Capítulo 5 (DAX)
Dax
y Thargor estaban dando un paseo por el vestíbulo de la estación
espacial, conversando sobre la misión mientras esperaban el momento
del embarque.
-Quiero
que hackées los ordenadores de la delegación vulcana, y si es
posible, también los de los romulanos cuando nos encontremos con
ellos. Eso retrasará las negociaciones y me dará tiempo a estudiar
la situación y elaborar un plan.
-Ningún
problema con los ordenadores vulcanos, pero los romulanos será
difícil, no tengo acceso a su red.
Ambos
interrumpieron su conversación para escuchar por sus comunicadores
un aviso sobre su vuelo. La nave que había sido escogida para llevar
a la delegación vulcana a la zona neutral, el Potemkim, había sido
sustituida en el último momento por el Enterprise.
-¡Mierda!
-exclamó Dax. -Espera un momento.
Dax
se alejó en busca de una terminal. Poco después se reunía de nuevo
con el humano.
-Lo
que suponía. El Potemkim ha sufrido un atentado.
-Parece
que la sección 31 tiene abierto otro frente.
-No,
no hemos sido nosotros.
-¿Los
romulanos?
-Es
posible. No me gusta nada este cambio.
-¿Porqué?
Ya se que el Enterprise es la nave insignia de la flota y que su
tripulación es la mejor, pero no supone ninguna diferencia para
nosotros, tenemos una tapadera indetectable.
-Te
equivocas. Hay una persona entre ellos que podría descubrirnos.
-¿Y
qué piensas hacer respecto a esa persona?
-¡Mmmm!
Creo que intentaré reclutarla para la misión.
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Horas
más tarde, Dax paseaba entre los asistentes a la recepción que el
Enterprise organizó para la delegación vulcana, intercambiando
chistes y chismorreos con todos. De pronto, algo llamó su atención
y se acercó a una de las mesas, donde una vulcana dudaba entre los
distintos manjares.
-¿Qué
tal está el caviar? -preguntó.
La mujer le miró, levantó una ceja y respondió:
-En
su punto, creo, pero es algo fuerte para el gusto vulcano.
-Pero
se ha atrevido a probarlo.
-Los
vulcanos también sentimos curiosidad.
-¿Porqué
no prueba el paté de canard?
-Ya
he experimentado bastante por hoy -respondió la mujer. Y empezó a
alejarse de la mesa.
-Esa
ha sido una buena imitación de una vulcana, comandante.
-Gracias,
yo... Ella se giró bruscamente al darse cuenta de su error y le
observó.
-¡Mierda!
¿Cómo sabe...?
-Mi
trabajo es saber esas cosas. Usted el la comandante Vel'Tara, un
miembro activo del Tal'Shiar.
-¿Y
usted es...?
-Soy...
digamos que trabajo para una organización que busca lo mismo que
ustedes. El fracaso de esta cumbre.
-La
Sección 31.
-¿Nos
conocen?
-Hemos
oído historias, rumores... No sabíamos si creerlos, pero admitimos
la posibilidad de su existencia. Bueno, me ha descubierto, ¿qué
piensa hacer ahora?
-Nada.
-¿Nada?
-Nada.
Como ya he dicho su objetivo y el mio son el mismo. Propongo una
colaboración.
-¿Qué
tipo de colaboración?
-Usted
no me estorba en mi trabajo y a cambio, yo la dejo vivir.
-Este
es su terreno, aquí estoy en desventaja, tendré que aceptar.
-Muy
buena decisión. Y ahora una pregunta. ¿Han sido los suyos los
responsables del atentado contra el Potemkim?
-¿Atentado?
-el rostro de la romulana no reflejaba ninguna emoción.
-Esa
es una buena cara de poker. Lo tomaré como un si. Puede retirarse
comandante.
La
romulana se alejó soltando maldiciones por lo bajo. Llorenç
aprovechó el momento para saludar a sus dos compañeras de misión.
-Hola
chicas. ¿Cómo va todo?
-Me
aburro -respondió B'Elena. -¿Qué se supone que estamos haciendo
aquí?
-De
momento nada. Y si el trabajito que está haciendo Thargor va bien,
es posible que no tengáis que hacer nada.
-¿Para
qué hemos venido, entonces?
-Sois
mi plan B.
-¿Plan
B? -preguntó T'Alize. -¿Y en qué consiste ese plan B?
-Si
el plan principal no funciona, deberéis matar al embajador vulcano.
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Deana
Troi se despertó en medio de la noche con la sensación de que no
estaba sola. Encendió la luz de su mesilla de noche y vio a un
hombre sentado frente a su cama, observándola desde la penumbra. Iba
vestido con lo que parecía un uniforme militar, completamente negro
y sin ningún tipo de insignias o indicador de su rango. Solo un
pequeño emblema en el lado izquierdo de su pecho que Deana no pudo
reconocer. Alargó la mano para coger el comunicador.
-Olvídelo
consejero -dijo el hombre. -Estoy en posesión de un inhibidor de
señal. En estos momentos está incomunicada.
-¿Quién
es usted? ¿Qué está haciendo en mi habitación?
-El
quién soy no importa, de momento, digamos que soy un patriota.
-¿Cómo
debo interpretar eso?
-No
se moleste en sondearme con sus poderes empáticos, consejero. Estoy
entrenado para escudarme de ellos.
-¿Qué
quiere de mi?
-Eso
ya está mejor. Empieza a hacer las preguntas correctas. Quiero que
use esos poderes suyos para sondear a los miembros de la delegación
romulana.
-Eso
no sería muy ético.
-No
sea hipócrita, consejero. ¿Cree que no se que Picard le ha pedido
lo mismo? Yo solo le pido que me de a mi una copia de los informes
que le dará a su capitán.
-¿Y
si me niego?
El
hombre sonrió y se inclinó ligeramente hacia delante, Deana vio
entonces las manchas típicas de la raza trill.
-Buenas
noches consejero. Nos veremos después de la primera reunión de la
cumbre.
El
trill hizo un gesto casi imperceptible y la habitación quedó
completamente a oscuras. Cuando Deana pudo encender las luces, el
hombre había desaparecido.
Continuara...
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