STAR TREK - JTK

Star Trek-JTK narra las aventuras de la nave de la Federación de Planetas Unidos -USS James T. Kirk-.

La acción se inicia unos tres años después de los hechos narrados en DS9.

jueves, 24 de febrero de 2022

B&D 05 - A TRAVÉS DEL ESPEJO


Prólogo


– ¿Estás seguro de querer hacer esto? – preguntó B'Elena a su esposo.


Ambos paseaban cogidos de la mano por el camino rural que los llevaría al pueblo cercano.


Llorenç Dax aspiró una bocanada del agradable aire de la campiña antes de responder.


– En realidad, no es que me apetezca mucho, pero nuestros vecinos nos han invitado varias veces a asistir a una de sus ceremonias en el templo. No podemos seguir negándonos sin que parezca que despreciamos sus creencias.


– Dirás que soy aprensiva, pero tengo un mal presentimiento con esto.


– ¿Qué puede pasar de malo? Solo es una ceremonia religiosa.


Siguieron su camino, entraron en el pueblo y se dirigieron a la entrada del templo.


La vedek Sirel estaba a las puertas dando la bienvenida a todos sus feligreses. Cuando les vio acercarse una gran sonrisa se dibujó en su rostro.


Llorenç ya sabía que el vedek de su zona era una mujer, pero se sorprendió al comprobar que era tan joven. Pelma Sirel no tendría más de veinticuatro o veinticinco años y además era muy atractiva.


Cuando llegaron a las puertas del templo, la vedek les abrazó y les agradeció su asistencia a la ceremonia. Les guió al interior del templo y les anunció que les había reservado un par de sitios en la primera fila.


– No quisiera ofender – dijo Llorenç. – Pero preferiríamos permanecer en segundo plano, No nos gusta ser el centro de atención.


– Como quieran – respondió. – Pero les agradecería que se quedaran después de la ceremonia, quiero hablar con ustedes.


Sirel sonrió ante la mirada suspicaz de B'Elena y se apresuró a añadir: – Tranquilos no pretendo convertirlos a nuestra fe. Es otra cosa.


Ambos asintieron silenciosamente y se sentaron en una de las filas centrales. Al principio atrajeron la mirada de todos los asistentes, pero cuando la ceremonia empezó todos centraron su atención a la misma.


La ceremonia no duro demasiado, por lo que no se les hizo tediosa. Sirel centró su sermón en explicar como los profetas protegían a Bajor y recordar que todos los bajoranos debían agradecerles por ello. Cuando esta terminó, salió a las puertas para despedir a los feligreses uno por uno y, finalmente, volvió para encararse a sus invitados que todavía le esperaban sentados en el mismo lugar.


– Por favor, síganme, tengo algo que mostrarles.


Sirel echó a andar hacia el interior del templo y ambos le siguieron.


Díganme. – preguntó la vedek sin detenerse ni volver la mirada. – ¿Creen que los que ustedes llaman “alienígenas del pasadizo” son dioses?


Tras unos segundos de duda Llorenç respondió:


– Lo contemplo fríamente como una posibilidad, pero no lo admito ciegamente como un hecho.


Sirel se detuvo, se volvió hacia ellos y sonrió.


– Muy diplomático – dijo.


– Los klingons matamos a nuestros dioses – dijo B'Elena pensando que debía exponer su opinión. – No nos llevamos bien con ellos.


– Si, ya había oído algo al respecto. Es por aquí – respondió la vedek señalando un pasillo lateral. Cuando llegaron a la mitad del pasillo, Sirel se detuvo.


– Así que no creen en los profetas.


– No.


– Pues ellos si deben creer en ustedes, porqué hace unos días tuve una visión, y en esa visión, ellos me indicaron que debía mostrarles esto.


Señaló hacia el lateral del pasillo y ambos se volvieron hacia ese punto. Llorenç dio un respingo al reconocer el relicario que reposaba sobre un pedestal.


– Es un orbe. Una de las lágrimas de los profetas.


– Así es.


– ¿Pero no se supone que solo los creyentes pueden contemplarlos?


– Normalmente así es. – Sirel abrió el relicario para dejar el orbe a la vista. – Este es el orbe de la Divergencia – añadió.


– ¿Qué se supone que va a mostrarnos?


– No lo se. Tal vez el pasado, tal vez el futuro, tal vez otra cosa. O puede que nada. Es diferente para cada persona.


Sirel, tras pronunciar estas palabras se alejó pasillo abajo.


– ¿No se queda? – preguntó Llorenç.


– No. Lo que sea que vean, es solo para ustedes.


Ambos se volvieron hacia el orbe expectantes.


– ¿Va a tardar mucho esa cosa en hacer lo que tenga que hacer? – preguntó B'Elena después de varios minutos sin que sucediera nada,


– ¡Paciencia! Se supone que va a enviarnos una vi...


Antes de que Llorenç acabara la frase, una luz blanca muy intensa les rodeó. Permanecieron así unos segundos y la luz desapareció.


– ...sión.


Llorenç apenas se percató que había pronunciado la sílaba que quedó suspendida antes del fogonazo. Echó un vistazo a su alrededor y exclamó:


– ¿Qué diablos a pasado aquí?


Cuando entraron en el templo era temprano, el sol de Bajor apenas se había levantado por el horizonte, pero ahora era de noche. Estaban solos y todo el templo tenía el aspecto de llevar años abandonado.


– Te dije que tenía un mal presentimiento con esto – dijo B'Elena.





I


Registraron el templo buscando a la vedek, pero esta había desaparecido. El resto del edificio mostraba el mismo grado de abandono y el orbe había desaparecido.


– ¿Qué crees que ha pasado? – preguntó B'Elena.


– Ni idea. ¿Quién sabe?, tal vez esto sea una visión.


– ¿Te parece una visión?


– Lo cierto es que todo se ve muy real, por absurdo que parezca.


– ¿Y qué hacemos ahora?


– Volvamos a casa. Mañana veremos si podemos resolver este misterio.


Cuando salieron al exterior, las calles del pueblo estaban desiertas, pero se podían ver luces en el interior de los edificios lo que les indicó que, por lo menos, la población no había desaparecido. Decidieron no molestar a nadie haciendo preguntas ya que parecía ser muy tarde y llamar a alguna puerta podría traerles problemas.


Cuando llegaron cerca de la casa, vieron luces a través de las ventanas lo que les hizo pensar que Grila les estaba esperando despierta, pero después de unos pasos Llorenç se detuvo obligando a su esposa a hacer lo mismo.


– ¡Espera!


– ¿Qué sucede? – preguntó ella.


– Estaba pensando... El pueblo se veía muy raro, cambiado en cierta forma. ¿No puede suceder lo mismo aquí?


– ¿Qué sugieres?


Llorenç la tomó de la mano y se introdujo en el bosque. Se acercaron a la casa por otro ángulo y pudieron observar a una pareja de bajoranos sentados en su patio ante una mesa de jardín, tomando una bebida.


– ¿Quién son esa gente y qué están haciendo en nuestra casa?


– ¿Nuestra casa? Fíjate bien.


B'Elena observó la villa con más atención. Se fijó mejor en el jardín. La mesa y las sillas que ocupaban la pareja jamás habían estado allí, además, podían verse una barbacoa y varios juegos para niños que ellos nunca habían tenido. Miró a través de la ventana, que daba a la cocina, y vio que el mobiliario era totalmente distinto.


– ¿Qué opinas? – preguntó el trill.


– Que todo parece indicar que esa gente lleva viviendo aquí desde hace años.


– Si, es lo que yo pensé.


– Pero eso no tiene sentido.


– Como lo del templo o el pueblo.


– ¿Tienes alguna teoría?


– Creo que es posible que ese orbe nos haya trasladado en el tiempo. Al pasado o al futuro.


– ¡Pero eso es imposible!


¿Se te ocurre una explicación mejor?


– ¿Y qué hacemos ahora?


– Lo primero largarnos de aquí. Si alguien nos ve puede pensar que estamos tramando algo malo.


– ¿Y a donde vamos?


– Al astropuerto. Allí no llamaremos tanto la atención.


– – – – – – – – – – – – – – – – –


Fue una larga caminata, pues decidieron rodear el pueblo en lugar de atravesarlo, lo que habría acortado mucho el camino, para evitar posibles problemas. Vieron la taberna del astropuerto abierta, así que entraron para descansar y decidir su próximo paso.

En el interior solo vieron a tres personas, dos andorianos sentados en un rincón, uno de los cuales dormitaba con la cabeza sobre la mesa mientras su compañero apuraba una jarra enorme. La tercera persona era el tabernero, un bajorano desconocido para ellos. El hombre soltó un taco y les saludo.


– Hola Llorenç. ¿Cómo te va?


– ¿Me conoce?


– ¿Estás de broma? ¿Y quién es tu amiga? Como tu novia se entere de que vas con otra chica te arrancará la cabeza.


– Eso sería un problema... Mira, amigo, se que sonará como una pregunta estúpida, pero... ¿De qué nos conocemos?


– ¿Te estás quedando conmigo?


– Tú solo responde a la pregunta.


– Bueno... Te has corrido unas cuantas juergas en mi local. Cada vez que aterrizas tu chatarra en Bajor te pasas la mitad del tiempo en mi establecimiento.


– ¿Mi chatarra...? Te va a sonar como otra pregunta estúpida, pero...¿Sabes en que hangar está mi nave?


– En el 37, creo.


– Gracias.


Cogió la mano de B'Elena y la arrastró hacia la salida.


– ¡Eh! ¿No vais a tomar nada?


– Otro día.


Una vez fuera se encaminaron al hangar 37.


– ¿Qué ha pasado ahí dentro? ¿De qué te conoce ese tío? ¿Y que es eso de tu “novia”?


– No le conozco de nada. Me ha confundido con otro.


– Pero se ha dirigido a ti por tu nombre.


– Olvida eso ahora. Creo que ya se donde estamos... más o menos.


– ¿Más o menos?


– Ahí está el 37, vamos.


Entraron en el hangar y allí estaba el Belleza Klingon, con su herrumbroso aspecto de siempre. Subieron por la rampa y Llorenç apoyo la mano en el detector de la entrada. La puerta del carguero se abrió y entraron a la nave. El interior se hallaba en penumbra, pero antes de que pudieran cambiar eso oyeron una voz a sus espaldas.


– Levantad las manos y daros la vuelta muy lentamente.


Ambos obedecieron y pudieron ver dos figuras recortadas en la penumbra, un hombre y una mujer.


– ¿Quién sois y cómo habéis entrado sin forzar la entrada?


– ¡Luces! – dijo Llorenç como toda respuesta.


La sala común del BK se iluminó y todos pudieron verse las caras. Los cuatro emitieron al unísono un respingo de asombro.


– ¿V'Alizia? – exclamó B'Elena.


– ¿B'Elena? – respondió la mujer en el mismo tono de incredulidad.


Llorenç reconoció, en efecto, a la que parecía la difunta hermana de su esposa. En cuanto al hombre... era una réplica exacta de él mismo.


– ¿Qué diablos está pasando aquí? – exclamó el otro Llorenç.




II



Las cuatro personas reunidas en la sala común del Belleza Klingon apenas si salían de su asombro.


– ¿Qué tal si bajáis esas armas y lo discutimos amigablemente? – dijo Llorenç.


– Primero dime quien sois y como habéis entrado en la nave sin forzar la entrada ni haber hecho saltar las alarmas.


– Resumiendo... Yo me llamo Llorenç Dax y ella es B'Elena. Y he podido abrir la puerta porque las líneas de mi mano son idénticas a las tuyas... Y creo que venimos de un universo paralelo.


– Esa es la historia más estúpida que he escuchado – dijo V'Alizia.


– Al contrario – respondió el otro Llorenç. – Es la única que tiene sentido.


El trill bajó su arma y obligó a su compañera a hacer lo mismo.


– Dax es nombre de simbionte.


– Así es. Me uní al simbionte Dax hace años. ¿Tú no?


– No. Sigo siendo Llorenç Selar. Sentémonos y hablemos.


Así lo hicieron, compararon historias y así Dax y B'Elena se enteraron de que allí no existía la Federación de Planetas sino que gran parte de la galaxia estaba dominada por el Imperio Terrano, un régimen fascista y racista que ahora se encontraba en guerra con la Alianza Rebelde, una coalición de diversas razas del cuadrante que luchaban para derrocar al nefasto Imperio.


Sus respectivas historias coincidían en su mayor parte, pero diferían en algunos puntos. Así, en esa realidad, Llorenç Selar y V'Alizia nunca se separaron y la que murió en Kentara V fue B'Elena. Ellos no tenían ningún hijo ni se habían establecido en ningún sitio.


Mientras los dos Llorenç continuaban comparando detalles de sus vidas, las dos klingon se retiraron a una de las habitaciones,


– Supongo que esta situación debe ser más chocante para ellas que para nosotros – dijo Dax.


– ¡Imagínate! – respondió Selar. – Nosotros, `por lo menos, somos la misma persona. Pero imagínate como debe ser encontrarte con tu hermana muerta. Y ahora dime, ¿cómo podemos ayudaros? No se nada de viajes transdimensionales.


– Lo suponía, pero no conocemos a nadie más por aquí.


– ¿Cómo supiste de mi existencia si ni tan solo sabías donde estabas?


– Cuando el tabernero me confundió contigo, imaginé qué había pasado y deduje tu existencia. En cuanto a como ayudarnos... según nos has explicado, los orbes bajoranos fueron confiscados por el Imperio para estudiarlos. Tal vez sepas donde los tienen. Belita y yo debemos exponernos otra vez a ese orbe en concreto, es la única forma que se me ocurre de volver a casa.


– Lo siento, no tengo ni idea. Pero... tal vez haya otra forma.


– ¿Cómo?


– No te entusiasmes, solo es algo que escuché hace algún tiempo. Tal vez solo sean rumores sin fundamento.


– Por pocas posibilidades que hayan, tenemos que intentarlo. ¿De qué se trata?


– Verás, V'Al y yo hemos contrabandeado en un par de ocasiones para la Alianza. En una de esas ocasiones oí ciertos rumores de que la Alianza posee tecnología transdimensional.


– ¿Puedes ponernos en contacto con ellos?


– Puedo intentarlo, pero no te prometo nada.


– ¡Bien! ¿A qué esperamos?


– Es muy tarde. Mañana me comunicaré con mi contacto y le expondré vuestro caso. Mientras, podéis ocupar uno de los camarotes de invitados.


– – – – – – – – – –


B'Elena y Llorenç se tumbaron en sus camastros. Pero no podían dormir.


– ¿Crees que Baltor y Grila estarán bien?


– Están bien, estoy seguro – dijo Llorenç.


– ¿Cómo puedes estar seguro?


– Mira, hemos sido transportados a un universo alterno, pero el nuestro sigue estando ahí, en alguna parte. La tecnología transdimensional que posee esa Alianza lo demuestra, ellos nos han visitado. Y sabes que Grila daría su vida por proteger a nuestro hijo.


– Tienes razón, pero eso no hace que esté menos preocupada.


– Si, me sucede lo mismo.


– ¿Y si no podemos volver?


– Volveremos nena, te lo juro. Aunque tengamos que arrasar a ese Imperio nosotros solos para obtener ese orbe.


B'Elena se levantó y se acurrucó en el camastro que ocupaba su esposo, se abrazaron apretados uno contra el otro, en silencio.


– ¿Lo haríamos verdad? Acabaríamos con todo el Imperio para volver con nuestro hijo.


Llorenç sonrió y la besó.


– Eso si que daría para una buena ópera klingon. ¿No crees?


Ella rio a pesar de la preocupación que la embargada.


– Y no tendríamos que exagerar nada – respondió.


– Nada nos separará de Baltor. ¿Me oyes? Absolutamente nada.


Ella abrazó más fuerte a su esposo y finalmente, se rindieron al sueño.


– – – – – – – – – – – – – – – – – – –


Al día siguiente, Llorenç Dax despertó abrazado aún a su esposa. Aspiró el olor almizclado que desprendía la piel de la mujer, era un aroma que siempre le había excitado. Por eso le gustaban tanto las mujeres klingon. Besó su cuello y su hombro repetidas veces hasta que ella se despertó.


– ¿Mmmmm...?


– Buenos días dormilona, hora de despertarse.


– Mmmmm... Un ratito maaas.


– De eso nada, monada – respondió empujándola fuera del estrecho camastro haciéndole caer al suelo.


– ¡Aaay! ¡Bruto!


¡Venga, arriba! Tenemos trabajo que hacer.


– – – – – – – – – – –


Después del desayuno, Selar les comunicó que ya había hablado con su contacto en la Alianza y que había mostrado interés en conocerles.


– ¿Cuando podremos vernos? – preguntó Dax.


– Esta noche, aquí en Bajor.


Durante ese día siguieron comparando sus vidas. Llorenç no se había unido a Dax porqué en su realidad no lo pillaron tras robar esa joya y, por lo tanto, nunca tuvo la oportunidad de unirse al simbionte.


Tampoco se habían escondido en Kronos ni V'Alizia se había vengado de la masacre de su familia, durante el marco de tiempo en que esto sucedía, Selar y V'Alizia habían repetido una tercera vez la fórmula de reunir a siete compañeros, en esa ocasión para derrocar a un dictador en una luna cercana a la frontera romulana.

Ambas parejas se emocionaron escuchando a sus contrapartidas contar esas aventuras.



III


– Es la hora – dijo Selar a Dax. – V'Al te acompañará al lugar de reunión. Te acompañaría yo mismo, pero no sería prudente que nos vieran a los dos juntos.


– Bien, veamos si esos rebeldes pueden ayudarnos.


Minutos más tarde, V'Al y Dax entraban en la taberna del astropuerto. Se sentaron en una de las mesas y esperaron. Media hora más tarde, cuando Dax ya empezaba a mosquearse por la espera, una figura encapuchada se sentó ante ellos. A pesar de la túnica a Dax no se le escaparon las formas femeninas que la prenda intentaba disimular.


– ¿Es usted Llorenç Dax?


– El mismo que viste y calza.


– ¿Cómo se que es quién dice ser? Esto podría ser un truco de la Sección 31.


– Seguro que tiene un modo de verificarlo.


La mujer rebuscó bajo su túnica y sacó un tricorder con el que apuntó a Dax.


– ¡Mmmmm! Veo que no miente. Está unido a un simbionte y viene usted de otro universo. Y, afortunadamente para usted y su compañera, su firma quantum coincide con la del universo que visitamos hace un tiempo.


– ¿Entonces pueden devolvernos a casa?


– Podemos. Pero tendrá un precio.


– ¿Qué precio?


La mujer permaneció unos segundos en silencio y finalmente retiró su capucha.


– ¡T'Brell!


El rostro de la vulcana apenas reflejó su asombro al ser reconocida.


– ¿Me conoce?


– Conocí a su contrapartida en mi universo. Ella sirve en una nave estelar. (1)


– El JTK. Yo también la conocí. (2)


– Bien. ¿Cuál es el precio?


– La tecnología interdimensional es complicada y algunos de sus componentes son difíciles de conseguir. Por eso no podemos entregarla gratuitamente.


– El precio – dijo Dax en tono impaciente.


– Deberán llevar a cabo una misión para la Alianza.


– ¿Qué tipo de misión?


– Aquí no. Usted y su compañera...


– Mi esposa – le cortó Dax.


– Usted y su esposa se reunirán conmigo en el hangar 22, mañana al mediodía.


Dicho esto, la vulcana volvió a ponerse la capucha y se alejó del lugar sin pronunciar una palabra más.


– – – – – – – – – – – –


A la mañana siguiente, Dax y B'Elena pasaron por las tiendas del astropuerto para comprar algo de ropa. Ya en el Belleza Klingon montaron sus petates, se ciñeron los disruptores que les regalaron Selar y V'Alizia y se despidieron de sus contrapartidas. Dax abrazó a V'Alizia.


– Me ha alegrado mucho volver a verte. Aunque no seas exactamente la V'Al que yo conocí.


– Tal vez, algún día podamos visitaros y así conocer a mi sobrino.


– Estaría bien, es difícil, pero nunca se sabe. Siempre seréis bien recibidos en nuestra casa.


Cargaron sus equipajes y se dirigieron al hangar 22.


– – – – – – – – – – – –


Cuando entraron al hangar 22 se encontraron a T'Brell esperando junto a una pequeña nave tipo lanzadera.


– Bienvenidos a la Beratis. Por favor, pónganse cómodos. No hace falta que deshagan sus equipajes, no vamos muy lejos.


– ¿Y a donde vamos exactamente? – preguntó B'Elena.


– A Antares. Allí se les informará sobre su misión.


Poco después, la Beratis despegaba llevando a bordo a un Dax y una B'Elena intrigados por el tipo de misión que les tendrían asignada.


– – – – – – – – – –


La visión de los astilleros orbitales de Antares era impresionante. Cuando salieron de warp, B'Elena y Dax pudieron ver tres naves en construcción y otras dos que según les explicó T'Brell, estaban haciendo tareas de mantenimiento. Disfrutaron del espectáculo durante la maniobra de atraque.

Una mujer les estaba esperando tras la puerta del puerto de atraque. Ambos reconocieron al momento los rasgos de la bajorana.


– ¡Pero si es Mina Lars, cuantos rostros conocidos en este universo! – dijo Dax.


– Bienvenidos a astilleros Antares – respondió ella. – Y el tratamiento es “capitán” Mina.


– No parece sorprendida de que la haya reconocido.


– T'Brell ya me informó que conocieron a nuestras contrapartidas en el JTK. Por favor, síganme.


Escoltados por las dos rebeldes entraron en un despacho. Mina Lars les señaló dos sillas.


– Siéntense. ¿Desean tomar algo? ¿Te, café...?


– No gracias – respondió Dax. – Vayamos al grano. ¿Qué tenemos que hacer?


– Su misión será viajar a Barsoom City, en Marte. Allí recogerán a uno de nuestros agentes infiltrados y le traerán aquí.


– Parece fácil. ¿Porqué nosotros? Podría hacerlo uno de los suyos.


– Marte está demasiado cerca de la Tierra. Los controles de entrada son más exhaustivos y numerosos. Uno de los nuestros podría ser reconocido. Ustedes, en cambio, no están registrados en ningún lado.


– ¿Cómo llegaremos ahí?


T'Brell les entregó un pad.


– Viajarán en un carguero andoriano, como transportistas. Su tapadera es la entrega de un cargamento de frutas y verduras andorianas. Les daremos la documentación del vehículo y de la carga, así como documentación personal.


Dax y B'Elena observaron las imágenes del carguero.


– ¡Menuda chatarra! – exclamó B'Elena.


– ¿Cómo se llama ese trasto? – preguntó Dax.

– Sirena Estelar.


– ¡Me gusta!


– ¡Y a mi! – añadió B'Elena.


– Y ahora...¿Podemos ver esa tecnología de transporte interdimensional?


– Por supuesto – respondió la vulcana. – Acompáñenme.


– – – – – – – – – – –


T'Brell les mostró el dispositivo y les explicó como funcionaba.


– Está bien – dijo el trill. – Pero necesitaremos una nave para ensamblarlo.


– Si llevan su misión a buen término, podrán quedarse con el Sirena Estelar.


Llorenç miró a su compañera y vio conformidad en su mirada.


– Está bien, es un trato. ¿Cuando partimos?




      1. Ver: El enemigo oculto.

      2. Ver: Trilogía del Espejo (JTK)




IV


A la mañana siguiente, T'Brell les acompañó hasta el hangar donde descansaba el Sirena Estelar.


– No tiene muy buen aspecto – dijo la vulcana. – Pero funciona de maravilla.


– Me encanta – dijo Dax.


– Esta equipada con un motor warp– 4. Tiene un generador de escudos equiparable al de una lanzadera estándar, un teletransportador de baja potencia, solo permite el transporte de dos personas a la vez y la hemos equipado con un pequeño cañón phaser, que si bien no les permitirá enfrentarse a una nave estelar, seguro que les sacará de algún aprieto. Aquí tienen los papeles de la nave, el manifiesto de carga y sus documentos de identidad.


Entraron en el carguero y pasaron un par de horas estudiando los mandos mientras T'Brell respondía a sus dudas.


– Bueno, no es el Belleza Klingon, pero tiene carácter – dijo Dax.


– Si, creo que se portará bien – respondió B'Elena.


No les costó demasiado hacerse con los mandos ya que ambos estaban habituados a pilotar distintos tipos de nave. Así, tras otra hora haciendo un último repaso, estuvieron listos para partir.


– – – – – – – – – – –


Cuando salieron del sistema Antares, Llorenç introdujo unas nuevas coordenadas en la computadora.


– ¿Qué haces, porqué cambias el rumbo? – preguntó B'Elena.


– Haremos una parada antes de ir a Marte.


– ¿Y a donde vamos?


– A Rados III.


– ¿Rados III? ¿Qué diablos quieres hacer en ese agujero?


– Buscar información. ¿No pretenderás que aterricemos en Marte solo con lo que nos han contado esos novatos de la Rebelión? Esperemos que el Llorenç de este universo tenga los mismos amigos que yo.


– – – – – – – – –


Rados III era un astropuerto de segunda. Lugar muy frecuentado por pilotos de cargueros legales y por contrabandistas que no tuvieran problemas con la justicia en ese momento. El Sirena Estelar no tuvo problemas para aterrizar en el planeta.


– Vamos a dar un paseo – dijo Llorenç cuando el carguero se posó en el hangar asignado.


Anduvieron hasta la zona comercial y entraron en una tienda de repuestos. El dependiente, un cardasiano de edad madura les echó un vistazo desde el mostrador mientras atendía a otro cliente.


– Echen un vistazo – dijo. – Siéntanse libres de deambular por mi local. Enseguida les atiendo.


Curiosearon un rato por la tienda hasta que el otro cliente se marchó y el cardasiano salió de detrás del mostrador para estrechar la mano de Dax.


– ¡Pero si es mi amigo Llorenç! No te veía desde ese asuntillo con el Sindicato en Trill.


– ¿Cómo te va, Tumar? (3)


– Y tu debes ser V'Alizia. He oído hablar mucho de ti. Encantado de conocerte en persona.


– Igualmente – dijo B'Elena callándose el asunto de su identidad.


– ¿Qué puedo hacer por vosotros?


– Tenemos que hacer una entrega en Marte. Necesito que me digas que ambiente se respira por allí. Hace mucho que no me acerco al sistema terrano.


– Bueno, eso no es precisamente información confidencial. Desde que empezó esa rebelión, para entrar en el sistema terrano tienes que pasar por un millón de controles, pero si tu carga es legal no creo que tengas problemas.


– Esta vez es legal, creo.


– El mismo Llorenç de siempre. No he visto llegar al Belleza Klingon. ¿Ya ha explotado esa chatarra?


– Sigue de una pieza, pero esta vez llevamos un carguero andoriano, el Sirena Estelar.


– ¿Esa cafetera que acaba de llegar? Nunca hubiera pensado que encontrases una chatarra peor que ese carguero klingon tuyo.


– Muy gracioso. Quiero pedirte otro favor. Aquí tienes nuestra documentación y la de la nave. ¿Crees que pasarán los filtros terranos?


– ¿Esta porquería? No engañarían ni a un niño.


– ¿Puedes conseguirnos algo que pase por bueno?


– ¿Para cuando lo necesitas?


– Para ayer.


– Claro, no podía ser de otra forma. Cuatro horas.


– ¿El precio habitual?


– Por supuesto.


– Bien, nos vemos en cuatro horas.


– ¡No, no hace falta que me lo digas! – dijo B'Elena cuando salieron de la tienda. – Tendré que vender mis joyas.


– Lo siento, necesitamos la pasta. Te compraré algo bonito cuando volvamos.


Pasado el tiempo estipulado, Dax fue a ver a Tumar.


– Aquí los tienes – dijo el cardasiano. – El manifiesto de carga es auténtico, así que eso te ahorras.


– Aquí tienes, esto es todo lo que he podido conseguir, me has pillado en un mal momento.


Tumar miró el interior de la bolsa que Dax le ofrecía.


– Está bien. Siempre has sido un buen cliente y en la última ocasión fuiste realmente generoso. Así que esta vez, voy a permitirme ser generoso también. Estamos en paz.


– Gracias amigo, te debo una.


Un par de horas más tardes, el Sirena Estelar abandonaba Rados III y ponía rumbo al sistema terrano.


Llorenç estaba sentado en silencio en uno se los sillones de la sala común del Sirena Estelar. Apoyaba su barbilla en el puño derecho y no paraba de murmurar.


– ¿Qué te preocupa? – inquirió su esposa.


– ¿Sabes? Tú no eres la única que tiene presentimientos oscuros que terminan dándote la razón. Yo también los tengo a veces. Y algo en mi interior me dice que esto no va a ser tan fácil como parece.


– ¿Algo en concreto?


– No, como dije, solo es un presentimiento, pero será mejor que nos preparemos para lo peor.


– De acuerdo. Voy a afilar mi bat'leth.



(3) Ver “El retorno de los 7 mercenarios”



V


El Sirena Estelar salió de warp al borde del sistema terrano.


– Velocidad de impulso – anunció B'Elena. – Llegada a la órbita marciana en diecinueve horas, si no encontramos inconvenientes.


– Puedes jugarte tus preciosas orejas a que sí, los encontraremos.


– Tú siempre tan optimista.


No tardaron mucho en confirmarse los temores de Dax.


– Nos llaman – dijo B'Elena. – Parece un control.


– Abre un canal.


– Abierto.


– Aquí el carguero Sirena Estelar en rumbo al planeta Marte.


– Aquí control de fronteras. ¿Cuál es el motivo de su viaje a Marte?


– Traemos un cargamento de frutas y verduras de Andor con destino Barsoom City.


– Envíennos el manifiesto de carga y lista de la tripulación para su comprobación.


Dax hizo lo que le pedían.


– Permanezcan en espera.


“Espero que esa documentación sea tan buena como Tumar afirma” se dijo Dax.


La espera no duró mucho.


– Atención Sirena Estelar. La documentación parece en regla. Pueden continuar viaje hasta la órbita de Júpiter, donde serán abordados para una inspección presencial.


– Gracias control – respondió Dax antes de cerrar el canal.


– Suerte que realmente llevamos esa carga – dijo B'Elena.


– – – – – – – – –


Siete horas más tarde alcanzaban la órbita de Júpiter. Pocos minutos después, se presentó una nave patrullera.


– Abre un canal – dijo Dax.


– Atención Sirena Estelar. Paren motores, bajen escudos y prepárense a ser abordados.


Dax obedeció prestamente las órdenes de la patrulla. Inmediatamente se materializaron cuatro hombres uniformados en la sala común.


– Documentación – dijo el que parecía el líder.


Dax le entregó los documentos.


– Usted es Llorenç Dax y ella es B'Elena.


– Correcto.


El hombre prosiguió con la inspección de los documentos de la nave y el manifiesto de carga, mientras los otros tres no dejaban de apuntarles con sus rifles phaser.


– ¿Tiene usted permiso para llevar ese cañón phaser?


– ¡Claro! Está entre mis documentos. No me gustan mucho las armas, pero ya hemos sido atacados por piratas dos veces.


– Está bien. Vamos a inspeccionar la carga.


Pasaron a la zona de carga donde los tres subalternos procedieron a escanear los contenedores uno a uno mientras su jefe no cesaba de interrogar a B'Elena y Dax de forma arrogante e irrespetuosa. Tres horas después, los cuatro individuos abandonaban el carguero dando permiso a sus tripulantes para continuar viaje.


– – – – – – – – – –


Cuando por fin llegaron al puerto orbital de Marte, con cinco horas de retraso sobre el horario previsto, sufrieron una nueva inspección aún más exhaustiva que la anterior. Finalmente, pudieron descender al astropuerto de Barsoom City para entregar su cargamento.


– ¡Menos mal que no teníamos que ir a la Tierra! No puedo imaginar que clase de controles habríamos sufrido – dijo Dax tras efectuar la entrega del cargamento.


– Ahora tenemos que reunirnos con ese infiltrado.


– Aun quedan seis horas para el encuentro, podemos aprovechar para hacer turismo.


– ¿Qué sugieres?


– Podríamos visitar la esfinge, supongo que en esta realidad también existe.


– No parece muy divertido.


– Bueno, al salir podríamos pasar por la Ameba Feliz.


– ¿La Ameba Feliz? ¿Qué es eso?


– Un bar– restaurante. Hacen las mejores hamburguesas de la galaxia.


– Eso ya suena mejor. ¿Con qué clase de carne las hacen?


– Con la que tú quieras. Incluso de targ.


– – – – – – – – – –


Visitaron la esfinge, que los dejó impresionados, disfrutaron de las hamburguesas, las cuales estaban tan buenas como Dax recordaba de su visita a la Ameba Feliz en su universo y se dispusieron a acudir a su cita.


– Tendremos que acercarnos al centro de la ciudad. Estate atenta a las señales, no sea que nos metamos sin querer en una de las zonas prohibidas a los no terranos.


– Tranquilo. ¡Vaya si son xenófobos estos terranos! Este universo es una mierda.


– Dentro de poco podremos volver al nuestro. O eso espero.


Cuando llegaron al centro, se metieron en una zona ajardinada y se sentaron en uno de los bancos. No tuvieron que esperar mucho, a los pocos minutos una vulcana se sentó a su lado.


– Dicen que los amaneceres en Marte son espectaculares – dijo.


– Si, pero no hay nada como una puesta de sol en la Tierra – dijo Dax como respuesta a la contraseña. – ¿Eres nuestro pasajero?


– No, no lo soy. Me llamo Sirra. Tenemos un problema.


– ¿Qué clase de problema?


– Vuestro pasajero, una mujer de tu raza llamada Ezri Tigan a sido descubierta esta mañana y la han arrestado.


– ¡Sabía que no iba a ser tan fácil! ¿Qué pensáis hacer?


– Hemos abortado la misión.


– ¡De eso nada! Tenemos que volver a Antares con esa Ezri. Es la única forma que tenemos de volver a casa.


– ¿Qué otra cosa podemos hacer?


– Rescataremos a Ezri Tigan y nos la llevaremos a Antares.


– ¿Y cómo piensas hacerlo?


– Ya se nos ocurrirá algo.



VI


Un reducido comando formado por cuatro personas; un tellarita, una vulcana y dos trills, recorría uno de los conductos de la red de mantenimiento que abarcaba todo el subsuelo de Barsoom City.


– Démonos prisa – dijo la vulcana. – Como nos pillen aquí sin el permiso correspondiente, será muy difícil dar una explicación convincente.


– Tranquila, no falta mucho. El panel está al volver la siguiente esquina.


Al llegar frente al panel mencionado los dos trill se pusieron manos a la obra y en pocos segundos desmontaron la cubierta que lo protegía. El tellarita metió la mano dentro de su zurrón y extrajo un pequeño artefacto.


– La explosión no será muy grande, solo lo suficiente para destrozar el panel, pero será mejor que estemos lejos cuando ocurra. Lo programaré para que estalle en un minuto.


– ¿Será suficiente? – preguntó la vulcana.


– Todo este sector quedará sin energía y el campo inhibidor de transporte caerá. Pero cuarenta segundos más tarde, se activará el sistema de emergencia. Dax tendrá que actuar rápido.


– Bien, enviaré la señal al grupo del exterior.


Segundos después, en el exterior, a tan solo quinientos metros de distancia de la comisaría donde estaba retenida Ezri Tigan, empezaba una manifestación en favor a un aumento de los derechos de los alienígenas.


– – – – – – – – – – – – –


Llorenç Dax estaba sentado en un banco público, observando la entrada de la comisaría.


Un surtido grupo de agentes salió corriendo de la misma pertrechados con equipo antidisturbios y se alejó del lugar. Segundos después, todas las luces de la calle se apagaron. Dax se puso en pie, empuñó el disrruptor que llevaba oculto y activó un comunicador.


– ¡Ahora! – Dijo antes de desaparecer en el resplandor de un teletransporte.


Se materializó en el interior de la comisaría, en la zona de celdas. No se veía a nadie. Como ya había supuesto, los pocos agentes que quedaron de guardia se encontraban en la planta superior, en previsión de una posible intrusión de los manifestantes. Recorrió la zona escaneando celda por celda hasta que encontró la que buscaba. Golpeó la puerta metálica con los nudillos.


– ¿Eres Ezri?


– Si. ¿Quién eres? ¿Qué está pasando?


– Luego te explico, prepárate para escapar. Acercate a la puerta.


Activó de nuevo el comunicador.


– B'Elena, la tengo frente a mi, transpórtanos.


Dax y Ezri se materializaron en el Sirena Estelar.


– ¡Lena, saca este cacharro de órbita! Y tú – añadió dirigiéndose a Ezri. – Siéntate donde quieras, las explicaciones tendrán que esperar.


Entró en la cabina y su compañera cambió de asiento para que él ocupara el lugar del piloto.


– Seis patrulleras en rumbo de intercepción – anunció la klingon. – ¿Programo un salto warp?


– ¿Dentro del sistema? Ni hablar. Este trasto no es el Belleza Klingon. No me fio.


– ¿Y qué hacemos?


– Nos esconderemos en el cinturón de asteroides. Por lo menos, nos dará tiempo a pensar en algo. No creí que reaccionaran tan rápido.


Dax maniobró esquivando los disparos de las patrulleras mientras su esposa respondía al fuego de los terranos. Minutos más tarde, entraban en el cinturón de asteroides. El trill consultó el mapa de la zona.


– ¡Ahí! – exclamó. – Es Vesta.


– ¿Qué pasa con él?


– Vesta tiene un núcleo muy denso de hierro y níquel. Si nos posamos en su superficie, no podrán detectarnos.


– ¿Posarnos en un asteroide? ¿Te has vuelto majara?


– Ni siquiera imaginarán que intentemos algo así – respondió Dax con una sonrisa. – Se van a volver locos buscándonos.


– – – – – – –


Dax necesitó de toda su habilidad y experiencia como piloto, pero consiguió posar al Sirena Estelar sobre Vesta.


– Parece que los hemos despistado – dijo B'Elena mientras observaba la pantalla que reflejaba lo que detectaban los sensores de la nave.


– Te lo dije.


– Algún día cometerás un error y lamentaré estar allí para verlo.


Ezri, que había entrado en la cabina cuando se posaron en el asteroide, señaló a la pantalla donde se podían ver las patrulleras dando vueltas buscándoles.


– ¿Qué están haciendo?


– ¡No puedo creerlo! – exclamó B'Elena. – ¡Se están marchando!


– ¿Qué diablos...? Se han rendido muy pronto – dijo Dax.


– Tiene que ser una trampa.


– Tal vez. Pero realmente se han largado. Acaban de desaparecer de la pantalla.


– ¿Pero porqué? No logro entenderlo.


– Porque alguien se lo ha ordenado – intervino Ezri.


– ¿Ordenado? ¿Quién? ¿Porqué? – inquirió el trill volviéndose hacia su compatriota. – ¿Qué sabes de todo esto?


– Tengo una ligera sospecha. B'Elena, pon los sensores al máximo.


La klingon hizo lo que Ezri le pedía y no tardó en encontrar algo inusual.


– ¿Qué es esa cosa?


– Es el Imperator 2.


– ¿Y eso qué es?


– Es la nave personal del emperador.


– ¿Esa cosa es una nave? ¡Es enorme!


– La rebelión consiguió destruir la original, y al anterior emperador con ella. Sabíamos que estaban construyendo una nueva, pero no sabíamos donde.


– Pues acabamos de averiguarlo. Lo que supone un problema para nosotros. No podemos salir de aquí sin que ese monstruo nos detecte. Parece que Vesta se convertirá en nuestro hogar durante un tiempo.


– Imposible. Tenemos que llegar a Antares lo antes posible.


– ¿Porqué tanta prisa?


– Porque mi misión en Marte era robar los planos de esa cosa. Debo entregarlos a la rebelión lo antes posible.


– ¿Tienes los planos? ¿Cómo es que no te los confiscaron?


– Guardé los archivos en nanobots. Llevo los planos ocultos en mi torrente sanguíneo.


Capítulo VII


Durante las siguientes horas Dax se quedó en la cabina escaneando la zona pero, con los anticuados sensores del Sirena Estelar, la tarea resultaba frustante. Mientras, B'Elena informó a Ezri sobre quiénes eran su compañero y ella y como acabaron aceptando esa misión.


– Así que venís de un universo alternativo. ¡Alucinante!


– Si, así nos sentimos nosotros cuando nos dimos cuenta de donde estábamos.


Ezri señaló a Dax con un movimiento de cabeza.


– ¿Crees que encontrará una forma de escapar de aquí?


– Los planes de escape de Llorenç suelen ser de lo más alocados y peligrosos, pero siempre nos han sacado de situaciones muy feas.


– – – – – – – – – – – – – – – – – – – –

– ¿Y bien, capitán Shelby? ¿Se sabe algo de ese carguero?


Elizabeth Shelby se puso rígida. Odiaba contrariar al almirante Hanson, él había sido su mentor.


– Ha desaparecido de nuestros sensores, almirante. Pero no puede estar lejos, si hubiese saltado a warp lo habríamos detectado.


– ¿Y cómo cree que ha eludido los sensores?


– Solo se me ocurre una forma de hacerlo. Debe haberse posado en uno de los asteroides, su composición puede despistar a nuestros sensores.


– Entonces pónganse a registrar esos asteroides uno por uno.


– Sería como buscar una aguja en un pajar, señor. Pero no pueden permanecer así mucho tiempo. En cuanto intenten despegar los localizaremos de inmediato.


– Bien. Manténgame informado.


– Si, señor.


– – – – – – – – – – – – –


– Ezri. ¿Cuanto sabes sobre la construcción de naves estelares?


La súbita aparición de Dax en la sala común sobresaltó a las dos mujeres que estaban conversando.


– Bueno, – respondió la joven trill – he pasado mucho tiempo en los astilleros Antares, algo he aprendido. Pero no soy una experta.


– Si la nave está en construcción, es posible que no tengan instalados los motores. ¿Cierto?


– En cierto modo. Se que el motor de curvatura es lo último que se instala en una nave nueva, pero es posible que ya disponga de los motores de impulso.


– Pero si la nave está en construcción, no pueden poner en marcha esos motores sin arriesgarse a dañar la estructura.


– A no ser, que la construcción esté muy avanzada.


– Esperemos que no sea así. Tendremos que jugárnoslo todo a esa suposición.


– ¿Cuál es tu plan? – preguntó B'Elena adivinando que su esposo ya había planeado alguna de sus locuras.


– – – – – – – – – – – – – – – – –


– ¡Capitán, tengo algo!


– Elizabeth Shelby se acercó con paso calmo a la consola del joven suboficial. Ahora que el almirante Hanson había regresado a la Tierra, ella volvía a ser la máxima autoridad en la nave, por lo que se encontraba más relajada.


– Veamos que es lo que tiene, subteniente.


– Aquí – dijo el joven señalando unos puntos luminosos en su pantalla. – Parece que ese carguero ha lanzado dos cápsulas de escape.


– Deben de estar desesperados si esperan a escapar así. Envíen cuatro cazas para capturarles. Los quiero vivos, tienen que decir lo que saben y si lo han comunicado a alguien más.


– – – – – – – – – – – –


Los tres ocupantes de la cabina del Sirena Estelar observaron como los cuatro cazas se acercaban a las cápsulas de escape.


– ¡Ahora es el momento! – dijo Dax mientras despegaba y lanzaba al carguero hacia el exterior del cinturón de asteroides.


– Nos descubrirán enseguida – dijo Ezri.


– Lo se, pero la sorpresa nos dará cierta ventaja. Cuando salgamos del cinturón entraremos en warp de inmediato.


– Pensaba que no querías entrar en warp dentro del sistema con este cacharro – dijo B'Elena.


– Situaciones desesperadas requieren soluciones desesperadas.


Apenas había transcurrido un minuto del despegue cuando los cazas dieron la vuelta y se lanzaron en persecución del carguero.


– Setenta segundos para salir del cinturón – anunció B'Elena mientras recibían el primer disparo de los cazas.


– Ejecutaré algunas maniobras de evasión, eso nos dará algo de tiempo – respondió Dax.


– ...¡Cincuenta segundos!


– ¡Escudos al noventa por ciento! – añadió Ezri.


Mientras Dax ejecutaba varios giros para dificultar la puntería de sus perseguidores el viejo carguero recibió dos disparos más.


– ¡Treinta segundos!


– ¡Escudos al setenta y cinco por ciento!


– Hago lo que puedo, chicas!


Los cazas terranos lograron dos impactos más antes de que el Sirena Estelar alcanzara el borde del cinturón de asteroides.


– ¡Estamos fuera!


– ¡Escudos al cuarenta por ciento!


– ¡Nos largamos, chicas! ¡Warp 4! Directos a Antares.


Los tres observaron como los puntos de luz de las estrellas se transformaban en lineas cinéticas y el carguero desapareció en un estallido warp.


– – – – – – – – – – – –


– Os dije que mi plan funcionaría – dijo Dax.


Se encontraban los tres cenando en la sala común, unas dos horas después de haber escapado de los cazas imperiales.


– Pues yo creo recordar que no estabas muy seguro de su éxito – respondió Ezri.


– ¿De veras? ¿Qué te ha llevado a hacer una suposición tan errónea? – inquirió el trill con una sonrisa.


La respuesta de Ezri fue interrumpida por la estridente alarma de la computadora del carguero. Los tres saltaron de sus asientos y se dirigieron a la cabina.


– Computadora, ¿cuál es el motivo de la alarma?


– Los quemadores de dilitio están a punto de fallar – respondió la computadora. – Si eso sucede, la mezcla materia– antimateria se descompensará y el motor warp estallará.


– Esos cazas han causado más daños de lo que suponíamos – dijo B'Elena.


– ¿Cuanto tiempo nos queda? – preguntó Dax.


– Tres minutos doce segundos fue la respuesta de la computadora.


– ¿Curso lógico de acción?


– Apagar el motor warp y sustituir los quemadores.


– Apaga el motor warp.


– Apagado.


El Sirena Estelar salió de warp con una ligera sacudida.


– Computadora, ¿donde estamos?


– Sector Xamla. Prácticamente deshabitado.


– ¿Algún asentamiento cercano?


La pantalla se iluminó mostrando una carta estelar.


– Paka'a. Planeta gaseoso. Inhabitable, pero hay una pequeña colonia minera en su atmósfera. Se dedica a la recogida y procesamiento de gases diversos.


Dax estudió el resto de datos que aparecían en pantalla.


– Parecen una colonia independiente. No están sujetos a ningún gobierno.


– Lo que significa... – dijo B'Elena.


– ...que será refugio de piratas y contrabandistas – concluyó Dax. Y dibujando una enorme sonrisa en su rostro añadió: – Estaremos como en casa.


– Muy gracioso – respondió la klingon. – Esperemos que tengan los repuestos que necesitamos.




VIII


Paka'a emitía un hermoso fulgor anaranjado producto de las intensas tormentas eléctricas que se producían en su turbulenta atmósfera. Se encontraban a 50.000 km. del planeta cuando recibieron una llamada procedente del mismo.


– Carguero andoriano, identifíquese.


– Aquí el capitán Llorenç Dax de la nave Sirena Estelar.


– ¿Cuál es el propósito de su visita?


– Necesitamos hacer reparaciones.


– Un momento.


Los tres tripulantes del Sirena Estelar intercambiaron nerviosas miradas mientras esperaban respuesta de la plataforma minera. Esta llegó dos minutos después.


– Bienvenidos a Ciudad Nube, Sirena Estelar. Acérquense a 200 km. y dejen que nuestro rayo tractor efectúe la maniobra de atraque.


– Muchas gracias, Ciudad Nube.


La instalación minera de Ciudad Nube consistía en un disco de unos 15 km. de diámetro en órbita alrededor de Paka'a y de cuya parte inferior sobresalían una infinidad de tubos que se perdían dentro de atmósfera del planeta. La parte superior estaba cubierta por una cúpula de aluminio transparente bajo la cual podían verse una gran cantidad de edificios claramente separados en dos secciones. Por un lado podían verse las plantas de procesado y por el otro una pequeña ciudad. Fue hacia esta última a donde les dirigió el rayo tractor.


Cuando la nave se posó y descendieron, un gorn vestido con un mono de trabajo les estaba esperando.


– Bienvenidos a Ciudad Nube. Esperamos que encuentren aquí lo que necesiten para sus reparaciones. Aquí tienen un plano de la ciudad. Por favor, no se acerquen a la zona de procesado.


– No lo haremos. Muchas gracias por permitirnos entrar.


El gorn les dedicó una leve inclinación de cabeza y se retiró dejándoles solos en el hangar.


– Bien – dijo Dax. – Movámonos. A ver si tenemos suerte y encontramos esos quemadores de repuesto. Ezri, tú quédate en la nave, no conviene que te dejes ver mucho. Eres una chica muy buscada.


– De acuerdo, aquí estaré.


– Vamos a hacer un poco de turismo, B'Elena.


– – – – – – – – – – – –


Diez horas después, regresaban a la nave agotados. Siguiendo el plano que les había proporcionado el gorn, habían visitado todas las tiendas de repuestos de la ciudad con resultado negativo. Ciudad Nube recibía pocas visitas y en ningún local tenían repuestos para un modelo tan antiguo como el Sirena Estelar.


– ¿Y ahora que haremos? – preguntó Ezri.


– No lo se – respondió Llorenç. – No podemos contactar con tus amigos de la Alianza porque podrían interceptar la llamada.


– Entonces... ¿Estamos varados en este lugar?


– Ya se nos ocurrirá algo. Ahora cenemos, después de tanto andar tengo un hambre atroz. Después nos iremos a dormir, los tres necesitamos un descanso.

– – – – – – – –

Al día siguiente, durante el desayuno, conversaron sobre su situación. Llorenç no había pegado ojo en toda la noche pensando en como salir de ese lío y eso se reflejada en su rostro de aspecto cansado y ojos enrojecidos.


– No se me ocurre nada – dijo.


– ¿Y que hay de V'Alizia y tu contrapartida? Tal vez puedan echarnos una mano – dijo B'Elena.


– Ya había pensado en ellos. Pero a saber por donde andarán ahora y lo que tardarían en traernos esos repuestos si lográramos contactar con ellos.


– Pues no podemos quedarnos aquí mucho tiempo.


– Lo se, maldita sea, pero que...


– Capitán, tiene una llamada – interrumpió la computadora.


– ¿De donde procede?


– Del interior de estas instalaciones.


– Abre el comunicador.


En la pantalla apareció el rostro sonriente de un ferengi.


– El capitán Dax, supongo.


– El mismo que viste y calza. ¿Quién es usted?


– Me llamo Quark. Soy el dueño y administrador de estas instalaciones.


– ¿En que puedo ayudarlo, Quark?


– En realidad, es al contrario. Me he enterado de su problema y creo que puedo ayudarles.


– ¿Tiene usted esos repuestos?


– Los tengo, y puedo hacer que mis técnicos los instalen en su nave rápidamente.


– ¿Y cuanto me costara ese servicio?


– ¿Qué le parece si viene a visitarme esta tarde y lo discutimos frente a una buena comida? Puede traer a sus compañeras de viaje, si lo desean.


– Aceptamos su invitación, Sr. Quark.


– Bien. Enviaré un transporte para que los recoja a las... ¿1500, hora local les va bien?


– Estaremos esperando.


– Perfecto, hasta entonces.


Quark cortó la comunicación en este punto.


– ¡Vaya! Eso si que ha sido inesperado.


– No se – dijo B'Elena. – Eso de hacer tratos con un ferengi...


– Lo se, lo se. Pero es la única salida que tenemos. Veamos que nos propone ese Quark antes de tomar ninguna decisión.


– – – – – – – – – –


A la hora prevista vino a recogerles un vehículo que les condujo hasta un enorme edificio de oficinas en el centro de la ciudad. El portero salió a recibirles.


– Buenas tardes. El señor Quark está esperándoles. Sírvanse tomar ese ascensor hasta la última planta.


El ascensor les dejó en el vestíbulo de un lujoso apartamento. Quark estaba esperándoles.


– Bienvenidos, amigos. ¿Quieren tomar un aperitivo antes de comer? ¿Whisky trill? ¿Vino de sangre? Tengo un vermut klingon buenísimo.


– No gracias – dijo Dax.


– Entonces pasemos al comedor.


– Sobre una mesa enorme estaban esperándoles un extenso surtido de manjares trill y klingon.


– Por favor, sírvanse a su gusto. Estoy seguro de que les encantará. Tengo en nómina al mejor cocinero del sector.


En efecto, todo estaba buenísimo y todos disfrutaron de la comida.


– Bien, Sr Quark. ¿Cuál es su propuesta? – preguntó Dax cuando estaban tomando un café.


– Verán, ambos tenemos un problema. Ustedes necesitan esas piezas y yo necesito un carguero. Podemos ayudarnos mutuamente.


– Creo que empiezo a entender.


– Ahá. Yo hago que mis técnicos instalen esos quemadores en su nave y ustedes hacen una entrega para mi en Ferenginar. Llevan ese cargamento a mi planeta, cobran la entrega y vuelven con el latinio. Entonces estaremos a la par.


– Parece un buen trato, pero...¿Porqué nosotros? Sin duda tendrá varios transportistas en nómina.


– Digamos que la mercancía es... algo delicada, por decirlo suavemente.


– O sea... contrabando.


Quark sonrió.


– ¿Hay trato?


– ¿Cómo sabe que no nos escaquearemos con el latinio?


– Me gusta Sr. Dax. Piensa como un ferengi... Para evitar esa tentación, una de sus amigas se quedará aquí como rehén.


– Ya veo... Comprenderá que no puedo responderle ahora. Antes tengo que consultarlo con mis compañeras.


– Naturalmente. Pero necesito una respuesta antes de veintidós horas.


– Entendido. Ahora debemos volver a nuestra nave.


– Claro, claro, vayan ustedes. Espero que cerremos este trato.


– Le daré la respuesta en breve.


– Bien. Mi coche les espera en la salida para devolverles al astropuerto. Esperaré su llamada con ansiedad.


– – – – – – – –


De vuelta a la nave discutieron el asunto.


– No me gusta – dijo Ezri.


– A mi tampoco – respondió Dax. – Pero es la única salida que tenemos.


– De todas formas, no me gusta la idea de dejar aquí a Ezri como rehén. Podrían descubrir quien es e ir con el cuento al imperio – dijo B'Elena.


– Tienes razón – dijo Dax. – Es peligroso. Por eso serás tú quien se quede.


– ¿Cooomooo?


– Tú sabrás manejarte mejor con ese ferengi y Ezri estará más segura en el Sirena.


– Está bien. Pero, maldita la gracia que me hace.


– Lo se – respondió él abrazándola. – Pero cuanto antes acabemos con esto, antes podremos volver a casa y abrazar a nuestro hijo.


Ella sonrió y besó a su marido.


– Anda, llama a Quark y dile que aceptamos.



IX


Seis horas más tarde el Sirena Estelar partía de Ciudad Nube. B'Elena observó como el viejo carguero desaparecía entre las estrellas desde un ventanal en el apartamento de Quark. El ferengi estaba a su lado.


– No se preocupe, B'Elena. El viaje de ida y vuelta solo dura cuatro días. Pronto podrá reunirse con su marido y ambos podrán volver a casa. Mientras, siéntase como en su casa. Mi mayordomo le mostrará su habitación.


– Espero que no haya llevado a Llorenç a una trampa, Quark. Si le sucede algo malo a él o a nuestra amiga, no vivirá lo suficiente para lamentarlo.


– ¡Vamos, vamos! No sea usted tan desconfiada. Le aseguro que me interesa, tanto o más que a usted, que este negocio acabe bien.


– Por su bien y por el mio, espero que así sea.


– – – – – – – – –


Dax y Ezri ya habían insertado las coordenadas de destino en la computadora. Ahora esta se encargaba de todo y poco más les quedaba por hacer que esperar la llegada a su destino.


– ¿Cómo es que no estás unida?


– No es algo que me atraiga especialmente. ¿Porqué lo preguntas?


– Conocimos a tu contrapartida en nuestro universo. Sirve en una nave estelar, como consejera.


– ¿Consejera?


– Una especie de psicólogo. Ella está unida a un simbionte llamado Dax.


– ¡Como tú. Que coincidencia!


– Si. Algunos pensaron que éramos parientes.


– Una confusión muy común entre los no trill. Cuéntame más de esa Ezri Dax.


– – – – – – – – – –


Veintiséis horas más tarde, la alarma de proximidad despertaba a Dax. Este se revolvió en la cama.


– Informa.


– Saldremos de warp en diez minutos – respondió la voz impersonal de la computadora.


Se vistió rápidamente y se dirigió a la cabina de mando. Un par de minutos después, Ezri se reunía con él.

Cuando estaban a punto de llegar a la órbita de Ferenginar, un canal se abrió desde el planeta.

– Carguero andoriano, identifíquense e indiquen su destino.


– Soy el capitán Llorenç Dax, del carguero Sirena Estelar. Nuestro destino es la ciudad de Bowog Bog. Tenemos un cargamento para Industrias Brunt.


– Esperen. Vamos a hacer las comprobaciones pertinentes.


Poco después les autorizaban a aterrizar.


– – – – – – – – –


Brunt ya estaba esperándoles en el hangar.


– Bienvenido a Ferenginar, capitán Dax. Espero que usted y su amiga hayan tenido un buen viaje.


– Un viaje plácido. Gracias.


– Bien, bien – dijo el ferengi frotándose las manos. – ¿Puedo ver el cargamento?


– ¿Puedo antes ver su latinio?


Brunt hizo un gesto de disgusto.


– ¿Es que no se fía de mi?


– En absoluto.


Brunt rió con ganas y le entregó un monedero electrónico.


Dax frunció el entrecejo.


– Aquí solo hay la mitad de lo convenido.


– He decidido cambiar el trato. Creo que esa cantidad es más que suficiente.


– ¿Debo recordarle la regla de adquisición nº 17?


– Un contrato es un contrato... pero sólo entre ferengi. Usted no es ferengi así que...


– Su contrato es con Quark – le cortó Dax. – Yo solo soy un transportista.


– Si, bueno, él no está aquí. ¿No es así?


– Me pregunto que opinará la ACF de todo esto.


– ¿La ACF? Bueno... no tienen porque inmiscuirse en esto. ¿Verdad?


Dax le devolvió el monedero al ferengi y este tecleó una nueva cifra.


– Esto está mejor – dijo Dax. – Puede examinar la carga.


Brunt entró en el departamento de carga y examinó los contenedores con un escáner.


– Bien. Está correcto.


Dax le tendió el monedero a Brunt y este estampó su huella dactilar en el mismo, dando así su aprobación a la transacción. Media hora más tarde el compartimento estaba vacío y el ferengi abandonaba el lugar con su cargamento.


– ¿Qué crees que había en esos contenedores? – preguntó Ezri.


– Leche moloko.


– ¿Cómo lo sabes y qué es la leche moloko?


– Escaneé los contenedores. La leche moloko es leche de fargan alterada con productos químicos. Se trata de un potente alucinógeno.


– ¿Hemos transportado drogas?


– Desde el punto de vista ferengi, las drogas son un negocio muy rentable.


– ¡Son despreciables! Vámonos de aquí, por favor.


– Tranquila, no se me ha perdido nada en este planetucho.


Subieron al carguero y partieron de inmediato. Dos días más tarde estaban de regreso en Ciudad Nube.


Cuando entraron en el despacho de Quark este y B'Elena estaban esperándoles. El ferengi lucía un ojo morado. Dax sonrió al observar este detalle. Sin duda Quark intentó sobrepasarse con su esposa. Seguro que el dueño de Ciudad Nube tendría mucho cuidado en futuras interacciones con hembras klingon.


– Ha sido un placer haber hecho negocios con usted, señor Dax. Espero que podamos repetir esta experiencia.


– Lo dudo, Quark. Después de dejar a Ezri con los suyos, mi esposa y yo nos iremos realmente muy lejos.


– Es una lástima. Que tengan un buen viaje.


– Gracias. Por cierto, debería tener cuidado con ese Brunt. Ha intentado timarnos.


Quark sonrío ante ese comentario.


– Lo extraño sería que no lo hubiese intentado. Por suerte para ambos, señor Dax, usted no se ha dejado engañar.


– Maldita filosofía ferengi.


– – – – – – – – – –


Pocos días después, regresaban a Antares.


– ¡Por fin! – exclamó Ezri.


– ¿Contenta de regresar a casa?


– Es más que eso, Llorenç. Estoy ansiosa por entregar esos planos a la Alianza.


– También nosotros estamos ansiosos por tener ese artefacto que nos permitirá volver a casa – dijo B'Elena.


Les estaban esperando con los brazos abiertos. Mina Lars y T'Brell abrazaron a Ezri efusivamente.


– Bienvenidos – Dijo Lars. – Hemos preparado un camarote para ustedes. Para que puedan descansar antes de partir.


– Si no le importa, preferimos irnos cuanto antes.


– No tenga tanta prisa, capitán Dax. Preparar ese artefacto requiere su tiempo. Les avisaremos cuando esté listo. Mientras tanto, les sugiero que se retiren a su camarote y descansen.


– ¡Maldita sea! ¿Es que nunca se acabarán las complicaciones?




X


A la mañana siguiente deambularon por la base en busca de T'Brell, Mina Lars o Ezri, pero no encontraron ni rastro de ninguna de ellas. Preguntaron a varias personas pero nadie pudo informarles sobre su paradero.


– ¡Maldita sea! Ya se me están empezando a hinchar las narices – exclamó Dax.


– Vuelvo a tener un mal presentimiento – respondió su esposa.


– Yo también, querida. Yo también.


Pero pocos minutos después escucharon un anuncio por megafonía en el que se les convocaba a una reunión.

La sala de reuniones tenía espacio para unas treinta personas, pero cuando entraron en ella solo estaba ocupada por Mina Lars y T'Brell.


– Espero que ya tengan a punto ese artefacto – dijo Dax.


– Siéntense – dijo Mina.


Dax y B'Elena se sentaron frente a las dos líderes de la alianza.


– ¿Qué sucede, más complicaciones?


– Su artefacto, como usted lo llama, está a punto, capitán Dax. Pero antes de entregárselo necesitamos que haga algo más por nosotros.


– Eso es intolerable – dijo Dax poniéndose en pie y golpeando la mesa de reuniones con ambos puños. – Teníamos un trato. ¿De qué se trata esta vez? ¿Otro rescate imposible? Nos negamos. Exijo que me entreguen ese aparato. ¡Ahora!


– Siéntese, capitán – dijo Mina con voz calma. – No está usted en situación de exigir nada.


Dax hizo lo que la bajorana le pedía.


– ¿Qué quieren ahora de nosotros?


– Ya hemos estudiado los planos que nos trajo Ezri y hemos encontrado un par de puntos débiles en el Imperator. Hemos planeado un ataque, pero estamos escasos de pilotos hábiles. Queremos que forme usted parte de ese ataque.


– ¿Están locas? Esta no es nuestra guerra. Ni tan solo es nuestro maldito universo. Me niego en redondo.


– Si quieren ustedes ese tubo transdimensional, capitán, tendrán que ayudarnos una vez más.


– – – – – – – – –


Horas más tarde B'Elena contemplaba a su esposo dando vueltas como un tigre enjaulado por la habitación. Nunca había visto a Llorenç tan enfadado, así que esperó pacientemente a que reaccionara de un modo u otro.


– ¡Se acabó! – dijo finalmente. – Ya no aguanto más. Esta noche nos largamos de este infecto lugar.


– ¿Y a donde iremos?


– A hablar con los auténticos responsables de este despropósito.


Dax se sentó, apoyó los codos sobre la mesa y sostuvo su mentón sobre sus puños cerrados. B'Elena sabía que cuando el trill adoptaba esa postura era inútil intentar sonsacarle nada, así que esperó pacientemente a que Dax, cuando lo creyera conveniente, le explicara el significado de esas enigmáticas palabras.


– – – – – – – – – – –


Durante el turno de noche, la actividad en la estación se reducía al mínimo. Por esa razón, Dax y B'Elena pudieron llegar al puerto de atraque sin ser descubiertos. Accedieron al muelle donde estaba atracado el Sirena y entraron en la zona estanca. Dax abrió un panel y manipuló varios cables.


– ¿Qué estás haciendo?


– Manipular el perno de enganche para poder soltarlo desde el interior del Sirena.


– ¿Y a donde iremos?


– Al sistema Bajor.


– ¿A Bajor, para qué?


– Ya lo verás.


B'Elena no insistió, sabía que sería inútil hacerlo. Su esposo le contaría sus planes cuando él lo considerara oportuno.


Accedieron al Sirena y dos minutos más tarde se separaban del puerto.


– Capitán Dax. ¿Qué se cree que está haciendo?


– La voz de Mina Lars sonaba irritada a través de los altavoces de la nave.


– Cierra el canal – ordenó Dax a B'Elena.


– Esto es inútil. Sabes que cuando nos alejemos nos retendrán con su rayo tractor.


– Lo intentarán. Pero lo he saboteado al manipular ese panel. No podrán retenernos.


Efectivamente, poco después se alejaban de la estación y entraban en warp.


– – – – – – – – –


No tardaron mucho en llegar. El Sirena Estelar salió de warp en el borde del sistema.


– Bueno, ya hemos llegado. ¿Vas a decirme ahora que vamos a hacer en Bajor?


– No vamos al planeta. Vamos al pasadizo.


– ¿Al agujero de gusano? ¿Qué te hace suponer que existe en esta realidad.


– ¿Porqué no? Todo lo que conocemos existe aquí. Planetas, ciudades, personas...


– ¡Claro! Por eso dijiste lo de hablar con los auténticos responsables. Quieres hablar con esos profetas.


– Eso es lo que tendríamos que haber hecho desde un principio.


– Pero en esta realidad el pasadizo no ha sido descubierto. ¿Cómo sabes que está ahí?


– Tiene que estar. En las mismas coordenadas que en nuestro universo. ¡Aha! Ahí está.


El resplandor azulado que delataba la entrada del pasadizo iluminó el espacio frente a ellos. Dax condujo al Sirena Estelar a su interior.

Ambos contemplaron asombrados el bello juego de luces del interior del agujero de gusano. Avanzaron unos segundos y Dax detuvo el carguero.


– ¡Eh, vosotros, estamos aquí. Tenemos que hablar.


Una intensa luz blanca les rodeó y Dax se encontró solo, en pie y rodeado por unas extrañas criaturas que adoptaban el aspecto de personas que conocía.


– Es un ser conflictivo – dijo uno con el aspecto de Mina Lars.


– Beligerante – dijo otro con el aspecto de Quark.


– ¿Beligerante? – respondió. – Lo que estoy es furioso. ¿Con qué derecho nos habéis traído aquí?


– Eres el Dax – dijo uno.


– Eres el Dax – repitió otro.


– Ya se quién soy. Esto ha durado demasiado. Exijo que nos devolváis a casa. Nuestro hijo nos necesita y nosotros a él.


– – – – – – – –


B'Elena se había quedado sola en la cabina. A través del visor solo podía ver el fulgor lechoso que los había envuelto al detener el carguero. ¿Qué le habría pasado a Llorenç? Estuvo así varios minutos hasta que, de repente, se encontró de pie al lado de su esposo. Estaban en el templo bajorano, frente al relicario que encerraba el orbe que los había desplazado al otro universo.


– Hemos vuelto – dijo Llorenç.



Epílogo


Se encaminaron a la salida. En el salón de ceremonias encontraron a la vedek Sirel quien, al verles, dejo caer el arreglo floral que sostenía entre sus manos.


– ¡Por los profetas! ¿Dónde han estado ustedes? Todo el pueblo les ha estado buscando desde hace días. Hasta el gobierno ha enviado algunos soldados para unirse a la búsqueda.


– Vedek, no quiero parecer maleducado, pero ahora mismo lo único que nos interesa es volver a casa y abrazar a nuestro hijo.


– Claro. Avisaré a los demás de que ya han aparecido.


– – – – – – – –


Grila les vio acercarse por el camino y salió a recibirles a la carrera.


– ¿Donde os habíais metido? Preguntó abrazándoles. – Baltor no ha dejado de llorar estos días, os echa mucho de menos.


– ¿Está bien? – preguntó B'Elena.


– Está bien. Triste, pero bien de salud.


B'Elena echó a correr hacia la casa seguida de Llorenç. Grila les siguió más calmada y cuando entró en la casa vio a B'Elena con su hijo en brazos que reía satisfecho bajo las caricias de sus padres.


– ¿Se puede saber donde habéis estado?


– En el otro lado del espejo – respondió Dax.


– – – – – – – – –


Dos días más tarde recibían la visita de la vedek Sirel acompañada por el alcalde. Ambos estaban muy interesados en saber donde habían estado.


B'Elena y Dax les contaron sus aventuras.


– ¿Entonces, fueron los Profetas quienes les llevaron a ese universo alterno? ¿Porqué?


– Se supone que para arreglar algo incorrecto. Pero maldita sea si tengo idea de haberlo conseguido.


– Hay algo más – dijo Sirel. – Algo que me tiene intrigada.


– Usted dirá.


– Dice que cuando entró en el pasadizo, este aún no había sido descubierto en ese universo.


– Así es. ¿Qué hay de intrigante en eso?


– Usted abrió las puertas del Templo Celestial.


– No comprendo.


– Eso le convierte a usted en el Emisario. En esa realidad quiero decir.


– ¿El Emi...? – Llorenç soltó un bufido. – ¡Pues dígale a sus Profetas que se busquen a otro! No pienso volver a ese universo nunca más.



FIN










No hay comentarios:

Publicar un comentario