disparó y tuvo la satisfacción de ver caer al bandido. Se acercó a él y comprobó que aun seguía vivo.

-¡Habéis vuelto! -dijo el bandido. -Os habéis jugado la vida por esos miserables... ¿Porqué?

-Nunca lo entenderías -respondió.

El hombre pareció que iba a decir algo, pero murió antes de pronunciar una sílaba,

Llorenç miró hacia la aldea, un silencio sepulcral reinaba en el ambiente.

Regresó al interior del poblado. Todos los bandidos estaban muertos. De su grupo, aparte de él, solo B'Elena y Thargor habían sobrevivido. Ambos estaban ilesos. Los tres se miraron en silencio.

-Ahora si -dijo Llorenç. -Ahora, por fin, hemos terminado el trabajo.

---------


EPÍLOGO

B'Elena, Thargor y Llorenç, montados en sus speeders, estaban en un altozano desde el que se divisaba toda la aldea, se encontraban frente a las tumbas de sus compañeros.
Permanecieron en silencio varios minutos, honrando la memoria de los caídos, después se volvieron y miraron hacia la aldea que habían protegido.

Los aldeanos estaban saliendo de sus casas y se dirigían hacia las cuevas donde cultivaban el hongo.

Llorenç comprobó que la mirada de Thargor se concentraba en una de las figuras. Se trataba de la muchacha que había compartido su cama durante dos noches.

-Adiós, amigo -le dijo.

Thargor miró a su compañero, luego se fijó de nuevo en la muchacha. Miró de nuevo al trill.

-Adiós -respondió. Arrancó su speeder y regresó a la aldea.

-¿Y ahora qué? -preguntó B'Elena.

-Volvamos a Oneless Town -respondió Llorenç. -Recuperemos nuestra nave y volvamos al espacio de la Federación. Ya ha pasado bastante tiempo, ya no nos buscarán.

-¿De vuelta al trabajo?

-De vuelta a casa.

Echaron una última mirada a la aldea. Sus habitantes habían desaparecido en el interior de las cuevas. Reinaba la calma después de la tormenta. Sin decir una palabra más, arrancaron sus speeders y emprendieron el camino de regreso.

FIN

2 comentarios: