STAR TREK - JTK

Star Trek-JTK narra las aventuras de la nave de la Federación de Planetas Unidos -USS James T. Kirk-.

La acción se inicia unos tres años después de los hechos narrados en DS9.

jueves, 10 de diciembre de 2020

B&D 04 - EL DERECHO DE VENGANZA

 


Mi agradecimiento para:

Elena Jarauta

por sus contribuciones

a este relato.

Gracias “Lena” por

tu continuo apoyo

en estos relatos.











La venganza es un plato

que se sirve mejor frío.

(Antiguo proverbio klingon)


Hay cuatro necesidades humanas básicas: la alimentación, el sueño, el sexo y la venganza. (Banksy)



Capítulo 1

Krenn'la


Uno de los pocos lugares a los que el Sindicato de Orión no podía llegar era el planeta capital del Imperio Klingon.


Qo'noS, mundo natal de la raza klingon, alberga el Consejo Superior Klingon y otras instituciones importantes, ninguna de las cuales tiene su sede en Krenn'la, ciudad por la que ahora se paseaban B'Elena y Llorenç Dax.


Habían llegado allí escondiéndose de una posible represalia del Sindicato de Orión por su último trabajo. (1) Estaban seguros de que no habían dejado ninguna pista de quiénes eran, tanto ellos como sus compañeros. Pero más vale prevenir...

Escogieron Krenn'la en lugar de otras ciudades más importantes porque era allí donde B'Elena y su hermana se habían criado y ella quería volver a ver el que fue su hogar.


B'Elena detuvo sus pasos frente a una reja. Detrás de ella podía verse una vieja mansión rodeada de un descuidado jardín.


-Este era el hogar de la casa de Baltor -dijo.


Su compañero observó el edificio. En otros tiempos debió de ser una hermosa mansión, pensó. Pero ahora solo era una ruina.


-¡No estarás pensando en vengarte! ¿Es por eso por lo que has querido venir aquí?


-¿Y si fuera así? ¿Me apoyarías?


-Sinceramente, creo que sería una locura. Pero si, te apoyaría. Como tu futuro esposo, estaría obligado. Es una cuestión de honor.


-Cuando hablas así, pareces un auténtico klingon.


-Tú y tu hermana antes que tú, me habéis enseñado a amar todo lo klingon. Bueno... casi todo. No pienso pasar por el rito de ascensión.


-¿Tienes que bromear siempre sobre todo?


-Ya me conoces. Pero hablaba en serio cuando he dicho que te apoyaría.


En ese momento, una anciana se paró al lado de la pareja y se puso a contemplar la casa.


-Es una lástima que hayan dejado que se arruine así, era una bonita mansión antaño.


Ambos voltearon la cabeza para mirar a la anciana. Esta también se volvió para mirar fijamente a B'Elena.


-Eres la viva imagen de tu madre, B'Elena -dijo.


La aludida frunció el ceño, pero al momento su rostro reflejó una expresión de reconocimiento.


-¡Grila! ¿Eres tú de verdad? Creía que habías muerto -dijo abrazando a la anciana con tanto ímpetu que casi la hace caer.


-Pues ya ves que no. ¿No vas a presentarme a tu hombre?


-¡Claro! Te presento a Llorenç Dax. Dax, esta es Grila, era nuestra aya.


-Un placer conocerla, señora -dijo el trill besando la mano que Grila le tendía.


La anciana retiró la mano con un movimiento brusco, como si estuviera molesta por el gesto del trill, pero un ligero rubor tiño sus mejillas y una suave sonrisa asomó a sus labios.


-Venid conmigo -dijo. -Vivo aquí cerca. Es peligroso hablar de ciertas cosas en medio de la calle.

Grila vivía en un edificio de apartamentos cerca de la mansión abandonada. Era una vivienda pequeña, pero suficiente para cubrir las necesidades de una persona sola.


-¿Os apetece un raktajino? No tengo otra cosa que ofreceros.


-Será suficiente -dijo B'Elena.


-Hace tiempo que no pruebo el café klingon -añadió el trill.


Grila trasteó un rato en la pequeña cocina y pronto apareció con tres tazas humeantes.


-Sabía que algún día tú y tu hermana volveríais -dijo. -Por eso permanecí cerca de la mansión. ¿Dónde está V'Alizia?


B'Elena le contó su historia, la huida, su vida juntas como ladronas y guardaespaldas, como habían conocido a Dax, hasta llegar a la muerte de V'Al, y las aventuras que les habían llevado a Qo'noS.


Grila miró a Dax sonriendo.


-¡Vaya con el cara manchada! No tenías bastante con una de las hermanas, tenías que seducir a las dos.


-No fue premeditado, de veras. Además... entonces aún no te había conocido, porque habrían sido tres las klingon seducidas. B'Elena, ¿cómo es que nunca me habías hablado de esta cautivadora dama?


Grila levantó un dedo como si fuera a reñir al trill, pero una vez mas se sonrojó y sonrió para si.


-Me gusta -le dijo a B'Elena. -Es encantador.


-Demasiado, a veces. Pero ahora va a tener que cambiar.


-¿Estás embarazada?


-La misma Grila de siempre. Ni V'Al ni yo pudimos ocultarte nunca nada.


-Entonces tendrás que aplazar tu venganza. Primero deberás llevar a término tu embarazo, así si tú fracasas, tal vez, algún día, tu hijo pueda llevarla a cabo.


-¿Y quién te ha dicho que estoy aquí para vengarme?


-¿Para que otra cosa habrías venido a Krenn'la sino?


-No te hagas ilusiones, aún no me he decidido. ¿Qué podemos hacer Dax y yo solos?


-No estaríais solos. Aún quedan muchos amigos de tu familia en esta ciudad.


-¿Y qué podrían hacer ellos? Seguramente serán un puñado de viejos incapaces de sostener una bat'leth.


-Es posible, pero podrían introduciros a ti y a tu hombre en la alta sociedad klingon. Haríais contactos y os enteraríais de cosas. No hay peligro de que te reconozcan. Eras muy pequeña cuando tú y V'Al escapasteis.


-Tú me reconociste.


-Yo te crié. Te habría reconocido entre mil.


B'Elena interrogó a Dax con la mirada.


-Es tu decisión -dijo el trill. -Sabes que te apoyaré sea cual sea esta.


-No negaré que la idea de vengarme rondaba ya por mi cabeza, pero lo veía poco factible. Ahora que se que cuento con vuestro apoyo tal vez...


-¿Tenéis donde alojaros? Mi casa es pequeña pero...


-Tranquila -dijo B'Elena. -Hemos alquilado un apartamento, pensábamos quedarnos hasta que naciera el bebé.


-Además, no queremos abusar -añadió Dax.


Estuvieron charlando un par de horas en las que B'Elena y Grila se pusieron al día.


-¿Volveréis a visitarme? -preguntó Grila cuando la pareja dijo que tenían que marcharse.


-Puedes contar con ello, preciosa -dijo Dax besando a la anciana en la mejilla.


Grila se ruborizó de nuevo.


-Realmente encantador -dijo guiñando un ojo a B'Elena. Ella la abrazó.


-Nos veremos con frecuencia estos días Grila. No puedo pensar en nadie mejor para que me apoye durante el embarazo.


-Cuida de tu hombre, Lena -dijo la anciana empleando el diminutivo que usaba cuando cuidaba de ella. -No dejes que nadie te lo quite.


-Pobre de la que lo intente.


Una vez más, ambas mujeres se abrazaron antes de despedirse.


      1. Ver: “El retorno de los 7 mercenarios”.




La mejor venganza, como el mejor sexo,

se realiza lentamente y con los ojos abiertos.


-Gregory David Roberts.




Capítulo 2

Presentarse en sociedad



Cuatro eran las familias que aún recordaban con respeto a la casa de Baltor. Estas eran las casas de Kross, Baroj, Kerran y Malok. Esta última, tenía un lejano parentesco con la desaparecida, familia de B'Elena.

Cuando Grila habló con Malok, el cabeza de familia de la casa de su nombre, este se comprometió a reunirse con las otras familias e intentar que todas le dieran apoyo a B'Elena.


Tres semanas más tarde, B'Elena y Llorenç fueron invitados a la casa de Malok donde se reunieron con representantes de las cuatro familias. Cuando entraron en la casa, todos les dedicaron el saludo del guerrero.


-¡Kaplah, B'Elena, hija de B'Elisa! -dijo Malok. -¡Kaplah, Llorenç Dax, fiel esposo de la última representante de la casa de Baltor! Todos los que nos encontramos aquí estamos dispuestos a luchar a vuestro lado.


-Estoy muy agradecida por vuestra oferta, esta me honra, pero debo rechazarla.


-¿Porqué?


-No deseo ofenderos, pero miraros, sois ancianos, no puedo pediros que luchéis a mi lado.


-¿Y cómo piensas enfrentarte tú sola a toda la casa de Garr?


-No pienso enfrentarme a toda la familia, en contra de la tradición klingon, no deseo que los hijos paguen por los errores de sus padres. Iré solo a por los que participaron en esa matanza, o a por los que queden de ellos.


-Está bien, es tu decisión. ¿En qué podemos ayudarte?


-Podéis introducirnos en la sociedad de Krenn'la, así podré conocer a mis enemigos, saber sus costumbres y eliminarlos uno a uno.


-¿Habéis pensado en algo?


-Si, una historia tan disparatada que nadie sospechará que es falsa. Yo seré Tulsa, una pariente lejana tuya proveniente de la colonia de Ty'Gokor que está muy ilusionada porque su hijo nazca en Qo'noS. Pero la verdadera razón por la que estamos aquí es mi futuro esposo, Torin Rass, el cual está obsesionado por la ópera klingon y pretende ser el primer trill que se gradúe en una academia de canto klingon.


-Una historia disparatada en efecto.


-Y que distraerá la atención de todos hacia Llorenç. Nadie se fijará en una provinciana.


-Podría funcionar. ¿Cuanto sabes de ópera klingon, Llorenç?


-Soy un experto, incluso canto bastante bien.


-Eso último es discutible -dijo B'Elena.


---------


Durante los meses siguientes llevaron adelante su plan. Cada vez que Malok asistía a algún acto social, llevaba consigo a su sobrina y al marido de esta. Dax era el centro de atención, todos encontraban muy divertido que ese loco trill quisiese convertirse en un tenor klingoniano. Mientras, B'Elena, en su papel de provinciana, iba recopilando información sobre la familia Garr.

El ingreso de Dax en la academia de canto de Krenn'la no fue demasiado complicado. Pese a las reticencias iniciales de los profesores, estos tuvieron que reconocer que los conocimientos del trill sobre la ópera klingon eran vastos, su voz, aunque no estaba educada, era potente y entonaba bien y además estaba avalado por cuatro influyentes familias de la ciudad.

Mientras Dax estudiaba y educaba su voz, B'Elena alternaba los actos sociales con las visitas a Grila. Hacia el final de su embarazo, ella y Dax ya habían perfilado algunos planes. Antes de que naciera el bebé se casaron. Fue una ceremonia klingon que ofició Grila y se celebró en la casa de Malok en el momento más oportuno pues, justo terminar la ceremonia, B'Elena rompió aguas y dos horas más tarde dio a luz a un niño que recibió el nombre de Baltor.


Días más tarde, Dax paseaba solo por las calles de un barrio turístico. Se detuvo frente a un restaurante, leyó el cartel, sonrió y entró en el local que, en ese momento, se hallaba vacío. Se sentó en uno de los taburetes de la barra y se puso a tararear una canción guerrera .


-¡Ya va! -se oyó una voz desde el fondo del local.

Poco después aparecía un anciano klingon desde el fondo del local.


-¿En qué puedo servirle señor?


-¿Qué tal un poco de gagh y un vaso de vino de sangre?


-¿Gagh a estas horas?


-¿Porqué no? Pero que sea del bueno, no esa mierda que les da a los turistas despistados.


-¿Me está llamando estafador? -exclamó el klingon con cara de enfadado.


Dax se limitó a mirarle directamente a los ojos con una sonrisa. Al momento el klingon rompió a reír.


-De acuerdo. Gagh del bueno para un turista entendido.


Abrió una barrica y empezó a sacar gagh del interior con las manos y a depositarlo en un plato. Lo dejó en la barra, frente al trill junto a una jarra de vino de sangre.


-¿Es su primer viaje a Kronos?


-Así es.


-¿Y cómo entiende tanto de gagh?


-Me he casado con una klingon hace pocos días.


-¡Felicidades! ¿Es eso lo que le ha traído a nuestro planeta?


-No, nuestra llegada a Kronos ha sido circunstancial. Pero para aprovechar el viaje, he venido a este barrio buscando a un hombre.


-¡Ah! ¿Su amigo vive por aquí?


-No he dicho que sea amigo mio.


-¿Entonces, es un enemigo?


-Tampoco. En realidad, no nos hemos visto nunca.


-¿Y cómo se llama? Tal vez pueda ayudarle a encontrarlo.


-Se llama Samar.


El anciano soltó un gruñido y clavó el cuchillo que tenía en las manos en la barra.


-¿Y qué quiere usted de Samar?


-Quiero que me haga una bat'leth.


-¿Para qué puede querer un trill una bat'leth del maestro Samar?


-No es para mi. Es para mi esposa. Un regalo de bodas.


El anciano hizo un gesto negativo con la cabeza.


-Ya no fabrico armas. Dejé la forja hace mucho -respondió. Ya se había percatado de que ese trill impertinente le había reconocido. -No seguiré fabricando instrumentos de muerte.


-Espero que haga una excepción conmigo.


-¿Porqué habría de hacerla?


-Porqué mi esposa tiene que vengarse de mucha gente.


-¿Y?


-Toda esa gente empuña bat'leths de Samar.


-Comprendo... Habla usted de la casa de Garr.


-Así es. Por culpa de esa gente, mi esposa es la última representante de su casa.


-La casa de Baltor, Fue por ese suceso que dejé la forja. ¿Quién es ella? V'Alizia o B'Elena.


-B'Elena.


-La menor... ¿Qué pasó con V'Alizia?


-Murió... Luchando por una causa honorable.


Samar bajó la mirada, como si estuviera avergonzado por algo,


-Está bien... Forjaré esa bat'leth. Por que en cierta forma me siento responsable de lo que pasó. ¿Tiene las medidas de su esposa?


Dax le entregó un papel. Samar lo leyó y asintió con la cabeza.


-Tardaré un mes.


-De acuerdo... Hasta entonces.


Dax se levantó y abandonó el local sin añadir palabra y sin volver la vista atrás.




La venganza está en mi corazón, la muerte en mi mano, la sangre y la venganza están golpeando mi cabeza.

(William Shakespeare)



Capítulo 3

Pañales y bat'leths



-Tiene tu cara y la mirada picara de su padre -dijo Grila meciendo al pequeño Baltor entre sus brazos.

El bebé, que había heredado las crestas craneales de su madre y las manchas epidérmicas de su padre, ronroneaba de satisfacción por las caricias de la anciana aya.

-Si, es un chico muy guapo, ¿no crees? -respondió B'Elena.

-Ahora tienes que concentrarte en cuidarlo.

-Eso es lo mismo que me dice Llorenç. Insiste que debo esperar por lo menos tres meses antes de embarcarme en mi venganza.

-Hazle caso, yo puedo cuidar de él mientras tú atiendes otras cuestiones, pero ahora Baltor necesita a su madre. Y hablando del cara manchada, ¿donde está ahora? ¿Porqué no ha venido contigo?

-Dijo que tenía un encargo que hacer. No me ha dado más explicaciones, se está portando de un modo muy misterioso en este asunto y eso me irrita.

-¿No pensarás que...?

-No. Tal vez se ponga zalamero cuando ve una cara bonita, pero para él es como un juego. Se que no me engaña, y menos desde que ha nacido nuestro hijo.

-No, no te engaña, él te ama y nunca te será infiel.

-¿Cómo puedes estar tan segura?

-Porque, cuando una mujer llega a mi edad, aprende a reconocer a los hombres, pequeña, sean de la especie que sean.

En ese momento llamaron a la puerta. Grila entregó el bebé a su madre y fue a abrir, era Llorenç.

-¿Cómo están las dos chicas más guapas del imperio? ¿Estáis cuidando bien de mi hijo?

-¿Tu hijo? ¿Es que yo no he tenido nada que ver con el asunto?

-¡Huy, que susceptibles estamos! ¿Ha pasado algo malo mientras yo no estaba?

-Pasa que no me gusta tanto misterio, ¿Donde has estado?

-Es una sorpresa, pero aún tendrás que esperar un tiempo para saber de que se trata. -Llorenç hizo una mueca. -¡Vaya, alguien necesita un cambio de pañal!

-Yo lo haré -se ofreció Grila.

-No, lo haré yo. Vosotras seguid hablando de vuestras cosas.

Grila miró al trill con mirada desconfiada.

-No me mires así. He sido padre y he sido madre, varias veces.

-Me olvidaba que eres trill. Un hombre klingon nunca cambiaría un pañal.

-Ellos se lo pierden.

Mientras Dax le cambiaba el pañal a Baltor, B'Elena y Grila volvieron al saloncito.

-A veces creo que tiene más instinto maternal que yo.

-¡Tonterías!

La klingon miró a su esposo con el ceño fruncido.

-¿Qué estará tramando?

Grila se encogió de hombros.

-Se trata de un regalo -dijo el trill demostrando tener buen oído. -Una especie de regalo de bodas con retraso, pero aún lo están... fabricando.¡Y no pienso decir nada más!



________



Llorenç continuó con sus clases de canto y B'Elena siguió recopilando información sobre la casa de Garr. Cuando pasó el plazo convenido con Samar, el trill comunicó a su esposa que su regalo de bodas ya estaba terminado y que esa misma mañana irían a recogerlo. Cuando se detuvieron a la entrada del restaurante B'Elena se mostró sorprendida.

-¿Aquí es donde han fabricado mi regalo?

-No te dejes engañar por las apariencias.

Entraron en el local. Esta vez había algunos clientes en las mesas. Fueron recibidos por uno de los camareros.

-Dile a tu jefe que B'Elena ha venido a recoger su regalo de bodas -dijo Dax.

El camarero se inclinó.

-Os estábamos esperando. Es por aquí.

Siguieron al camarero por una escalera que descendía. Al final de la misma, se encontraron ante unas puertas dobles. El camarero las abrió y les indicó que pasaran cerrándolas luego a su espalda.

La sala a la que entraron estaba iluminada con antorchas y se hallaba completamente vacía, a excepción de una mesa baja fabricada con maderas nobles. Sobre la mesa reposaba una bat'leth de bella factura.

Tras la mesa se hallaba sentado, con las piernas cruzadas, un anciano klingon que les hizo una seña para que se acercaran.

-B'Elena, te presento a Samar, maestro de la bat'leth.

-¿Samar? Pero si decían que...

Samar levantó una mano haciendo callar a B'Elena y le señaló el lado opuesto de la mesa. Mientras ella se arrodillaba ante Samar, Llorenç se hizo a un lado.

-Hace años juré que jamás volvería a fabricar una herramienta de muerte -dijo el anciano. -Pero no hace mucho, se presentó un impertinente trill ante mi y me hizo ver que aún me quedaba una bat'leth por forjar.

Samar levantó el arma y la examinó.

-Después de todo ese tiempo, he vuelto a forjar una hoja. Y la he hecho perfecta. Si alguien se interpone en tu camino, esta bat'leth lo destruirá. Puedo decir, sin temor a equivocarme, que esta es mi mejor trabajo. Y ahora es tuya.

Samar entregó la hoja a B'Elena que la cogió con temor reverencial.

-Pero recuerda: La venganza nunca es un camino recto. Es un bosque. Y, como en un bosque, es fácil perderse. Perderse y olvidar de donde venías.

B'Elena afirmó con la cabeza.

-Y ahora, guerrera... vete... y llévate a tu irritante esposo contigo.





El destino le susurró al guerrero:

"No podrás resistir la tormenta que se avecina"

El guerrero le respondió:

"Yo soy la tormenta que se avecina"


(Antigua canción infantil klingon)


Capítulo 4

Muerte y poesía


Borak, miembro destacado de la casa Garr entró en el dojo familiar, descolgó su bat'leth de la pared y empezó a practicar. Tenía poco más de cuarenta años, era muy joven cuando participó en la matanza de la casa Baltor. Llevaba solo unos pocos minutos ejercitándose cuando vio surgir una figura de detrás de unas cortinas. Se trataba de una mujer klingon, joven, con la furia brillando en sus ojos y armada con su propia bat'leth.

Se sobrepuso a su sorpresa inicial y reconoció a la intrusa.


-Tú eres Tulsa, la esposa de ese loco trill. ¿Qué estás haciendo aquí?


-Mi verdadero nombre es B'Elena, soy la última representante de la casa Baltor... Y estoy aquí para cobrar venganza.


Borak se volvió hacia la puerta del dojo, pero esta estaba cerrada y el trill estaba frente a ella con una espada en la mano.


-No te preocupes por mi -dijo Dax. -Te enfrentarás solo con ella. Yo estoy aquí solo para impedir que huyas.


-¿Huir? ¿De esa mocosa? No tengo ni para empezar.


-Demuéstralo.


Borak aulló un grito de guerra y se lanzó a la carrera con su bat'leth en alto, cuando tuvo a la mujer a su alcance, lanzó un tajo con todas sus fuerzas que ella esquivó fácilmente rodando por el suelo y zancadilleando a su oponente que dio de narices contra el suelo.


-Tendrás que hacerlo mejor -dijo ella mientras se incorporaba.


Borak se levantó y esta vez y se acercó a su oponente con más cuidado mientras hacía molinetes con su arma.

B'Elena no se limitó a esperarle, si no que fue a su encuentro.

Las hojas chocaron haciendo saltar chispas del metal. Borak era más fuerte y tenía más experiencia en combate, pero B'Elena lo compensaba con su mayor agilidad y rapidez. Media hora más tarde ambos contendientes sangraban por varias heridas y resoplaban agotados.


Llorenç Dax observaba el combate preocupado por la suerte de su amada, pero ella le había hecho jurar por su honor que no se entrometería y sabía que B'Elena nunca le perdonaría que rompiera ese juramento. El trill apretó los dientes lanzando un juramento por lo bajo que habría hecho sonrojar a un nausicano.


-Debo reconocer que eres mejor de lo que esperaba, tienes mi respeto niña. Lamentaré tu muerte.


-La fuerza se te va por la boca Borak. ¿O es que empiezas a tener miedo?


Esas últimas palabras enfurecieron al guerrero que se lanzó contra la mujer en un ataque irreflexivo. Ella lo esquivó mientras su bat'leth dibujaba un arco brillante que destripó a su enemigo.

Borak cayó de rodillas con las entrañas asomando por el corte de su estómago. Miró a B'Elena a los ojos.


-Que sea una muerte honrosa -dijo.


Ella asintió y le atravesó el corazón dándole una muerte instantánea.


-Buen viaje a Sto'vo'Kor, Borak, hijo de Garr.


Dax se acercó a ella, la abrazó y le dio un beso.


-Has luchado bien, me siento orgulloso de ti.


-Bien. ¿Qué tal si nos largamos antes de que venga alguien?


-Estoy de acuerdo.


---------


Horas después se encontraban en casa de Grila. Mientras la anciana curaba las heridas de B'Elena, Dax mecía a su hijo entre sus brazos mientras tarareaba una melodía.


-¿Qué es eso que cantas? -preguntó Grila. -Parece algo klingon, pero nunca la había oído.


-Es algo que estoy componiendo. Un poema épico.


-¿De qué va?


-Debería ser evidente... Cuando esté terminado contará como la valiente guerrera B'Elena acabó con la casa de Garr, convirtiendo las calles de Krenn'la en ríos de sangre.


-¿A tantos matará B'Elena en tu poema? -preguntó la aludida.


-A cientos.


-Un poco exagerado. ¿No?


-Como todas las épicas klingon.


-¿Y Llorenç Dax, su amado esposo, no luchará a su lado?


-No. Llorenç Dax se mantendrá apartado, observando orgulloso la victoria de su esposa con el hijo de ambos en brazos, para que contemple el auténtico espíritu klingon.


-Me gusta como suena -dijo Grila.


-Pues eso no es todo, porqué Grila también tendrá su papel en esta épica. Grila, la astuta, que supo esconderse ante las narices de sus enemigos esperando el regreso de nuestra heroína. Grila, la sanadora, que curó sus heridas tras cada batalla para que ella pudiera continuar con su venganza.


-Haré lo que pueda para ser digna de tu poema -dijo la anciana.


-Y yo espero que el poema os haga justicia a ambas.






Y a nosotros no nos queda más que la venganza.

Una venganza terrible y cruel,

de la que todavía circularán leyendas dentro de cien años.

Leyendas que la gente temerá escuchar cuando caiga la noche.


Andrzej Sapkowski.



Capítulo 5

El arte de la seducción


K'utiuss, hijo de Garr, entró en la sauna vestido solo con un escueto taparrabos. Se sentó en una de las banquetas, echó un cazo de agua al brasero y cerró los ojos, dispuesto a disfrutar del baño de vapor.

Estaba solo dentro de la sauna. Por eso le gustaba ir allí a esas horas, porque no había nadie y podía relajarse sin escuchar las molestas conversaciones entre cuchichéos de otros asistentes. Por ese motivo emitió un gruñido de fastidio cuando escuchó como la puerta se abría y entraba alguien más.

Abrió los ojos para ver quien era el molesto visitante y se sorprendió al comprobar que se trataba de Torin Rass, ese ridículo trill que pretendía convertirse en tenor de la ópera klingon. Decidió divertirse un poco a su costa.


-¡Vaya, pero si es Torin Rass, el tenor trill! ¿Cómo van esas clases de canto?


Torin se quedó mirándole varios segundos con cara de extrañeza, pero al final pareció reconocerle.


-Tú eres K'utiuss, el hijo de Garr. Nos conocimos en una fiesta que organizó Malok. ¿No es así?


-En efecto.


Torin se sentó a su lado.


-Bueno... respondiendo a tu pregunta... pues... no van tan bien como esperaba, pero tampoco van tan mal.


-Explícate.


-Verás... Mis maestros de canto dicen que nunca podré ser tenor, pero que podría ser un magnífico barítono.


-¿Y eso porqué?


-Dicen que tengo buena técnica, pero que mi caja torácica no es lo suficientemente amplia. Necesitaría una como la tuya.


Al pronunciar esa última frase, Torin apoyó una mano sobre el pecho del klingon.

K'utiuss se sorprendió ante ese gesto, pero no dijo nada. El trill pareció satisfecho ante su silencio y empezó a acariciar su pecho con la yema de los dedos.


-Tienes una constitución formidable amigo. ¿Todo lo tienes tan desarrollado?


-¿Quieres comprobarlo? -respondió K'utiuss haciendo el ademán de quitarse el taparrabos.


-No -respondió el trill evitando la acción del klingon. -Aquí no. Es demasiado arriesgado...Podría entrar alguien y sorprendernos.


-¿Cuando y donde?


-¿Conoces esos jardines que hay a dos manzanas de aquí?


-Si.


-Nos veremos allí a medianoche.


-¿Porqué allí? Podríamos alquilar una habitación.


-Alguien podría reconocernos. Además, sobre la hierba, bajo las estrellas... ¿No será más romántico?


-Allí estaré.


-Bien... -respondió el trill. Entonces chasqueó los dedos y añadió con cara de que acababa de ocurrírsele una idea. -¿Puedo pedirte un favor?


-Si está en mi mano...


-Trae tu bat'leth.


-¿Para que llevar una bat'leth a una cita amorosa?


-Me gustaría que me enseñases algunos movimientos. Me iría bien para una escena que debemos ensayar dentro de un par de días.


-¿No puede enseñarte tu esposa?


-Desde que ha tenido al crio, parece que no tiene tiempo para mi.


-Esta bien, cuenta con ello.


Torin hizo el ademán de levantarse, pero K'utiuss le retuvo agarrándole por la cintura y le dio un fiero beso que hizo sangrar el labio inferior del trill.


-Considéralo un adelanto.

Torin sonrió y se dirigió a la salida.


-¡Espera! -exclamó el klingon. -¿Cómo supiste que yo...?


-Antes que esta, he vivido otras siete vidas. A estas alturas, estas cosas no se me escapan. Nos vemos a medianoche.


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A medianoche, Praxis o, mejor dicho, lo que quedaba de ella, brillaba en el cielo en lo que, en otros tiempos, antes de la destrucción del satélite, debía ser su fase de plenilunio.

K'utiuss estaba excitado. Ya había tenido experiencias con hombres jóvenes con anterioridad, pero nunca con un alienígena, y el trill tenía otros atractivos aparte de ese.

Atravesó la puerta de la verja que separaba los jardines de la calle y avanzó unos pasos buscando a Torin con la mirada. Finalmente le vio cuando este salía de detrás de unos matorrales, a unos cincuenta pasos de distancia.

El trill le sonrió antes de dar media vuelta y adentrarse en los jardines con paso calmado. K'utiuss le siguió manteniendo la distancia hasta que se detuvo al lado de un árbol de grueso tronco. Dio unos pasos más para llegar a su altura, pero antes de que pudiera alcanzarle, Torin se escondió tras el árbol.

K'utiuss sonrió al pensar que el trill tenía ganas de jugar, pero la sonrisa se borró de su cara cuando, del mismo lugar en que este se había escondido, salió una mujer armada con una bat'leth. Se trataba de Tulsa, la esposa del trill.


-¿Qué clase de jugarreta es esta? -exclamó mientras levantaba su bat'leth y adoptaba una posición de defensa.


-Ha sido una jugada sucia, lo reconozco. Mi esposo te ha traído aquí engañado para que pueda enfrentarme a ti a solas.


.¿Porqué motivo?


-Mi verdadero nombre es B'Elena, última hija de la casa de Baltor. El motivo es la venganza.


-Entonces, fuiste tú quien mató a mi primo Borak.


-Como ahora te mataré a ti.


-No te será tan fácil hacerlo como decirlo.


-Eso espero, así será más divertido -dijo ella atacando.


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Horas después, en casa de Grila, Llorenç Dax daba vueltas por el salón, nervioso como un tigre enjaulado.


-Esa herida no me gusta nada. Esta vez ha faltado muy poco.


-No te preocupes -respondió la anciana. -Sanará. Pero necesitará unos días de reposo.


-Bien -respondió B'Elena. -Así tendremos tiempo de elaborar un plan para el próximo enfrentamiento.


-No me gusta nada la idea de que te enfrentes a tres enemigos a la vez -dijo el trill.


-¿Y qué quieres que haga? Esos tres siempre van juntos a todos lados, nunca se separan. Parecen siameses.


-Déjame que esta vez luche a tu lado.


-¡No! Lo prometiste.


-Es una locura. ¿No esperarás que esos P'taq se enfrenten a ti de uno en uno?


-Se que no lo harán. Pero ya pensaré en la forma de enfrentarlos.


Dax no respondió. Se limitó a cruzar los brazos, fruncir el entrecejo y volverse de espaldas a su esposa.

Ella se levantó mientras llevaba su mano a la herida con un gesto de dolor, Se acercó a su esposo y lo rodeó con sus brazos.


-Venga, no te pongas así. Me estás ayudando mucho. Seducir a K'utiuss y llevarle a ese lugar aislado estuvo muy bien. Tuviste una buena idea.


-Tú averiguaste que ese klingon prefería la compañía masculina. Una vez me lo dijiste, fue fácil idear ese plan.


-¿Sigues a mi lado en esto?


-Hice un juramento y lo cumpliré. Pero sigue sin gustarme.





¿Si nos pinchan no sangramos?

¿Si nos hacen cosquillas no reímos?

¿Si nos envenenan no morimos?

¿Y si nos injurian no debemos vengarnos?


William Shakespeare.



Capítulo 6

Muerte y ojos ocultos


Molor y Morath, los dos hermanos gemelos pertenecientes a la casa de Garr se lo estaban pasando en grande con los chistes de su primo Klaa. Los tres se hallaban en los montes K'h'un, participando en su cacería mensual. Siguiendo los métodos tradicionales, montaban en sarks y llevaban ballestas y bat'leths. Su intención era cazar un targ salvaje. Avanzaban por una pista forestal que discurría por el interior de un bosque.


Sus risas se interrumpieron cuando una figura salió. de pronto, del interior de la floresta y se plantó en medio del camino, a unos cien pasos ante ellos. Se trataba de una mujer de su raza que empuñaba una ballesta. De su espalda colgaba una bat'leth de bella factura.


La mujer les apuntó con su arma y disparó. Klaa cayó de su montura con un dardo clavado a la altura de su corazón. Molor y Morath contemplaron durante unos segundos el cadáver de su primo. Cuando volvieron la vista al camino, la mujer había desaparecido.


-¿Qué diablos...? -exclamó Molor.


-Esa mujer... sin duda es una de los que ha estado asesinando a miembros de nuestra familia -dijo Morath.


-Entonces, vamos a por ella.


Espolearon a sus monturas y llegaron al punto desde el que la misteriosa mujer había disparado. Miraron a un lado y otro del camino.


-¿Por donde se ha ido? -preguntó Molor.


-Ni idea -respondió su hermano. -Dividámonos, tu ve por la izquierda, yo iré por la derecha. -Cargaron sus ballestas y se separaron en busca de la asesina de su primo.


Mientras, un par de ojos ocultos entre la maleza no se perdieron detalle de los hechos.


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B'Elena observaba, encaramada sobre las ramas más bajas de un enorme árbol como Morath se acercaba con su ballesta preparada. Cuando estaba justo debajo de ella, se dejó caer, quedando sentada a horcajadas sobre el lomo del animal, a espaldas de su enemigo. Sin darle tiempo a reaccionar, sujetó su barbilla haciéndole levantar la cabeza y le aplicó un rápido y profundo corte en el cuello con su mek'leth.


Morath cayó al suelo chorreando sangre mientras B'Elena se se hacía con las riendas y dominaba al asustado sark. La mujer se instaló en la silla, contempló los últimos estertores de Morath, masculló una maldición y espoleando al animal, fue en busca de su último enemigo del día.


El oculto observador sonrió satisfecho y se dispuso a seguir a la mujer.


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Molor avanzaba entre la maleza buscando pistas de la desconocida asesina cuando oyó el piafar de otro sark a sus espaldas. Obligó a su montura a dar la vuelta y vio a la mujer, esta le apuntaba con su ballesta, estaba montada sobre el sark de su hermano.


-Acabemos con esto como guerreros, no como cazadores -dijo la mujer.


-Me parece bien -respondió él lanzando su ballesta lejos.


Ella imitó su gesto y ambos desmontaron y empuñaron sus bat'leths.


-¿Quién eres?


-Es bueno que lo preguntes. Así, cuando te reúnas con tu hermano y tu primo en Sto'vo'kor, podrás decirles que fue B'Elena, la última hija de la casa de Baltor la que os envió allí.


-Podrás contárselo tú misma.


-Ya veremos.


Una vez más, la velocidad y la agilidad de B'Elena contrarrestaron la fuerza de su rival. La lucha se prolongó durante veinte minutos, hasta que la mujer terminó con la vida de su rival atravesándole el corazón.


Una vez más, el oculto observador se mostró satisfecho del resultado de la pelea.


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B'Elena dedicó el resto del día a arrastrar los cuerpos de Molor y Morath hasta dejarlos junto a su primo, en medio del camino. Así se aseguraba que no tardarían mucho en encontrarlos.


El misterioso observador se quedó un rato mirando estas últimas maniobras de B'Elena, pero antes de que esta acabara, regresó por donde había llegado hasta el lugar donde tenía oculto su speeder, montó en el vehículo y se alejó del lugar.


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Llorenç Dax entró en su apartamento, descolgó la espada trill que llevaba a su espalda y la guardó en un armario. Seguidamente salió hacia la casa de Grila.


Cuando llegó al lugar, la anciana le interrogó sobre el resultado de su viaje.


-No ha sido necesaria mi intervención -dijo. -Se los cargó a los tres...ella sola. Te aseguro que he descubierto una faceta de mi esposa que casi me da miedo.


Grila fue a responder a ese comentario del trill, pero le interrumpió el sonido de unos golpes en la puerta.


-Debe ser ella -dijo Dax. -Que no se te ocurra contarle que he estado siguiéndola.


-Descuida, será nuestro secreto.




Te heriré por esto. Todavía no sé cómo, pero dame tiempo. Sabrás que la deuda estará pagada.

(George R. R. Martin)



Capítulo 7
De madre a madre
-¿Es que nadie puede decirme quién diablos nos está atacando? -exclamó Garr dando un puñetazo sobre la mesa.
-Tranquilízate Garr -dijo Bannor, su esposa. -Nadie sabe quien puede ser. Tenemos a una docena de hombres indagando, tarde o temprano lo averiguaremos.
-Para entonces, ya no quedará nadie de nuestra casa. ¡Quiero respuestas, ya!
-Entonces, sal tú mismo a buscarlas, en lugar de quedarte aquí, bramando como un targ herido.
-Tal vez lo haga. De momento, que pasen esos hombres.
Las puertas de la sala se abrieron y entraron los doce hombres que estaban investigando los sucesos.
-¿Y bien? ¿Qué habéis averiguado?
El que hacía de portavoz del grupo se adelantó y tras tragar saliva pronunció una sola palabra.
-Nada.
-¿Nada? ¿Eso es todo lo que tenéis que decir?
-Hemos investigado en los círculos más próximos a tus hijos, señor. Amigos, compañeros de milicia, los lugares que más solían frecuentar... Nadie les vio discutir en serio con nadie. Nadie sabe de alguien que tuviera intenciones hostiles hacia ninguno de ellos. El que atacó a tus hijos es un auténtico misterio.
-Entonces volved y desentrañad ese misterio. Llevad a más hombres con vosotros si es necesario, pero quiero respuestas. Salid de mi vista.
Los hombres abandonaron la sala, aliviados de que Garr no descargara su ira en alguno de ellos. Bannor se acercó a su esposo y apoyó una mano en su hombro.
-Tarde o temprano el asesino se delatará. Mientras tanto, extrememos las precauciones.
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Más tarde, Bannor salió a efectuar unas compras. Estaba en una tienda de moda, contemplando un vestido cuando se le acercó un muchacho.
-¿Eres Bannor, de la casa de Garr? -preguntó.
-Lo soy. ¿Quién lo pregunta?
-Tengo un mensaje para ti -fue la respuesta del chico mientras le entregaba un sobre.
-¿Quién lo envía?
-Una dama. No se quien es.
Bannor dio una propina al chico y examinó el sobre. Sobre él estaba escrito: ”Para Bannor de la casa de Garr”. No había remitente.
Abrió el sobre, extrajo el mensaje y leyó:
“Si quieres saber quién está atacando la casa de Garr, preséntate en el restaurante de Kulor al ocaso. Ven sola.”
La nota no estaba firmada.
“Tiene toda la pinta de una trampa”, pensó, “pero vale la pena intentarlo”.
Decidió presentarse a la cita sin decir nada a Garr. “Si se lo cuento, insistirá en asistir acompañado de un tropel de hombres. Y el mensaje dice que vaya sola”.
El restaurante de Kulor era el mismo que estaba regido por Samar. Kulor era la identidad que el maestro espadero adoptó cuando decidió retirarse y emprender una nueva vida. Allí se presentó Bannor a la hora prevista. Llevaba su bat'leth y un disruptor.
-Soy Bannor, de la casa de Garr -dijo al camarero que la atendió. -Tengo una cita con una dama.
-Le esperábamos, señora. Por favor, sígame.
El camarero la guió escaleras abajo hasta la sala donde Samar le entregó a B'Elena su bat'leth. Cuando llegaron a las puertas, de un rincón que permanecía a oscuras, surgió una mano que empuñaba un disrruptor. Aunque forzó la vista, Bannor no pudo identificar a la persona que empuñaba el arma.
-Tu disrruptor -dijo una voz masculina. -Debes dejarlo aquí.
Bannor, muy despacio, desenfundó el arma y la depositó sobre una mesa que había al lado de las puertas. Fue a desprenderse también de su bat'leth, pero el hombre la detuvo.
-No. Conserva tu espada. La necesitarás.
El camarero abrió las puertas y, una vez Bannor las traspasó, las cerró de nuevo.
La sala se hallaba totalmente vacía, incluso la mesilla que había sostenido la bat'leth de B'Elena había desaparecido. En el centro de la misma, la joven esperaba a su rival. Bannor la reconoció al momento.
-¡Tulsa! ¿Qué tienes tú que ver en todo esto?
-Yo soy el asesino que estáis buscando.
-¿Tú? ¿Porqué?
-Venganza.
-¿Venganza?... Pero... ¿Qué mal te ha hecho mi familia?
-Mi verdadero nombre es B'Elena. Soy la última hija de la casa Baltor. ¿Puedes entenderlo ahora?
-Lo entiendo... y lo respeto. He oído que has sido madre hace poco.
-Así es.
-Entonces comprenderás el mal que tú me has hecho a mi.
-Lo comprendo. De una madre a otra, tienes mis condolencias. Pero estoy en mi derecho de hacer lo que he hecho.
-Puedes guardarte tus condolencias. Conmigo no te será tan fácil, también tengo derecho a mi venganza.
-¿Empezamos?
Ambas contendientes empezaron a dar vueltas alrededor de un imaginario círculo mientras hacían molinetes con sus armas, estudiando a su rival, buscando una abertura en sus defensas.
Bannor fue la primera en atacar con una combinación de mandobles a una mano que B'Elena bloqueó agarrando su bat'leth con ambas manos. Finalmente vio una abertura en la guardia de su rival y la atacó con un tajo ascendente que solo consiguió desgarrar una manga del vestido de Bannor. Ambas retrocedieron unos pasos y reemprendieron su danza circular.
Estocada, parada, mandoble, parada, finta, puñetazo, parada, patada, estocada... La mayoría de golpes erraban su objetivo, pero tras veinte minutos de lucha, ambas sangraban por varias heridas superficiales.
Bannor atacó con un mandoble descendente que B'Elena paró con su bat'leth. Ambas armas quedaron trabadas y B'Elena ejecutó un movimiento de torsión, que partió el bat'leth de su rival en dos, provocando que Bannor dejase su guardia al descubierto. La joven no dudó ni un segundo y atacó con un mandoble que casi seccionó la cabeza de Bannor de su cuerpo.
B'Elena se acercó al cadáver de su enemiga e hincó una rodilla en el suelo.
-De una madre a otra -dijo. -Que tengas un buen viaje a Sto-Vo-Kor.
Seguidamente efectuó el ritual debido a un guerrero caído en combate.
Samar salió del rincón desde el cual había presenciado el combate.
-Has luchado bien. Ahora debes irte, guerrera. Yo me encargaré de que el cuerpo sea devuelto a su familia.
B'Elena abandonó la sala, se reunió con su esposo y ambos regresaron al apartamento de Grila.




Cuando la fortuna te sonríe al llevar a cabo algo tan violento y feo como la venganza, es una prueba irrefutable no sólo de que Dios existe, sino de que estás cumpliendo su voluntad.”
UMA THURMAN - La Novia


Capítulo 8.
Venganza final.


Los klingon no tienen un rito funerario propiamente dicho. Para ellos, el cuerpo de un difunto no es más que un cascarón vacío y se deshacen del cadáver de la forma más práctica posible, normalmente la incineración. Pero en el caso de que el difunto sea alguien de cierta importancia, el cuerpo se expone de forma pública para que familiares y amigos puedan despedirse.
Garr estaba sentado junto al cadáver de su esposa, la cual estaba tendida sobre una mesa. A su alrededor pululaban familiares y amigos, comiendo, bebiendo y recordando las hazañas de la difunta Bannor. Estaba ensimismado intentando adivinar quién estaba diezmando a su familia cuando uno de sus hombres se acercó a él y le habló al oído.
-Señor, hay un mensajero en la entrada. Parece importante, el mensaje proviene del Alto Consejo.
-Hazle pasar -dijo tras la sorpresa. ¿Qué podría querer de él el Alto Consejo?
Momentos más tarde el mensajero le entregaba un sobre lacrado con el sello del Alto Consejo Klingon. Lo abrió y leyó su contenido. En el se le citaba para el día siguiente en la Cámara del Alto Consejo para un asunto relacionado con los asesinatos de varios miembros de su familia.
-Dile al consejo que asistiré -le dijo al mensajero.
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Al día siguiente, Garr se presentó en la cámara. Estaban presentes todos los miembros del Alto Consejo y, presidiéndolo todo, el canciller Martok. El lugar, consistía de una sala circular rodeada por las gradas donde se sentaban los miembros del Alto Consejo. Entró en el círculo y esperó a que le comunicaran el motivo por el que reclamaban su asistencia.
-Garr, hijo de Malor, -dijo el canciller -has sido convocado a requerimiento de otro ciudadano del imperio. Deberás responder a sus requerimientos.
-¿Y qué requerimientos son estos?
-Ella misma te los explicará.
A una señal del canciller hizo su entrada en el círculo la mujer que Garr conocía como Tulsa.
-Repite tus requerimientos a este tribunal -dijo Martok dirigiéndose a la mujer.
-Exijo el derecho a la venganza mediante un desafío público.
-¿Quién eres y de qué tienes que vengarte?
-Soy B'Elena, hija de Baltor, última descendiente de la casa del mismo nombre y diezmada por la casa de Garr.
-¿Qué pruebas tienes de tal hecho?
-No las necesito. Todos conocen esa hazaña de Garr. Él mismo ha fanfarroneado de ello en público en numerosas ocasiones.
-¿Qué tienes que decir, Garr?
-¿Así que has sido tú la que ha estado asesinando a mi familia? -dijo el aludido mirando a su rival. Y, volviéndose hacia Martok añadió: -¡Acepto el desafío!
-¡Que así sea! -dijo Martok. -Os enfrentareis en combate mortal en esta misma sala y el vencedor no recibirá ninguna represalia, ni por parte de este consejo ni de familiares o amigos del perdedor. ¡Empezad!
Todos los guardias y funcionarios que se encontraban en el interior del círculo dieron varios pasos hacia atrás y dejaron a los dos contendientes solos en su interior.
Dos funcionarios les entregaron sus armas, que habían tenido que entregar antes de entrar en la sala del consejo. Ambos se acercaron lentamente, asiendo fuertemente sus armas, estudiando con la mirada al contrincante.
Llorenç Dax observaba los acontecimientos con cara de preocupación. Garr era un guerrero curtido en cien batallas, esta vez B'Elena se enfrentaba a un enemigo muy peligroso. Sabía que su esposa había elaborado una estrategia de combate que le daba posibilidades de obtener la victoria, pero el trill no las tenía todas consigo. Con gusto habría entrado en el círculo y se habría llevado a B'Elena de allí, a rastras si fuese necesario, pero sabía que se lo habrían impedido. Además, ella jamás se lo perdonaría.
Garr fue el primero en atacar con un golpe descendente de su bat'leth, B'Elena paro el golpe y dio dos pasos hacia atrás adoptando una posición de defensa. Continuaron así durante largos minutos, el hombre lanzaba ataque tras ataque y la mujer se limitaba a pararlos y retroceder. Eso envalentonó a Garr, que interpretó la actitud de su rival como de temor y siguió atacando con más fuerza, cometiendo algunas imprudencias que B'Elena aprovechó para infligirle algunas heridas superficiales.
A pesar de la preocupación que sentía por su esposa, Llorenç Dax se permitió una sonrisa. Al parecer, la estrategia de B'Elena funcionaba. Garr era mucho mayor que su esposa y su resistencia estaba poniéndose a prueba en este combate. El klingon empezaba a jadear de cansancio.
B'Elena siguió con su estrategia durante varios minutos, hasta que vio que a Garr le faltaba el resuello. Entonces, se lanzó al ataque, rauda y furiosa como una centella.
Garr se defendía como podía de la lluvia de golpes provenientes de esa pequeña mujer. Los ataques se sucedían uno detrás de otro con tal rapidez que el veterano guerrero no tenía tiempo de dar un contragolpe. Finalmente, el bat'leth de B'Elena traspasó sus defensas y le infligió un profundo corte en el estómago. Garr dio un paso atrás, soltando su arma para sujetarse las entrañas que pugnaban por escaparse a través del corte. Cayó de rodillas, mirando a su rival con cara de estupefacción. ¡No podía ser! ¿Como había podido vencerle esa menuda mujer? La expresión de estupefacción quedó congelada en su rostro cuando B'Elena le separó la cabeza del cuerpo de un solo tajo.
Martok se puso en pie.
-B'Elena, hija de Baltor, ¿has satisfecho tu deseo de venganza?
-Si, canciller. Garr era el último de mis enemigos.
-¿Deseas que sea restaurada la casa de Baltor?
-No, mi vida está ahora lejos del imperio. Pero, tal vez, mi hijo desee restaurarla cuando se haga hombre. Pido a este consejo que le escuche si eso sucede.
-Este consejo se compromete a escucharle si llegase ese momento.
-Gracias.
Martok se retiró sin pronunciar una palabra más y el resto del consejo le siguió.
Llorenç Dax entró en el círculo y abrazó a su esposa.
-Supongo que aquí acaba todo este asunto -dijo.
-Si, respondió ella, por fin a terminado.
-Doy gracias a todos los dioses por ello.


EPÍLOGO


-¿Y qué vais a hacer ahora? -pregunto Grila
Estaban reunidos en el apartamento de la anciana aya. B'Elena amamantaba a su bebé y Llorenç los contemplaba embobado a ambos.
-Antes de salir de Bajor, compramos una casita, queremos establecernos ahí -dijo B'Elena. -Y queremos que vengas con nosotros.
-¿Yo? ¿Porqué?
-Para que cuides de Baltor mientras nosotros estamos fuera por negocios.
Grila miró a Dax con expresión interrogativa.
-Estoy de acuerdo -dijo. -De hecho, yo fui quién lo sugirió.
-Será un honor para mi cuidar de vuestro hijo.
-Entonces, que no se hable más -dijo Llorenç. -Prepara tu equipaje, partimos mañana a primera hora.


FIN


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